A. De que siempre traigo mocos o ando gangosa o traigo dolor de garganta.
B. De si es culpable o inocente el Shohei Ohtani … Me valeeeee. Ya dejen de alegar
C. El clima de Seattle en San Diego.
D. De auto-criticarme, si soy la única que me voy a querer hasta que muera.
E. Extrañar a mis amigos que viven lejos
F. Que los hombres me manden chistes misóginos
G. De no tener tiempo de ver un atardecer
H. De intuir
I. Que me digan que tengo “suerte” cuando detrás de esa suerte hay mucho trabajo y dedicación
J. Trump o Biden.
K. Poner gasolina que cuesta $5 el galón
L. Opiniones no pedidas
M. Y mil cosas mas pero como dije que este blog se llamaría “Hasta La M”, pues hasta aqui llega mi queja de hoy.
Un blog corto, rápido, que se me ocurre manejando de un lugar a otro, porque recordé que ya casi era Miércoles Blogguero y no tenía ni idea de que les iba a platicar.
El trabajo no se acaba, las ideas sigue fluyendo, la imaginación vuela y cada vez estoy convencida de que tuve que vivir muchas vidas para llegar a donde estoy.
Cada triunfo y fracaso de ayer hacia atrás me van llevando a mejores cosas.
Por eso estoy mas consciente de las cosas que me detienen en lugar de impulsarme.
Disfruté decirles lo que me tiene hasta la M últimamente.
Esta semana estuve en una situación muy simple pero a mi me afectó mucho. Una persona, que no pienso decir quien es porque no se trata de eso, me dijo algo que me lastimó.
Fue una tontería tal vez, y a muchos les daría risa. Pero a mi no. Me hizo, por un momento, dudar de mi, de mi persona y de mi capacidad de tomar acciones. Las personas que me conocen de toda la vida JAMAS me hubieran dicho algo así, al menos en mi cara.
Me dio coraje y con la pena pero ahora veo a esta persona de manera diferente. Por mas que quería entender porque me dijo lo que me dijo, me comenzaba a enojar la situación.
“No quiso decirlo para insultarte”, trataban de justificar el hecho. A mi me daba todavía mas enojo el que defendieran la agresión.
“Recuerda que ha tenido una vida muy difícil”, me seguían tratando de convencer.
Y es cuando allí mismo me puse a reflexionar acerca de lo que siempre me ha enseñado mi hija (ah, porque ahora ella me enseña a mi y no al revés).
Cuando tratas de entender porque hiciste algo malo, lo que realmente estas haciendo es EXPLICANDO tu mal comportamiento hacia alguien. Pero, no lo JUSTIFICAS.
Esta última frase tiene mucho peso.
En esta vida hay dos tipos de personas. Las que insultan sin querer porque estan muy tontas y no se dan cuenta del daño y las que insultan o hacen el mal con toda la alevosía.
Es mejor pensar que el mundo está tonto y que por eso pasan tantas cosas feas. Hace menos daño pensar eso a que realmente existe entre nosotros seres malos.
Sin profundizar mucho en el hecho, pienso que los abogados y la misma ley de los países se basan en esto de la EXPLICACION vs la JUSTIFICACION.
Si una persona asesina a un agresor, se explica el motivo. Pero no se justifica y se tiene que pagar una condena.
Explicar un insulto a una persona y justificarlo son dos enfoques distintos que involucran diferentes perspectivas y consideraciones éticas y sociales. Por ejemplo:
Explicar un insulto:
Contexto y motivación: Explorar el contexto en el que se produjo el insulto y las posibles motivaciones detrás de él. ¿Fue en una discusión acalorada? ¿Fue en respuesta a una provocación? Comprender las circunstancias puede arrojar luz sobre por qué el insulto ocurrió.
Emociones y reacciones: Analizar las emociones involucradas en el momento del insulto. ¿Se trató de ira, frustración, resentimiento o algo más? Identificar las emociones puede ayudar a entender qué llevó a la persona a recurrir a un insulto.
Patrones de comportamiento: Investigar si este insulto es parte de un patrón de comportamiento más amplio de la persona que lo profirió. ¿Ha insultado a otras personas en el pasado? ¿Hay algún factor subyacente que pueda explicar esta conducta recurrente?
Justificar un insulto:
Defensa del honor o la dignidad: Algunas personas podrían intentar justificar un insulto argumentando que fue una respuesta necesaria para proteger su honor o dignidad. Por ejemplo, podrían argumentar que se sintieron agraviadas por las acciones o palabras de la otra persona y que el insulto fue una forma de defenderse.
Provocación o defensa propia: En ciertas situaciones, las personas pueden justificar un insulto como una reacción legítima ante una provocación o amenaza percibida. Podrían argumentar que el insulto fue una forma de defenderse o de establecer límites claros en una interacción interpersonal.
