Emprendimiento Puro

Hay quienes dicen que fumar un puro cubano es un lujo, una experiencia que requiere calma, paciencia y cierto nivel de sofisticación.

Yo digo que ser emprendedora es lo mismo, pero sin la calma y con mucho menos glamour. Porque si alguien me hubiera explicado que prender un negocio se parecía tanto a prender un puro, tal vez me hubiera comprado un encendedor más grande antes de empezar.

Para empezar, está el ritual de encenderlo. Un puro no se prende de golpe como un cerillo en la oscuridad. Hay que girarlo, cuidarlo, darle espacio para que el fuego agarre parejito.

Igual que cuando uno inicia un negocio: la idea brilla en tu cabeza, pero si no le das aire, tiempo y dedicación, se te apaga en la primera semana y lo único que queda es un olor raro a fracaso.

Después llega el primer jalón. Con el puro, ese momento inicial es engañoso: parece suave, pero en realidad puede darte un golpe inesperado en la garganta. Así pasa cuando arrancas un proyecto: el entusiasmo te hace pensar que todo será ligero y fácil, hasta que descubres trámites, permisos, clientes indecisos y proveedores que desaparecen misteriosamente cuando más los necesitas. Y ahí estás, tosiendo, preguntándote si valía la pena.

Pero claro, la clave está en la paciencia. Un puro cubano no se fuma en cinco minutos. No es cigarro de esquina, es experiencia lenta. Igual que emprender: si quieres resultados inmediatos, mejor vete por unas papitas. Los negocios toman tiempo, energía y, sobre todo, la capacidad de aguantar sin desesperarte cuando parece que nada avanza. Porque si lo fuerzas, se quema mal. Si lo dejas descuidado, se apaga. Lo mismo pasa con tu empresa.

Y no olvidemos lo caro del puro. Todo el mundo sabe que no es barato. Igual que ser emprendedora: inviertes en un logo, en una oficina, en mil cosas que la gente a tu alrededor te dice que “no son necesarias”. Ellos no entienden que detrás de ese gasto hay una apuesta, un sueño, y un poquito de locura. A veces te ven como si hubieras gastado tu sueldo en humo… y pues sí, pero un humo que te hace feliz.

Luego está el ambiente social. Con un puro cubano en la mano, la gente asume que sabes de la vida, que tienes historias interesantes, que perteneces a un club exclusivo. O que te crees la María Félix.

Con un negocio, la gente también asume cosas: que eres tu propio jefe (mentira, tus clientes son tus jefes), que no tienes horarios (mentira, trabajas 24/7), y que ya eres millonaria (mentira, a veces ni para el café y vieran mis calzones).

Lo mejor de todo, sin duda, es la satisfacción final. Terminar un puro cubano es quedarte con el sabor de algo fuerte, con carácter, que requirió tu tiempo y atención. Terminar una etapa en tu negocio, aunque sea chiquita, te deja la misma sensación: que valió la pena, que cada jalón tuvo su propósito, y que sobreviviste al humo, a la tos y al gasto.

Al final del día, ser emprendedora es como fumar un puro cubano: difícil de conseguir, complicado de mantener, pero delicioso de vivir. Eso sí, con la diferencia de que cuando el puro se apaga, ya no hay vuelta atrás. En cambio, cuando tu negocio se tambalea, siempre puedes darle otra chispa, otro intento, y volver a encenderlo.

Y créeme, aunque ambos procesos cuestan lágrimas (y a veces maquillaje corrido), la satisfacción de saborearlo hasta el final… vale la pena.

Nos vemos a la próxima. 💕

El Asalto de New Orleans

¡Ah, Nuevo Orleans!

Una ciudad famosa por su vibrante cultura, exquisita gastronomía y experiencias únicas. La Revista Binacional, como ya lo hace cada año, tiene una participación importante en cada Super Bowl donde fusionamos lo Latino con este deporte y evento tan importante.

Llegamos a la ciudad donde la cultura es rica, la música vibrante y los coloridos de mardi gras junto con lo fosforescente de los colores del super tazón de este año.

Fuimos con la agenda llena en la semana, comimos gumbo de cocodrilo y saboreamos beignets increíbles.

Llegamos con la intención de asaltar la ciudad con nuestra curiosidad, pero los asaltados fuimos nosotros.

El primer día, teníamos el MEDIA NIGHT en el estadio de los Saints de New Orleans. Nuestro hotel, el MONTELEONE, que por cierto dicen que está embrujado y se aparece un niño que se murió allí, nos hizo sentir que estábamos en Francia en el siglo 17.

No quedaba cerca del estadio por lo que fue necesario tomar un UBER.

$8.98 dólares del hotel al estadio se me hizo muy bien.

