De tacones… a tenis.

En las concurridas calles de Washington DC, donde la política se entrelaza con la cultura y la historia, una mujer en tacones altos caminaba con determinación al lado de sus dos socios de La Revista Binacional. Yo era esa mujer.

Llegamos a la capital de la nación con un propósito claro en mente: hacer historia con nuestra revista, una edición especial donde salieron los presidentes de las cámaras de comercio Hispanas de los Estados Unidos.

Los tres con nuestros elegantes trajes negros y yo en tacones de aguja, parecíamos figuras genuinas, llenas de ambición (al menos en porte).

Yo siempre había soñado con cambiar el mundo y estar en Washington DC, estaba lista para dejar mi marca en el mundo.

Todo esto se me venía la mente cuando me tomaba mi cafecito en el patio del Intercontinental Williard hotel frente a la Casa Blanca.

Los monumentos y edificios de mármol gris, todos de la misma altura para no obstruir la vista y protección a La Casa Blanca, lo limpio de la ciudad y el orden de la gente me llenaron de optimismo.

No es la primera vez que iba a DC, pero sí la primera vez que iba con mis dos socios, Carlos Antonio y Rafael, quienes me hicieron sentir muy empoderada como mujer y como dueños de nuestra plataforma binacional.

La USHCC (United States Hispanic Chamber of Commerce) nos dio la bienvenida a su evento y fue allí donde entregamos las revistas especiales que les hicimos para dicha convención.

Andar al mismo paso de mis socios, (que son muy altos), y yo en tacones, comenzaron a afectar mi caminar y mi espalda.

No es lo mismo cruzar la calle en 15 segundos cuando traes zapatos cómodos, que cruzarla casi corriendo, fijándote que no haya hoyos donde se pueda atorar el tacón.

El dolor de los dedos, de la planta de los pies y de los talones eran demasiado para yo seguir parada platicando con tanta gente importante que conocimos.

Las mujeres estamos luchando por tener un lugar en nuestra comunidad como empresarias, como líderes y como representantes de comunidades.

Me di cuenta de que a veces nos tardamos mas que los hombres porque los tacones nos “ponen lentos”. Lo irónico de todo esto es que los tacones fueron inventados en Persia, en el siglo X, y fueron inventados PARA LOS HOMBRES, porque eso les daba el estatus de “altura” en la sociedad.

Poco a poco fui viendo como las mujeres de la convención iban cambiando sus tacones de la mañana por tenis y se me hizo lo mas maravilloso. Así que les copié. Me fui al hotel, que quedaba enfrente del RONALD REAGAN WORLD TRADE CENTER (donde fueron las sesiones) y me puse mis tenis negros, con calcetines cómodos y la verdad fui muy FELIZ. (Con o sin tacones, pude desenvolverme tal como lo pensé hacer).

Yo toda la vida fui feliz en tacones. Todavía me siento como ‘empoderada’ cuando traigo mis tacones grandes. Pero ese día, en Washington DC, me sentí lo suficientemente cómoda y segura para saber que no me iba a doler nada ni me iba a caer en ninguna parte.
Ahora sí, pude cruzar la calle al mismo ritmo que todos. No me tuve que ir más despacio, ni me tuve que fijar que mis tacones no quedaran atorados en las escaleras eléctricas y si la fiesta de recepción no tenía tantas sillas, me pude quedar parada todo el tiempo.
Mi experiencia de tacones a tenis fue digna de un blog, porque aquí en este mundo de hombres, las mujeres tenemos que quitarnos lo que nos detiene, y si andar en tacones nos va a detener, pues ¡que vivan los tenis!

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂

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