Circunstancias extremas: En casos excepcionales, algunas personas podrían justificar un insulto como un último recurso en circunstancias extremas. Por ejemplo, podrían argumentar que estaban bajo una presión extrema o enfrentando una situación de injusticia grave que justificaba su reacción verbal.
Lo que a mi me pasó no cumple con nada de lo anterior. Ni estábamos peleando, ni alegando y segun yo no le caigo mal.
Realmente es un misterio para mi.
Si es en realidad que ha tenido una vida difícil, entonces lo explica. Pero en mi mente, jamás lo voy a justificar. Solo voy a evitar ponerme en una situación igual en un futuro. Cuando sienta que me pueden volver a agredir, me voy y ya. Sin explicaciones pero justificando que prefiero estar sola que mal acompañada. Ya estoy muy vieja para andar pidiendo explicaciones para justificar.
No puedo dormir. No era mi plan escribir de esto, pero creo que hoy tuve una experiencia que me impactó. Acompañé a mi amigo al veterinario, porque su perrito ya había llegado al punto donde lo mejor era la eutanasia ya que a sus 20 años, ya no tenía calidad de vida.
La decisión de optar por la eutanasia para un perro es una decisión personal y emocionalmente difícil que debe considerarse cuidadosamente. En algunas circunstancias, la eutanasia puede ser considerada una opción humanitaria y compasiva para aliviar el sufrimiento innecesario del perrito, especialmente en casos de enfermedad terminal, dolor crónico o una baja calidad de vida.
Me llevé al perrito en brazos, de San Diego a Tijuana. Era la primera vez que lo conocía en persona. Que curioso, el día que lo conozco y soy yo la que lo lleva a dormir. Me sentía tan rara, como villana, aunque yo sé que no es tan profundo sentir esto.
No solo el dolor de mi amigo me afectaba sino como mamá de una perrita de 6 años, se que llegará el momento en el que yo tenga que pasar por lo mismo. Por eso no quería perros. Mi mamá de chicas nos los “desaparecía”, es decir, nunca vimos morir a un perrito ni mucho menos lo llevamos a que lo durmieran.
¿Cómo decides que ya es hora de que descanse tu mascota? Es muy difícil, pero creo que también se deben de considerar los siguientes puntos:
Calidad de vida: Evaluar la calidad de vida del perro es crucial. Si el animal está experimentando un sufrimiento significativo, dolor incontrolable, incapacidad para realizar actividades básicas o una disminución severa en su calidad de vida, la eutanasia puede ser una opción humanitaria para evitar un sufrimiento prolongado.
Pronóstico médico: Es importante hablar con un veterinario para comprender el pronóstico médico del perro. Si la enfermedad o lesión es terminal y no se puede aliviar el sufrimiento de manera efectiva, la eutanasia puede ser la opción más compasiva.
Consideraciones financieras: Las opciones de tratamiento y cuidado médico pueden ser costosas. Es importante considerar si los recursos financieros disponibles pueden proporcionar el cuidado adecuado y mejorar la calidad de vida del perro.
Impacto emocional: La decisión de optar por la eutanasia puede ser extremadamente difícil para los dueños de mascotas. Es importante tomar tiempo para reflexionar y considerar el bienestar del perro, así como el impacto emocional en los miembros de la familia.
Consulta con un veterinario: Un veterinario puede proporcionar orientación experta y apoyo durante este proceso. Pueden ayudar a evaluar la situación médica del perro, discutir las opciones de tratamiento disponibles y proporcionar apoyo emocional a los propietarios.
En última instancia, la decisión de optar por la eutanasia para un perro es altamente individual y debe basarse en el bienestar del animal, la calidad de vida y el deseo de evitar un sufrimiento innecesario. Es importante tomar la decisión con cuidado y respeto hacia el perro y considerar todas las opciones disponibles.
Estaba en el hospital veterinario. No entré a la hora del procedimiento, pero si ayudé a llenar unas formas de autorización.
Me sentía muy rara, como triste, pero al mismo tiempo entendí que es lo mas compasivo y una gran muestra de amor dormir a un perrito para que ya descanse.
Vi el dolor en mi amigo. Lo vi en sus ojos y me puse muy nerviosa. Quería llorar y realmente me di cuenta de mi sensibilidad ante este tipo de situaciones.
La muerte de una mascota puede causar un dolor profundo y duradero por varias razones:
Vínculo emocional: Las mascotas se convierten en miembros queridos de la familia para muchas personas. A lo largo del tiempo, se establece un vínculo emocional fuerte y significativo con ellas. Pasamos tiempo con ellas, las cuidamos, las queremos y nos acostumbramos a su presencia en nuestras vidas.