Nos subimos al Uber, de Steve, un gringo de verdad, muy rubio y tenía cara de buena gente. Era un Honda Odyssey azul (la pintura medio gastada, pero todo el pueblo es así, despintado) y las placas eran 650GLC de Louisiana.

Rafael y yo le platicamos y el también nos decía lo que le gustaba, hablamos de los Chargers y del Drew Brees.

Obviamente se dio cuenta que éramos de fuera, por nuestro acento tal vez mexicano y porque con Rafa yo hablaba en español.

Seguíamos platicando y en eso mi teléfono vibró y la app de UBER me avisa que el conductor (o sea el Steve) había cambiado la ruta.

No le hice mucho caso porque la verdad toda la ciudad estaba llena de vigilancia y policías y soldados para que todo fuera una seguridad increíble.

En eso, al ver por la ventana, mi corazón se me hundió y se me fue a la punta del dedo gordo del pie. Me acalambré.

Steve se estaciona y Rafa y yo vemos que estamos debajo de un puente donde se encontraba gente muy fea, drogada, ‘vagos’ y la verdad horrible.

“Pues la aplicación me dice que debo de bajarlos aquí”, nos dice Steve.

Y yo: “Pues mi app me dice que no. Que nos debes de llevar hasta el estadio”.

Y Steve nos dice: “Pues no se hace”

Y yo: “Pues voy a pedir un viaje de aquí al estadio y tú lo agarras”

Y me dice el Steve: “Pues no voy a culminar el viaje así que no vas a poder pedir otro Uber”

Rápidamente lo traté de hacer y efectivamente solo me dejaba pedir un Uber a mis hijos porque yo seguía activa en mi viaje actual.

“Entonces tienen dos opciones: bajarse aquí donde de seguro no les va bien porque es una area peligrosa de la ciudad o me pueden dar todo el efectivo que traigan”

Yo voltee a ver al Rafa porque pues siempre dice que es de las calles rudas de Tijuana y el otro callado. Me dice “traigo dos dólares” y me los da.

Yo estaba super enojada.

“Pues nomas traigo en total $15 dólares y $500 pesos”, le dije al Steve.

Steve quería $20 pero al final aceptó los $15 y a los pesos los ignoró.

Nos bajamos casi corriendo del Uber en cuanto llegamos al estadio y toda la caminada de la calle a la entrada del estadio íbamos encabr%$#@dos diciendo todas las malas palabras que nos sabemos.

Quiero agradecer al Rafa su tranquilidad porque eso nos protegió y entendí que fue muy inteligente quedarse callado y no pelearse.

Lo que mas nos dolió fue el EGO de que nos asaltara un güero con cara del Ned Flanders de los Simpson.

Nos agarró super confiados y me puse a pensar en tantos jóvenes y sobre todo niñas que se suben muy tranquilas a los Ubers y Lyft.

No se puede confiar en nadie.

Nos tuvimos que tomar una buena cervecita para el susto y nos dio mucha risa que todavía el Steve me manda un enlace para que le diera su propina en la aplicación de UBER.

UBER recibió mi queja hasta que ya no estaba en New Orleans y me va a regresar todo el dinero.

Y es así como New Orleans nos asaltó, pero al mismo tiempo nos maravilló con lo diferente que es.

Si quiero volver, con mis hijos, para ahora si dedicarme a explorar los cementerios, platicar con las brujas acerca del vudú y realmente conocer la vida de esa ciudad empantanada donde echarte un taco de cocodrilo es lo más normal del mundo.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 😊

14 Años de Mi Blog: Un viaje de Gratitud y Reflexión

Hoy celebro un logro increíble: mi blog cumple 14 años. Catorce años escribiendo, compartiendo pensamientos, explorando ideas, conectando con personas de todo el mundo. Si me lo hubieran dicho aquel día en que publiqué mi primera entrada, llena de dudas y entusiasmo, no sé si lo habría creído. Pero aquí estamos, una década y media después, y lo único que puedo sentir es gratitud.

Cuando empecé este blog, lo hice con una mezcla de curiosidad y necesidad. Quería un espacio donde pudiera expresar mis pensamientos sin filtros, donde pudiera escribir sobre los temas que me inquietaban y me apasionaban. Nunca imaginé que encontraría una comunidad tan fiel, personas que han estado aquí desde los primeros días, leyendo cada publicación, dejando comentarios, compartiendo mis escritos. Catorce años no son poca cosa. Han pasado tantas cosas en este tiempo: cambios personales, avances tecnológicos, crisis globales, momentos de inspiración y de incertidumbre. Pero algo se ha mantenido constante: este espacio, este rincón en internet donde siempre puedo volver y sentirme en casa. A lo largo de los años, el blog ha evolucionado.

