Eres Anfitriona

Mariana Eres había invitado a varios de su oficina a un almuerzo tipo ‘brunch’ en su casa.

Se encontraba frente a la estufa. Su estufa tiene 4 hornillas a los lados y una grande en medio como para una plancha o un comal grande.

En cada hornilla, tenía una olla. Una tenía chorizo con papas. Otra tenía los frijoles. La otra tenía carnes frías, otra para huevito y en medio un comal grande donde estaba calentando unas tortillas de harina.

El aroma a café dominaba hasta que el del chorizo impregnó todo el ambiente.

A Mariana le gusta tener la estufa llena de ollas. Le gusta cocinar y mas le gusta ser anfitriona.

Es muy curioso como cada una de la ollas o sartenes necesitaban un cuidado especial.

Las papas se deben de mover mas rápido para que no se peguen, sin embargo, son las que más tardan en cocinarse.

Mariana veía que el tiempo en el reloj corría y todavía le faltaba tanto por hacer.

Tenía que terminar de colar el café; el champagne para las mimosas tenía que enfriarse más; la mesa debía ponerse bien con la mejor vajilla y ella debía arreglarse.

A medida que pasaba el tiempo, mas se estresaba porque no avanzaba.

“¿Qué hice?”, se preguntaba a sí misma.

“¿Por qué me comprometí con tanto?”

Mariana movía las ollas, picaba la fruta y las servía.

El mantel y las flores combinaban perfecto.

Las naranjas se exprimían mientras ella se daba cuenta que el tiempo corría.

¿Por qué se sentía tan presionada Mariana?

Los frijoles se sazonaban, quizá les faltaba un poco de grasa para quedar perfectos.

Faltando media hora para que llegaran los invitados, Mariana se comenzó a arreglar. Su cabello era un desastre y no sabía si iba a alcanzar.

Las hornillas seguían ocupadas, seguía Mariana revolviendo, volteando y revisando cada sartén y cada olla.

La casa olía a una rica combinación de café, frutos y guisados.

A las 11 am en punto llegaron los primeros invitados.

Mariana estaba lista. Agotada quizá. No estaba muy contenta con el resultado de la frittata de huevo. Las flores no estaban tan frescas como las quería.

Los invitados ni cuenta se dieron. Disfrutaron su almuerzo y alabaron las manos de Mariana que prepararon todo.

Mariana, tan anfitriona, tan ‘mortificada’ por quedar bien.

¿Será que el querer quedar bien con todos es una herida de rechazo de su niñez? ¿Será su mecanismo de sanación de un abandono emocional que tuvo?

Mariana, cansada pero sonriente, a penas pudo sentarse a probar el primer cafecito de su día. Satisfecha no al 100 con su desempeño como anfitriona, pero al final sabiendo que estaba lista para organizar la que sigue.

Gracias por seguir aqui. Fallé dos semanas seguidas y me di cuenta que no pasa nada.

Nos vemos el próximo MIERCOLES 🙂

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