Abrí el agua caliente de la regadera. Era noche y se me antojó darme un verdadero baño.
No me malinterpreten, SI me baño bien todos los días pero siempre traigo prisa.
Así que dije, “hoy me voy a volver a bañar en la noche y lo quiero DISFRUTAR”.
El vaporcito ya se sentía en el baño.
Abrí el agua fria para templarla. Tampoco quería “pelarme” la piel.
Me metí, poco a poco.
El agua deliciosa caía sobre mi. Puse ambas manos en la pared de la regadera, con el chorro de agua hacia mi cara. La presión del agua era fuerte. Me daba ligeros masajes sobre mi cabeza.
El agua corría por mi cara, simulando lágrimas.
“No!”, pensé en mi mente, “hoy no lloraré en la regadera. Hoy disfrutaré mi baño. No quiero llorar aquí donde nadie me ve. Hoy no”.
Tomé el shampoo y me puse bastante.
Comencé a hacer espuma en todo mi pelo. El olor frutal del shampoo llegaba hasta todos mis sentidos. Respiraba la limpieza. Jugaba con mi cabello como cuando era niña. Lo partía a la mitad y me hacía dos donas gigantes de cada lado, tipo la Princesa Leia.
Volvía a darme masajes con mis dedos en el cráneo. El agua enjuagaba la espuma y resbalaba por todos lados.
Tomé el acondicionador. Siempre abro la botella y la huelo. SIEMPRE.
Me puse bastante en mis manos y la pasé por las puntas de mi cabello.
Tomé la esponjita, una color melón y le puse el gel de cuerpo Aveeno con olor a lavanda “desestresante” se supone.
Era mucha la espuma.
Me senté en el piso de la regadera para disfrutar la cascada de agua calientita.
Enjabonaba mis pies y mis piernas. Noté los músculos mas definidos en ellas debido a las patadas del Kickboxing. Me dió gusto ver que mis piernas estan fuertes y sanas.
Vi lunares nuevos que no tenía. Quizá sea porque acaba de terminar el invierno y mi piel está super blanca. Necesita un poco de sol!
Observé mi cicatriz en la rodilla derecha. Es como una bolita de piel. Desde los 5 años la tengo.
Me acordé de como me la hice.
Estaba en casa de mis abuelos (maternos) Memo y Gloria en Nogales, Sonora. Estaban construyendo mi casa en el lote de enseguida en los cerros de la colonia Altar.
Yo jugaba afuera con la “Queenie”, una Pastor Alemán preciosa que fue mi mejor amiga en esa época. De esas perritas de película que te esperan, te cuidan, casi te regañan cuando te ven en peligro. Una chulada de perrita, la verdad.
Corría con ella por todo el cerro. Había mucho material de construcción y en una de esas brincadas, caí sobre una tabla con un clavo. Literalmente el pedazo de madera quedó clavado en mi rodilla. Me acuerdo todavía, entre nubes, que me arranqué la tabla y no lloraba. Estaba asustada. La Queenie casi se desmayaba. Se sentía responsable.
No lloré hasta que oyí la voz de mi abuelito “¿Qué te pasó Ginita?”
“Buaaaaa!!!”… el sangrerío, el llanto. Solo recuerdo a mi abuela y mami curándome.
Siguiendo con el baño, estaba tan relajada para este momento que seguía sentada en el piso, con mis rodillas en mi pecho y mi cabeza sobre las rodillas. (¿saben como? ¿o se estan imaginando una posición rarona? jejeje)
El acondicionador se enjuagaba solo. Mi cabello se sentía suavecito, sedoso.
Tomé un poco de exfoliante de semillas de almendra y me tallé la cara. Le daba masajes circulares. Quería de alguna manera quitarme las impurezas de la piel. (me acordé del baño de la MARICRUZ en QUINCEAÑERA, que me la acaba de recordar mi amiga Laura Tristan., jajajaja!)
“Mamá, mamiiiiiii!!!!! ¿Estás bien?”, era el Coco mi hijo.
Como que de repente me extrañó. Se le hizo raro no verme yo creo.
Ese toquido en la puerta solo me decía que mi momento de ‘relax’ estaba por terminar.
“Ya voy, me estoy bañando”, le dije.
Volví a enjabonarme todo el cuerpo, tallando los “rincones”, jejeje :P. Me enjuagué con agua menos caliente.
Cerré la llave, tomé mi toalla con olor a Downy y me arropé en ella.
No se como explicarles el nivel de relajamiento que había logrado.
Me sentí tan bien!
Estaba feliz por haber tomado la decisión de disfrutar al 100% este baño que tal vez los demas días uno lo hace de volada, sin meditar ni disfrutar algo tan simple.
A veces pienso que todo en la vida se nos complica porque no nos damos el tiempo necesario para analizar los detalles tan sencillos. Estamos como que ‘programados’ a terminar las tareas diarias como para ya irlas ‘tachando’ de una larga lista de cosas que hacer.
Ese día tal vez en lugar de haber tomado ese baño tan “a conciencia”, me pude haber quedado viendo la tele ó en la computadora. Pero me dí ese espacio para mi.. No fueron ni 15 minutos de mi día, pero la verdad me sentí como si me hubiera ido a un SPA a relajarme.
Todos los días nos bañamos contra reloj.
Tómate el tiempo un día y disfruta de cualquier tarea que hagas de manera automática. Sea lo que sea. Verás la diferencia de hacerlo y disfrutarlo en lugar de hacerlo porque el tiempo se nos va.
NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES… 🙂
Gracias Gina por esta reflexion.
Estoy tomandome una taza de cafe, sola, no se encucha nada…parece que todavia estan dormidos todos…excelente momento para disfrutar tus comentarios…y mi deiiciosa taza de cafe…
Gracias Senor por este momento!
Yo esta semana me he dado oportunidad de tomarme el tiempo necesario para un momento de relax después de hacer la comida y limpiar la cocina, me pongo mis audífonos y me acomodo agusto en el sillón con las piernas extendidas a escuchar unos padrísimos WEBINARS a los que me suscribí… Nada como relajarme oyendo a gente inteligente y creativa decir cosas verdaderamente interesantes y útiles para la vida de uno como mujer y mamá… Le doy un LIKE a los rituales que te alimentan el cuerpo y el alma, read you soon my friend! ale