Al principio, escribía sin pensar demasiado en quién me leería. Con el tiempo, fui comprendiendo la responsabilidad que conlleva tener una audiencia, por pequeña o grande que sea. Mis palabras tienen impacto, mis ideas pueden resonar en otros. Eso me ha llevado a ser más reflexiva, a escribir con mayor intención, a cuidar el contenido que comparto. Pero si algo he aprendido es que escribir no es solo compartir, sino también recibir. Gracias a este blog, he tenido la oportunidad de conocer personas maravillosas, de aprender de sus experiencias, de intercambiar ideas. Algunos de ustedes han estado aquí desde el principio, otros se han unido en el camino, pero todos han dejado huella.

No hay manera de expresar cuánta gratitud siento por cada uno de ustedes que ha dedicado un poco de su tiempo a leerme. Sé que en estos tiempos hay un sinfín de distracciones: redes sociales, noticias, plataformas de streaming, entretenimiento en todas sus formas. Y, sin embargo, siguen viniendo aquí, siguen dejando sus comentarios, siguen formando parte de esta comunidad. Cada vez que recibo un mensaje de alguien que me dice que mis palabras le hicieron reflexionar, que encontró consuelo en una publicación, que se sintió acompañado en un momento difícil, recuerdo por qué empecé a escribir. (Tambien gracias a este blog pude asociarme con las mejores personas y lanzar LA REVISTA BINACIONAL).

Este blog es un espacio de conexión, de intercambio, de crecimiento mutuo. Sé que la fidelidad en internet es algo raro. Los intereses cambian, las plataformas evolucionan, las modas van y vienen. Por eso valoro tanto que, después de 14 años, sigan aquí. No sé qué hice para merecerlo, pero lo agradezco con todo el corazón.

Mientras celebro este aniversario, no puedo evitar pensar en el estado del mundo, en cómo han cambiado las cosas desde que empecé a escribir. En especial, mi cabeza no logra entender todo lo que está pasando en Estados Unidos y en la política global. Cuando abrí este blog, el mundo parecía moverse en una dirección diferente. Había retos, por supuesto, pero también esperanza. Ahora, la incertidumbre es la norma. La política en Estados Unidos se ha vuelto un campo de batalla constante, una lucha de poder donde parece que la verdad y la ética han pasado a un segundo plano. Veo los titulares y no sé si sentirme sorprendida o resignada. Me pregunto cómo llegamos aquí. ¿Cómo un país que ha sido un referente de democracia y libertad ha terminado sumido en tal polarización? ¿Cómo es posible que la desinformación y las teorías de conspiración tengan más peso que los hechos?

Me cuesta entenderlo, y me frustra no encontrar respuestas claras. Lo que más me inquieta es que esta crisis no se limita a un solo país. Es un reflejo de una tendencia global. La política se ha convertido en un espectáculo, en una guerra de egos donde lo que menos importa es el bienestar de las personas.

Nos hemos acostumbrado a vivir en un estado de alerta constante, a recibir noticias que parecen sacadas de una película de ficción. Pero a pesar de todo, quiero seguir creyendo en el poder del diálogo, en la posibilidad de cambio. Quiero pensar que aún hay espacio para la empatía, para la construcción de puentes en lugar de muros. No sé cómo será el futuro, pero sé que escribir es una forma de resistencia, una manera de mantener viva la conversación, de no rendirse ante la indiferencia.

No sé qué nos depara el futuro, ni para el mundo ni para este blog. Pero si algo he aprendido en estos 14 años es que la escritura es un refugio, una forma de ordenar el caos, de dar sentido a lo que parece incomprensible.

Seguiré aquí mientras tenga algo que decir, mientras haya lectores dispuestos a acompañarme en este viaje. No sé si llegaremos a los 20 años, pero por ahora, celebrar 14 es un recordatorio de que las palabras tienen poder, de que la conexión humana sigue siendo lo más valioso que tenemos. Gracias por estar aquí, por leerme, por hacer de este blog un espacio vivo. Este aniversario es tanto mío como de todos ustedes. Sigamos adelante, juntos.

De tacones… a tenis.

En las concurridas calles de Washington DC, donde la política se entrelaza con la cultura y la historia, una mujer en tacones altos caminaba con determinación al lado de sus dos socios de La Revista Binacional. Yo era esa mujer.

Llegamos a la capital de la nación con un propósito claro en mente: hacer historia con nuestra revista, una edición especial donde salieron los presidentes de las cámaras de comercio Hispanas de los Estados Unidos.

Los tres con nuestros elegantes trajes negros y yo en tacones de aguja, parecíamos figuras genuinas, llenas de ambición (al menos en porte).

Yo siempre había soñado con cambiar el mundo y estar en Washington DC, estaba lista para dejar mi marca en el mundo.

