Todos, sin excepción, tenemos que dar órdenes.
A medida que uno adopta posiciones de líder (desde jefe de trabajo de equipo en la primaria, capitán de un equipo, jefe de familia, supervisor de producción, gerencia, dueño, etc.), el dar una orden es inevitable.
Tener autoridad significa que se tiene una responsabilidad mayor a los de todo el equipo. Muchas veces no se logra con palabras dulces. Hay ocasiones en las que se tiene que ser firme para que te tomen en serio.
Es muy difícil para unas personas ser fuerte para mandar y ser tomados en serio. Y como dicen en mi pueblo:
- Piden ‘raite’ y quieren manejar
- Le das la mano y te agarran el pie
- Limosnero y con garrote
Los ‘subordinados’, los hijos, hasta los perros, abusan de tu alma blandita.
A veces por llevar la fiesta en paz, uno cede algunas actitudes y comportamientos que a la larga cobran la factura.
Quizá es un síndrome de algo el querer siempre ser el ‘buena onda’ como jefe, como amigo, como mamá o papá, como esposa.
Exigir es difícil. Caes en el miedo de ser mandón y ‘malo’.
En el momento que tienes que asumir tu rol de autoridad y aplicarlo te dicen “Ay, tan buena gente que eras”.
Hasta los perros miden tu autoridad. Si no los educas desde chicos, ya nunca te hacen caso.
Sí, ser buena onda funciona para muchas cosas, sobre todo en el trabajo. Pero llega un momento en que la situación amerita ser firme y exigente para que salgan las cosas.
Parte de madurar en la vida es saber distinguir cuando ser mandón y exigente y cuando ser ‘barco’ alivianado.
Creo que todo tiene como raíz el miedo a no ser aceptado. Incluso, puede ser parte del SINDROME DEL IMPOSTOR (trastorno psicológico en el cual una persona, siendo autoridad o exitosa, no logra asimilar los logros).

Las mujeres, dentro de muchas cosas por las que tienen que luchar en este mundo, también sufren de este síndrome. No se si sea porque lo traemos desde nuestros antepasados de siglos atrás, pero todavía nos cuesta asimilar el poder que tenemos en ciertas situaciones.
(OBVIAMENTE, no todas son así. Hay unas que nacieron mandonas. Mi abuela, por ejemplo. La extraño mucho y me gustaría platicar hoy con ella para que me regañe de algo).
Ser ‘buena onda’ siempre puede ser confundido con debilidad y poca eficiencia en alguna situación.
Ahora bien, todo tiene un límite. Toda persona tiene un ‘hasta aquí’ y es cuando las cosas se complican.
El de repente ser una persona fuerte y con autoridad, cuando tienes a todos acostumbrados a tu ‘nobleza’ causa conflictos fuertes.
Los alumnos se confunden cuando el maestro barco les pone un examen sorpresa.
El marido no perdona a la esposa que le cuestionó o le dijo que NO a algo.
Los hijos se impactan que su mamá los castigue, ‘si nunca les dice nada’.
Los empleados se te quedan viendo con cara de ‘¿y esta neurosis?’
Tu perro se te queda viendo con cara de ‘demasiado tarde para que me domes’
A lo que voy con este blog es que, como consejo, tenemos que mantener un término medio a la hora de ser autoridad.

Ser justo, ser fuerte, no perdonar todo sin interrogar a la hora de mandar.
Se puede ser jefe a todo dar y eficientemente exigente para el bien de todos.
NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 😊
