Un Martes Cualquiera

El día comenzó muy bonito. Fui a desayunar con mi hermana antes de que se regresara a Mexicali y luego me ayudó con unas cajas y bolsas que estaban en mi cochera, pero realmente pertenecen al almacén de uno de mis socios.

Me fui al trabajo y traigo la inquietud que vi “caquitas” de ratón en mi cochera por donde estaban esas cajas viejas que tienen revistas y papelería.

Llegué al almacén y les dije que tenía ese pendiente. Algo presentía.

Comenzamos a sacar de una de las bolsas grandes, de esas militares, los focos y luces que usamos para los podcasts. (Ya vamos a empezar a hacer podcasts más seguido).

Rafael dijo “huele medio feo esta bolsa”.

Y yo, “¡la rata!”.

En eso se le ocurre voltear la bolsa para vaciarla y pues efectivamente.

Salió corriendo una rata del tamaño de mi perrita Yorkie y la perdimos. Y también cayó al piso otra, muerta.

Le tomé foto y la mandé en el chat de la oficina. Michelle, nuestra diseñadora, me preguntó, “¿y si está muerta? Porque esas ratas usan como mecanismo de defensa hacerse las muertas”.

Pues no supe. Rafael ya la había tirado, pero en la foto se puede ver como que se le dilataron las pupilas y todavía muy fresca (recién muerta pues).

Después de medio infartarme por la rata que pasó encima de mis pies, fui a la llantera porque tengo semanas que la llanta de mi carro pierde aire. Y pues sí, traía un tornillo. La desponché.

Me fui a comprar trampas de pegamento para las ratas y las puse en mi cochera por si dejaron familia las dos ratas que me llevé al almacén.

Llegué temprano a mi casa para seguir trabajando un poco y como a las 6 de la tarde me fui con mi hija a comer algo y a las tiendas.

Comimos rico, un lugar sencillo de Chula Vista que se llama D’Lish. Pedimos pasta y pizza antes de irnos a las tiendas.

Fuimos al Trader Joes por algunas cosas que faltaban en la casa, unos vinitos y unas cervecitas para surtir el refrigeradorcito.

De allí seguimos de compras (yo tenía que comprar el regalo del intercambio de la oficina) y luego ya llegué a Walgreens por una bolsa de regalo y nos fuimos a la casa a descansar.

“Luisa, ¿me marcas?”, le dije a mi hija porque no encontraba mi celular.

Nada.

Fui al carro a ver si estaba el celular y NADA.

Entré en un modo pánico.

FIND MY IPHONE, esa aplicación es lo mejor. Nos metimos del celular de mi hija y pudimos encontrar mi teléfono en el D’LISH.

Lo dejé allí cuando cené.

Marcamos por teléfono al restaurant para decirles que me lo guardaran y nadie contestó por lo que decidimos ir por él.

Me estresé demasiado, aunque sea una tontería pero significa CONTRATIEMPO y no tengo tiempo de perder tiempo.

También me di cuenta de que, por más de tres horas, no necesité mi celular. Me sentí orgullosa de eso, jajajaja.

Llegamos al estacionamiento del restaurant, en plaza Terra Nova y el FIND MY IPHONE seguía mostrando que se encontraba en el D’LISH.

El lugar estaba oscuro ya que habían cerrado hace como dos horas.

En eso sale del lugar una de las meseras. Ella se llamaba Martha. (Ella se llamaba así).

“Hola, dejamos el celular en el restaurant.”, le dice mi hija.

“Ah si, ya se. Pero ya cerré y puse la alarma. Mejor vengan mañana a las 11am”, dijo la mesera vestida navideña con un ugly sweater y un gorro de navidad.

Y yo, “Pero ya estoy aquí. ¿No me puedes abrir y darme el celular?”, yo con cara de Ten Piedad de esta Señora cansada.

“No. Ya puse la alarma y todo. Mañana hablen a las 10:30am y a las 11 am ya pueden pasar por él”.

Ya no le alegué. Le quería decir “No quieres que te pisen lo trapeado del piso, ¿o qué?” pero mejor me fui del lugar.

Mi hija y yo incrédulas con la falta de servicio a terceros. Yo si se lo hubiera dado. Me hubiera dado gusto entregarlo porque se siente muy feo y uno se siente muy estúpido cuando pierdes algo.

Me regresé a mi casa, al menos sabiendo que en un cajón de un restaurant italiano duerme mi iphone.

El día de hoy tuve todas las emociones habidas y por haber.

Lloré temprano, me reí mucho, me asusté con la rata, me dio asco. Me dio hambre, me cansé, gasté y disfruté hacerlo.

Y entre una limonada del D’Lish y una botella de agua empezada en mi casa cuando llegué, descuidé mi celular y por varias horas juraba que estaba en mi bolsa.

No supe la falta que me hacía hasta que me di cuenta de que no estaba conmigo.

FIN DE MI RELATO. (Espero que si me lo entreguen)

Gracias por leerme. NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES. 😊

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