Todo esto se me venía la mente cuando me tomaba mi cafecito en el patio del Intercontinental Williard hotel frente a la Casa Blanca.

Los monumentos y edificios de mármol gris, todos de la misma altura para no obstruir la vista y protección a La Casa Blanca, lo limpio de la ciudad y el orden de la gente me llenaron de optimismo.

No es la primera vez que iba a DC, pero sí la primera vez que iba con mis dos socios, Carlos Antonio y Rafael, quienes me hicieron sentir muy empoderada como mujer y como dueños de nuestra plataforma binacional.

La USHCC (United States Hispanic Chamber of Commerce) nos dio la bienvenida a su evento y fue allí donde entregamos las revistas especiales que les hicimos para dicha convención.

Andar al mismo paso de mis socios, (que son muy altos), y yo en tacones, comenzaron a afectar mi caminar y mi espalda.

No es lo mismo cruzar la calle en 15 segundos cuando traes zapatos cómodos, que cruzarla casi corriendo, fijándote que no haya hoyos donde se pueda atorar el tacón.

El dolor de los dedos, de la planta de los pies y de los talones eran demasiado para yo seguir parada platicando con tanta gente importante que conocimos.

Las mujeres estamos luchando por tener un lugar en nuestra comunidad como empresarias, como líderes y como representantes de comunidades.

Me di cuenta de que a veces nos tardamos mas que los hombres porque los tacones nos “ponen lentos”. Lo irónico de todo esto es que los tacones fueron inventados en Persia, en el siglo X, y fueron inventados PARA LOS HOMBRES, porque eso les daba el estatus de “altura” en la sociedad.

Poco a poco fui viendo como las mujeres de la convención iban cambiando sus tacones de la mañana por tenis y se me hizo lo mas maravilloso. Así que les copié. Me fui al hotel, que quedaba enfrente del RONALD REAGAN WORLD TRADE CENTER (donde fueron las sesiones) y me puse mis tenis negros, con calcetines cómodos y la verdad fui muy FELIZ. (Con o sin tacones, pude desenvolverme tal como lo pensé hacer).

Yo toda la vida fui feliz en tacones. Todavía me siento como ‘empoderada’ cuando traigo mis tacones grandes. Pero ese día, en Washington DC, me sentí lo suficientemente cómoda y segura para saber que no me iba a doler nada ni me iba a caer en ninguna parte.
Ahora sí, pude cruzar la calle al mismo ritmo que todos. No me tuve que ir más despacio, ni me tuve que fijar que mis tacones no quedaran atorados en las escaleras eléctricas y si la fiesta de recepción no tenía tantas sillas, me pude quedar parada todo el tiempo.
Mi experiencia de tacones a tenis fue digna de un blog, porque aquí en este mundo de hombres, las mujeres tenemos que quitarnos lo que nos detiene, y si andar en tacones nos va a detener, pues ¡que vivan los tenis!

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂

Lo Explica, pero no lo justifica

Esta semana estuve en una situación muy simple pero a mi me afectó mucho. Una persona, que no pienso decir quien es porque no se trata de eso, me dijo algo que me lastimó.

Fue una tontería tal vez, y a muchos les daría risa. Pero a mi no. Me hizo, por un momento, dudar de mi, de mi persona y de mi capacidad de tomar acciones. Las personas que me conocen de toda la vida JAMAS me hubieran dicho algo así, al menos en mi cara.

Me dio coraje y con la pena pero ahora veo a esta persona de manera diferente. Por mas que quería entender porque me dijo lo que me dijo, me comenzaba a enojar la situación.

“No quiso decirlo para insultarte”, trataban de justificar el hecho. A mi me daba todavía mas enojo el que defendieran la agresión.

“Recuerda que ha tenido una vida muy difícil”, me seguían tratando de convencer.

Y es cuando allí mismo me puse a reflexionar acerca de lo que siempre me ha enseñado mi hija (ah, porque ahora ella me enseña a mi y no al revés).

Cuando tratas de entender porque hiciste algo malo, lo que realmente estas haciendo es EXPLICANDO tu mal comportamiento hacia alguien. Pero, no lo JUSTIFICAS.

Esta última frase tiene mucho peso.

En esta vida hay dos tipos de personas. Las que insultan sin querer porque estan muy tontas y no se dan cuenta del daño y las que insultan o hacen el mal con toda la alevosía.

Es mejor pensar que el mundo está tonto y que por eso pasan tantas cosas feas. Hace menos daño pensar eso a que realmente existe entre nosotros seres malos.

Sin profundizar mucho en el hecho, pienso que los abogados y la misma ley de los países se basan en esto de la EXPLICACION vs la JUSTIFICACION.

