Es el tercer año que no trabajo en la escuela de mis hijos. No puedo creer lo rápido que se ha ido el tiempo. Todavía recuerdo el día que renuncié.
Con la voz entrecortada le platicaba a mi jefa en aquel entonces, Mrs. Montoya, que tenía que renunciar para dedicarme a los negocios de mi familia (nuestra empresa de juguetes de mascotas).
Sufrí al renunciar. No me gusta terminar las cosas, aunque sea tiempo de hacerlo. Me cuesta trabajo que tenga que ser yo la que decida el final de algo.
No se si les pase alguna vez. Es un sentimiento raro. No se si psicológicamente el decir adiós me afecte porque recuerdo la muerte de mi papi hace rato ya.
Prefiero que sean los demas los que me digan adios, que tenerlo que hacer yo. Que curioso, es algo inexplicable.
El caso es que casi no he vuelto a la escuela, salvo a tratar asuntos de mis hijos.
El primer año que ya no trabajaba allí, iba seguido, para suavizar la transición de los nuevos elementos.
Seguía a las órdenes, para lo que se ofreciera.
El segundo año, iba cada vez menos. Comenzaron muchos cambios y la verdad el principal motivo fue que me metí a estudiar para sacar mi licencia de Bienes Raíces.
Este año escolar que comienza (hace 3 meses ya!), he tenido que ir un poco mas pero ahora como madre de familia. Mis hijos siguen en la escuela y he tenido que ir un par de veces para platicar con las maestras. Nada grave, solo casualmente platicar de como van.
Pero esta última vez que fui, al llegar a donde fue mi CASA, mi lugar preferido de estar metida, la nueva recepcionista me voltea a ver y me dice:
“¿Cuál es su nombre?”
Me quedé callada un momento.
Quería decirle,
“Pues soy la Mrs. Gina!! La amiga de todos los niños (Como Chabelo). Soy la que diseñó estas hojas en las que tengo que firmar mi entrada al colegio como VISITA. Soy la que fue al Michael’s a comprar estas flores otoñales con las que adornan la entrada de la escuela.” ETCETERA.
Sonreí y le di mi nombre. Me apunté y me dieron un prendedor con la palabra VISITOR.
Si, efectivamente, soy VISITA. Ya no pertenezco a esa escuela aunque mi foto siga colgada en las oficinas. Huele igual la escuela, pero ya no la siento mi CASA.
Me encantaba trabajar allí. Estar rodeada de todos los niños que me veían como la verdadera tía. Les hacía los ‘paros’ con muchas cosas. Les cubría a veces para que no se metieran en problemas. Creo que fui buena compañera con todos, siento que con todos me llevaba muy bien y se tambien que me han de extrañar.
Yo extraño mucho el ambiente escolar. No solo trabajar con los bebés de 4 años en PreKinder, sino en si todo el convivio con niños de todas las edades.
Les confieso que a veces me robaba lonches. Sobre todo uvas y Oreos de chocolate (no todas las uvas ni todos los Oreos, a lo mejor uno de cada una!). Me cansaba mucho, en especial el dolor de cintura por estar agachada en las mesitas con los bebes.
Pero extraño los abrazos, limpiar caritas con lágrimas, los dibujos llenos de amor que me daban, los gritos al verme de “Miiiisssss Giiinnnnnaaaa!!!!!”, oirlos cantar, agarrarlos en las travesuras, verles las caritas cuando por fin le entienden a lo que les quieres enseñar, leerles cuentos haciendo todas las voces con diferentes acentos, regañarlos cuando se portaban mal, cacharlos en mentiras y seguir la corriente asustándolos, curarles las heridas al caer dándoles todo mi cariño de mamá para que no se sintieran mal, etc.
Extraño tambien el trabajar en la oficina, de todóloga, desde haciendo el presupuesto de la escuela, editando y formando el ANUARIO ESCOLAR ó siendo la enfermera, decoradora, organizadora, compradora y dadora de consejos de todos.
Platicar con Roger, el encargado del mantenimiento de todo el lugar, mientras me saboreaba mi café en la mañana es de lo que mas extraño!
Al igual que atacarme de la risa con Miss Connie en la oficina, oyendo música de Lupita D’alessio cuando no estaba la directora. 🙂
O estar recibiendo a los niños de los carros en la mañana, saludando a todos los papás, me hacían sentir especial.
A lo mejor lo que me hace falta es estar rodeada de seres humanos que:
- Su mayor problema es no salirse de la línea al colorear ó lograr desabrocharse a tiempo el pantalón para no hacerse pipi.
- No les preocupa el dinero ni las cosas materiales inútiles
- Te dicen la verdad
- Literalmente se sacan el bocado de su boca para dártelo (chicles masticados, dulces, paletas, etc)
- Cuando te abrazan puedes sentir su honestidad.
- Tienen siempre una respuesta, atinada ó no, te la dan seguros de si mismos.
- Puedes lograr que sean los niños mas felices solo diciendoles “Muy bien!!”
- No tienen exceso de complejos que arrastren desde antes
- Saben que eres la maxima autoridad
- Jugar no es algo que tengan que hacer, sino es la manera de vivir
- NO TE JUZGAN
- Etc
En fin, tal vez piensen que soy una egocentrista porque extraño el que todo mundo me conocía y me hacía sentir especial.
Pero no es solo eso. Es la magia de estar rodeada de niños. Si tu trabajas en una escuela ó eres maestra, no desperdicies ni un solo día. Llénate de ellos y su vitalidad.
Y así como me siento rara volviendo a un lugar que dejé hace tiempo, tambien en la vida real uno se siente rara al volver a un lugar que hace mucho no vas.
Puede ser un antiguo trabajo, un lugar donde ibas de niño (que parece mucho mas chico de tamaño), un viejo amor (que tal vez ni te salude).
Hay un dicho que dice “uno toda la vida dice que nada ha cambiado, sin embargo, cuando volteas hacia atrás, ves que todo es diferente”.
Sigue el recuerdo allí de lo que fue, y aunque sea un sentimiento raro, al final es un bonito recuerdo el que te puede traer.
No se si un día volvería. Quizá no a la misma escuela, pero nunca descartaría volver a trabajar en el ámbito escolar.
Rodearte de niños te hace rejuvenecer. Eso si es algo de lo que estoy segura!
NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