Incondicionalidad: Las mascotas ofrecen amor incondicional y compañía. No juzgan, no critican y están siempre ahí para nosotros. Esta conexión sin reservas puede hacer que su pérdida sea aún más dolorosa.
Rutina y compañía: Las mascotas a menudo forman parte de nuestra rutina diaria y nos brindan compañía constante. Su ausencia puede dejar un vacío palpable en nuestras vidas y cambiar drásticamente nuestra rutina diaria.
Confianza y apoyo: Para muchas personas, las mascotas son una fuente de apoyo emocional. Pueden actuar como confidentes silenciosos en momentos difíciles y proporcionar consuelo en tiempos de estrés o tristeza.
Proceso de duelo: La pérdida de una mascota puede desencadenar un proceso de duelo similar al experimentado cuando perdemos a un ser humano cercano. Sentimientos de tristeza, dolor, negación, ira y culpa son comunes en este proceso.
Todo esto pasó el mismo día. Me pidieron de favor acompañarlos y me sentí muy especial que me pidieran ir en un momento tan personal e intimo de la familia.
Llegué a mi casa y lo único que pude hacer fue abrazar a mi Kiara con todas mis fuerzas. No la quería soltar. Me dio miedo y al mismo tiempo me enojé que los perritos duren tan pocos años.
Quiero que mi Kiara me dure para toda la vida, pero sé que eso no es posible. Solo espero que cuando llegue su momento, tenga quien me tome de la mano porque muy probablemente me voy a sentir morir.
Si a ti te ha pasado algo igual, te mando un abrazo. A los perritos tenemos que quererlos mucho en su corta vida.
¿Alguna vez te has sentido culpable de que te esté yendo bien? O que por ejemplo pudiste comprarte algo muy lindo y cuando te lo ‘chulean’ ¿te disculpas diciendo que tienes mucho tiempo ahorrando?
Es inevitable, tal vez por ser mamá latina, a veces pensar en uno primero. No lo sé explicar realmente, pero a veces nos llegamos a sentir culpables si nos va bien.
Últimamente las cosas me han salido mejor de lo que pensé. Por primera vez puedo ver que lo sembrado comienza a florecer con la próxima llegada de la primavera.
Sí, no has ido nada fácil. Han sido días y días de 15 horas de trabajo, que la verdad no las sentía porque me encanta lo que hago.
Ha sido mucha inversión de todo tipo. Económica, de tiempo, de esfuerzo, de mente, de creatividad, de sentimiento y de fe.
Se sacrifican momentos personales por invertirlos en un proyecto.
Y todo ha valido la pena.
Tomé la decisión de decir SI a poner primero lo que yo quiero.
Nunca he podido descifrar donde comienza el amor propio y termina el egoísmo. ¿Cómo se mide?
A veces siento que la GenX (nacidos entre 1965-1980) estamos atorados entre tres generaciones muy dominantes. Los Boomers (nuestros padres) y los Millenials y GenZ (nuestros hijos) son fuertes y hasta cierto punto egoístas.
Nosotros los hicimos así. Obedecimos a nuestros Boomers en todo (al menos mucho mas que las nuevas generaciones. Tuvimos la religión que nos dieron, la educación que nos dijeron, vivimos como nos indicaron, y cuando queríamos salirnos de ese patrón nos callaban con un “No. Así no es”.)
Los mismo pasa con los Millenials y los GenZ. Los hemos ‘malcriado’ en tantas formas. Para todo los consultamos. ‘¿A dónde quieren ir a cenar? ¿A dónde quieren ir de vacaciones? ¿Dónde quieres vivir?’
Somos una generación atrapada al servicio de dos o tres generaciones. Y es muy cansado.
Por eso, yo ya no me voy a disculpar si me va bien.
No es egoísmo, es solo una imitación de lo que fueron los Boomers y lo que son las generaciones nuevas.
Soy parte de la generación X, o sea nada. X que se tiene que despejar. X que significa incógnita.
Nos toca celebrar si logramos algo. ¿Qué no?
Es muy difícil disfrutar los logros sin caer en la soberbia.
“Ya se le subió”, dicen.
¿Qué es lo que se sube?
¿El ego? ¿La autoestima?
Una vez me dijeron que si la gente no habla es porque no estamos causando impacto.
¿Por qué a veces el que te vaya bien te aleja a personas de tu vida?
Yo no me quiero disculpar por ser disciplinada, organizada, no quitar de la meta mi visión, planear, equivocarme y remediar, aceptar mis errores y escuchar a mi equipo cuando algo no estoy haciendo bien.
No me voy a disculpar por echarle todas las ganas, ni mucho menos porque a la medida que pasa el tiempo, las cosas parecen salirme mejor de lo planeado.
Quiero disfrutar de una cosecha rica en mi vejez, fruto de tanto esfuerzo, trabajo y dedicación.
La verdad quisiera que a todos nos fuera bien y ya.