Si una persona asesina a un agresor, se explica el motivo. Pero no se justifica y se tiene que pagar una condena.

Explicar un insulto a una persona y justificarlo son dos enfoques distintos que involucran diferentes perspectivas y consideraciones éticas y sociales. Por ejemplo:

Explicar un insulto:

  1. Contexto y motivación: Explorar el contexto en el que se produjo el insulto y las posibles motivaciones detrás de él. ¿Fue en una discusión acalorada? ¿Fue en respuesta a una provocación? Comprender las circunstancias puede arrojar luz sobre por qué el insulto ocurrió.
  2. Emociones y reacciones: Analizar las emociones involucradas en el momento del insulto. ¿Se trató de ira, frustración, resentimiento o algo más? Identificar las emociones puede ayudar a entender qué llevó a la persona a recurrir a un insulto.
  3. Patrones de comportamiento: Investigar si este insulto es parte de un patrón de comportamiento más amplio de la persona que lo profirió. ¿Ha insultado a otras personas en el pasado? ¿Hay algún factor subyacente que pueda explicar esta conducta recurrente?

Justificar un insulto:

  1. Defensa del honor o la dignidad: Algunas personas podrían intentar justificar un insulto argumentando que fue una respuesta necesaria para proteger su honor o dignidad. Por ejemplo, podrían argumentar que se sintieron agraviadas por las acciones o palabras de la otra persona y que el insulto fue una forma de defenderse.
  2. Provocación o defensa propia: En ciertas situaciones, las personas pueden justificar un insulto como una reacción legítima ante una provocación o amenaza percibida. Podrían argumentar que el insulto fue una forma de defenderse o de establecer límites claros en una interacción interpersonal.
  3. Circunstancias extremas: En casos excepcionales, algunas personas podrían justificar un insulto como un último recurso en circunstancias extremas. Por ejemplo, podrían argumentar que estaban bajo una presión extrema o enfrentando una situación de injusticia grave que justificaba su reacción verbal.

Lo que a mi me pasó no cumple con nada de lo anterior. Ni estábamos peleando, ni alegando y segun yo no le caigo mal.

Realmente es un misterio para mi.

Si es en realidad que ha tenido una vida difícil, entonces lo explica. Pero en mi mente, jamás lo voy a justificar. Solo voy a evitar ponerme en una situación igual en un futuro. Cuando sienta que me pueden volver a agredir, me voy y ya. Sin explicaciones pero justificando que prefiero estar sola que mal acompañada. Ya estoy muy vieja para andar pidiendo explicaciones para justificar.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂

SENTIMIENTO DE CULPA

¿Alguna vez te has sentido culpable de que te esté yendo bien? O que por ejemplo pudiste comprarte algo muy lindo y cuando te lo ‘chulean’ ¿te disculpas diciendo que tienes mucho tiempo ahorrando?

Es inevitable, tal vez por ser mamá latina, a veces pensar en uno primero. No lo sé explicar realmente, pero a veces nos llegamos a sentir culpables si nos va bien.

Últimamente las cosas me han salido mejor de lo que pensé. Por primera vez puedo ver que lo sembrado comienza a florecer con la próxima llegada de la primavera.

Sí, no has ido nada fácil. Han sido días y días de 15 horas de trabajo, que la verdad no las sentía porque me encanta lo que hago.

Ha sido mucha inversión de todo tipo. Económica, de tiempo, de esfuerzo, de mente, de creatividad, de sentimiento y de fe.

Se sacrifican momentos personales por invertirlos en un proyecto.

Y todo ha valido la pena.

Tomé la decisión de decir SI a poner primero lo que yo quiero.

Nunca he podido descifrar donde comienza el amor propio y termina el egoísmo. ¿Cómo se mide?

A veces siento que la GenX (nacidos entre 1965-1980) estamos atorados entre tres generaciones muy dominantes. Los Boomers (nuestros padres) y los Millenials y GenZ (nuestros hijos) son fuertes y hasta cierto punto egoístas.

Nosotros los hicimos así. Obedecimos a nuestros Boomers en todo (al menos mucho mas que las nuevas generaciones. Tuvimos la religión que nos dieron, la educación que nos dijeron, vivimos como nos indicaron, y cuando queríamos salirnos de ese patrón nos callaban con un “No. Así no es”.)

Los mismo pasa con los Millenials y los GenZ. Los hemos ‘malcriado’ en tantas formas. Para todo los consultamos. ‘¿A dónde quieren ir a cenar? ¿A dónde quieren ir de vacaciones? ¿Dónde quieres vivir?’

Somos una generación atrapada al servicio de dos o tres generaciones. Y es muy cansado.

Por eso, yo ya no me voy a disculpar si me va bien.

No es egoísmo, es solo una imitación de lo que fueron los Boomers y lo que son las generaciones nuevas.

Soy parte de la generación X, o sea nada. X que se tiene que despejar. X que significa incógnita.

Nos toca celebrar si logramos algo. ¿Qué no?

Es muy difícil disfrutar los logros sin caer en la soberbia.

“Ya se le subió”, dicen.

¿Qué es lo que se sube?

¿El ego? ¿La autoestima?

Una vez me dijeron que si la gente no habla es porque no estamos causando impacto.

¿Por qué a veces el que te vaya bien te aleja a personas de tu vida?

Yo no me quiero disculpar por ser disciplinada, organizada, no quitar de la meta mi visión, planear, equivocarme y remediar, aceptar mis errores y escuchar a mi equipo cuando algo no estoy haciendo bien.

No me voy a disculpar por echarle todas las ganas, ni mucho menos porque a la medida que pasa el tiempo, las cosas parecen salirme mejor de lo planeado.

Quiero disfrutar de una cosecha rica en mi vejez, fruto de tanto esfuerzo, trabajo y dedicación.

La verdad quisiera que a todos nos fuera bien y ya.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂

Diciembre

Diciembre se me hace un mes muy apresurado. Cuando menos pienso, ya es Navidad y como si en automático hubiera hecho todo.

Son fiestas, preparaciones, vueltas y al mismo tiempo es como un tiempo melancólico.

Ir a la ciudad que te vio crecer y reunirte con las amistades con las que te formaste en tu juventud es parte de este mes donde todos regresan a sus familias por las fechas.

Época fría, el aire huele diferente y cada reunión se acompaña por comida de la temporada. Los descorches están a la orden del día, a cualquier hora.

Es un verdadero arte acomodar el calendario para cumplir con tantos compromisos sociales.

Uno gasta mas de lo que se presupuesta porque nunca falta el ‘regalito’ que quieres dar.

Dar y obsequiar cosas materiales es mejor que recibir, y estas épocas se presta para eso.

Los focos, las decoraciones y las canciones navideñas están por todos lados. Los arbolitos y tanto arte que lleva cada guirnalda nos alegran la vista y el alma.

Me gustaría poder juntarme con toda la gente que quiero. No importa si los vi hace 40 años o 40 horas. A veces me llega una necesidad de tener frente a mí a cada uno de los que he conocido, he querido, he hecho enojar, me han hecho daño y me han formado.

Cada vez estamos menos jóvenes y comienzo a ver como gente que quiero se enferma y no me gusta. Lo primero que pienso es “He perdido tiempo”.

No quiero perder más el tiempo pensando en cosas negativas. Quiero disfrutar cada día porque a lo largo de mi vida he encontrado algo porque vivir en cada uno.

A veces me inspira mi trabajo, lo cual puedo casi asegurar que ahorita me encuentro en una plenitud y satisfacción de lo que estoy haciendo y el futuro que tengo junto a mis socios que no me sueltan.

Mi familia todos los días me hacen querer ser mejor persona, comenzando con mis hijos que ya están por irse un tiempo del nido y seguido también de mi hermana y su familia, mi madre que ya no tiene 40 años, pero se cree de 20, y toda la familia extendida de primos, tíos, sobrinos y la reina de todos, mi perrita Kiara.

Diciembre viene a hacerme contar mis bendiciones, a sacudirme para el año que entra, y a recordarme que todo tiene remedio mientras tenga salud.

A veces leo que vivimos en realidades virtuales, en un ‘matrix’ donde cada uno es un personaje luchando por salir adelante en el juego de la vida.

No se si sea eso la realidad, pero por lo pronto, voy a jugar lo mejor que pueda y sepa. Ya se que me puedo sentar a llorar cuando este cansada mientras me levante rápido a seguirle.

Me gusta mi edad, lo que se, lo que he hecho porque puedo todavía volver a empezar proyectos que tal vez nunca intenté de joven.

Diciembre me pone melancólica pero también realista.

Quiero que todos pasen muy felices fiestas en compañía de la gente que los quiere.

Reciban de mi un fuerte abrazo.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 😊

Maquillando a la Señora Grande

Desde que yo me acuerdo, siempre me ha dado risa como se pintan las señoras “grandes”.

De chica me fijaba mucho en la sombra que usaban, como se pintaban el rímel de sus pestañas y también como se delineaban la boca toda chueca.

Se les notaban a las señoras grandes “algunos pelitos” en las cejas mal sacadas.

El rubor era excesivo y la base del maquillaje no se difuminaba correctamente en la base de la barbilla.

La boca semi pintada e inclusive a veces no estaban parejos ni simétricos ambos lados de la cara.

Me gustaba verlas y siempre me preguntaba ¿qué pensarán las señoras grandes al pintarse así?

Yo pensaba que era porque así les gustaba maquillarse, hasta que me convertí en esa señora grande.mu

Sí, ahora soy yo la señora grande y ahora entiendo que es el misterioso motivo del porque el maquillaje es tan raro y mal hecho.

Primero que nada, es porque ni de chiste puedo seguir usando las mismas cremas de cuando tenía 20. Tampoco los colores muy fuertes en los párpados de mis ojos, tal como el azul turqués o el rosa fucsia.

El método de limpiar tu cara (cuando no te quedas dormida antes) es diferente. Los tónicos te resecan si no son para piel madura; la crema muy grasosa te abre los poros; no usar crema para las ojeras y arruguitas de los ojos es casi un pecado imperdonable.

Pero la verdadera razón por la que las señoras ya grandes nos maquillamos tan mal es porque hemos perdido algo muy valioso: la vista.

Así es, yo ya no veo bien a la hora de maquillarme. Medio se donde quedan mis ojos y mis facciones ya que tengo 40 años arreglándome diario, pero a la hora de delinear o realmente embellecer mis ojos ya cansados y apagados, no veo nada.

Si me pongo los lentes, no puedo maquillarme los ojos. Me los pongo y estudio mi ojo. Me quito los lentes y me delineo a memoria mi párpado. Me vuelvo a poner los lentes y veo si lo hice bien o no.

Si de plano no funciona eso, entonces ya acudo a mi espejo con aumento del 15X y prendo un reflector para poder verme bien.

No me gusta ese espejo. Si me veo un buen rato, me comienzo a ver todos los defectos de mis poros, lo quebradizo de mis dientes, las arrugas en las arrugas de mi labio superior y las manchas que no son lunares sexys sino descuidos de no ponerme bloqueador solar tantos años de mi vida.

Entonces este blog es para disculparme por que siempre se me hacía muy chistoso como se maquillaban las señoras grandes. Una disculpa pública. Yo no sabía que era tan difícil hacerse “grande”.

Me reía de mi abuela porque ella a veces se desmaquillaba solo con aceite de almendras (yo ya hago lo mismo).

Me daba risa también que con su mismo lápiz labial rojo se pintaba los labios y luego con sus dedos tocaba sus labios y los aplicaba en sus mejillas para un poco de rubor. (Yo a veces hago eso cuando ando en la calle y quiero verme fresca).

Me he visto en el espejo 15X en el sol y me doy cuenta de que tengo pelos enterrados que no alcanzo a ver a simple vista y saco mis pinzas y comienzo a quitármelos, igual que mi abuela.

Me unto VICKS en los pies para que amanezcan suavecitos en la mañana y me perfumo al dormir, aunque llegue a mi cama sola, igual que mi abuela.

Si, ya soy una señora grande y no se como le voy a hacer porque arreglarme y maquillarme es para mí una terapia.

Es cuando a veces pienso y reflexiono. Es un ritual que llevo haciendo por muchos años y no quiero dejar de hacerlo bien.

Solo espero que los jóvenes de hoy no se rían de esta señora grande que todavía se pinta los labios rojos a pesar de que digan los expertos que los colores neutros y beige son mejores para las señoras de mi edad.

(La verdad nadie lo nota en redes sociales porque los filtros corrigen todo lo que uno no puede ver a simple vista).

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 😊

Paradojas

Aunque no lo crean, todavía me doy el tiempo en el día de buscar algo interesante que leer. No tengo tal vez tiempo para leer un libro entero, pero si me tomo el tiempo en leer algo nuevo, algo que desconozco o algo que nunca le he entendido para ver si al volverlo a leer le entiendo.

Una palabra que me topé esta semana fue la palabra PARADOJA.

Si me dicen, “Gina, usa la palabra PARADOJA en un enunciado”, yo les voy a decir “Voy a googlear la palabra PARADOJA”.

PARADOJA. Hmmm, bien puede ser una de mis palabras favoritas este mes.

Paradoja significa algo contradictorio a lo que se cree verdad. O sea, es como hacer lo contrario a lo que se quiere lograr.

Por ejemplo, esta semana, una paradoja que hacemos muy seguido es el tener que gastar (invertir) dinero, dejarlo ir, para que regrese el doble.

“Para hacer dinero hay que perder dinero”

Otra paradoja que se me ha aparecido en mi vida es que “las personas más persuasivas son las que calladas escuchan, observan y alegan menos.”

“Hacer cosas que parecen de mucho trabajo, con el mínimo esfuerzo”

El llamado “finge que eres hasta que seas”

“Entre mas aprendes te das cuenta de que menos sabes”, decía Albert Einstein.

“Vete despacio para que llegues de prisa” … esta paradoja la tengo que aplicar hoy mismo

“No por que tengas mas noticias significa que sabes más” … una paradoja más sobre la calidad vs cantidad.

Dicen también que la muerte le llega al confiado. Y es cierto. Cuando sientes que dominas algo, haces confianza y es cuando ocurren los accidentes.

Los fracasos te llevan al éxito… como dicen “los golpes en la cara endurecen la quijada”

Carlos, mi socio en La Revista Binacional usa muchas paradojas cuando estamos en juntas. La mas reciente que aprendí fue que reducir algunas cosas en la empresa no necesariamente es ir hacia atrás, sino que es para el crecimiento a largo plazo… un paso hacia atrás para agarrar vuelo.

“Vive antes de morir” … la paradoja que todos olvidamos hacer hasta que alguien joven muere.

Otra contradicción en la vida diaria es que para hacer mas cosas hay que decirle que NO a muchas otras.

“Habla menos, para que te escuchen más”

“Estar conectados hoy en día a las redes sociales nos desconecta de la vida real”. Así es. Menos platicas con los celulares en la mesa, y mas platicas viendo a los ojos de los que nos acompañan.

“Deja de buscar lo que quieres para que eso que quieres te encuentre a ti”. Esto me consta que es verdad. El día que yo dejé de buscar algo fue el día que ese algo me encontró a mí. Es como si te quedaras quieto y entonces eres más fácil de alcanzar por una meta.

“Eso que te da tanto miedo hacer, hazlo” … tal vez la respuesta a nuestras preguntas está al otro lado de eso que tanto miedo nos da hacer.

Benjamín Franklin una vez explicó una paradoja muy interesante: “El día que dejes de cambiar es el día que dejas de vivir”. Y sí. Es de vivos y la vida misma el ir cambiando. El día que no cambies ya nada es porque el fin está cerca.

Así que vale mas que cambie algo, de perdida el color de mis uñas.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 😊

Balance entre La Vida y La Muerte

Siempre anda uno diciendo que el día debería de tener más de 24 horas porque el tiempo no alcanza.

En mi experiencia de vida, yo estoy casi segura de que, si el día tuviera más horas, no íbamos a ser más productivos, sino que solo usaríamos esas horas para perderlas o usarlas para dormir.

Las horas alcanzan perfectamente si las usamos como debemos.

Creo que así como están los días funcionan porque fisiológicamente estamos ya programados desde la naturaleza a trabajar y descansar como lo hacemos.

Si, claro. Hay días en los que de plano no tienes un minuto de descanso, tienes mil compromisos y a todos vas a cumplir y no sales de una junta de trabajo para entrar a otra.

Es también el tiempo empleado en el camino hacia el trabajo atorado en el trafico de la ciudad donde vives.

A veces los semáforos cambian hasta 4 veces y tu no te mueves del mismo lugar.

No siempre se puede dar uno el lujo de comer en mesa, en forma y sin revisar el celular.

A veces, en el día a día, uno come en el escritorio, llenando sin querer los teclados de la computadora de mendrugos del pan de tu torta que llevaste para comer.

Te bañas rápido, queriendo quedarte en el chorro de agua tibia todo el día. Te medio arreglas y te medio peinas. Medio ves la televisión y medio platicas con tu familia.

Le queremos echar la culpa al tiempo.

Que se va muy rápido; que no alcanza; que vuela; que no dura.

Lo único que hacemos al hacer eso es dejar de disfrutar cada minuto que pasa.

Es increíble como no sabemos cuando va a ser nuestro último minuto. Nuestro último texto, la última foto, la última reunión, el último abrazo.

Cuando una persona joven muere, me lleno de miedo. Mucho mas que de tristeza, mi sentir es de un miedo a no saber cuando me va a tocar a mi morir.

Se que es bueno despertar sin tener la muerte en mente, pero creo que también eso nos hace un poco irreales. Todos vamos a morir, solo que unos antes que otros.

No quiero estar toda preocupada por la muerte. Con preocuparme por la vida tengo.

Pero, ¿Cuál es el balance ideal sobre eso?

Ni puedo andar toda nerviosa por la muerte inevitable, ni puedo vivir como si fuera inmortal.

A veces te dicen que vivas el día como si fuera el último, CARPE DIEM, Seize the Day.

Pero si eso fuera aconsejable y viviera mi día como si fuera el último, todas las noches yo me dormiría con mi cuenta de bancos en ceros; hubiera texteado a todos los que quiero; me cenaría mi comida favorita; acomodaría mi cuarto para que no digan que soy un desastre con mis cosas.

No se cual sea el balance para vivir en paz.

Por lo pronto hoy pensé mucho en la muerte y como sería.

Quiero que sea cuando este muchísimo más vieja.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 😊