Sin Rutina

Todos los días eran iguales para mi, ó al menos, muy parecidos el uno del otro.

Me levantaba, me tomaba una pastillita en ayunas que me ayuda con la tiroides, me esperaba media hora para tomar café y mientras tanto veía mi agenda del día.

Me tomaba mi cafecito, con crema y azúcar en la misma taza de siempre. Cuando iba a la mitad, la dejaba en mi buró de mi cama, me cambiaba para ir a caminar y sacar a la Kiara mi perrita.

Me iba con ella por la misma ruta de siempre, por detrás del edificio donde está la cochera hacia una entrada estrecha que da a la acera de enfrente del complejo de apartamentos donde vivimos.

La perrita ya se sabía la rutina. Ella sabía dónde iba a parar, dónde iba a cruzar la calle e incluso lo que me iba a tardar en darle la vueltota tempranera.

Ella sabía que al volver a la casa, le iba a quitar la correa y ella saldría corriendo a tomar agua mientras yo agarraba su plato y le servía su comida de la mañana.

Después me iba a meter a bañar rápido porque mi hermana me iba a hablar rumbo a su trabajo y me gustaba platicar con ella todos los días, mientras me maquillaba y terminaba el café ya frío que había dejado en el buró.

Después (antes de trabajar en mi nuevo proyecto), lo que hacía era sacar lo que iba a cocinar a medio día, y comenzaba a ver correos electrónicos para agendar citas y ver qué mas seguía.

Las tardes cambiaban un poco si recibía una invitación por parte de mis amigos ó familia para salir a dar una vuelta por San Diego.

Pero esos días ya no son iguales.

Desde fines de mayo, cada uno de mis días es diferente, lleno de sorpresas y cosas bonitas.

Para ser una persona muy rutinaria, este nuevo cambio al principio me tenía un poco agobiada pero ahora entiendo que este agobio se ha convertido en felicidad plena.

Me estoy acostumbrando a no tener una rutina establecida y segura. Me está gustado esto de tomar decisiones a última hora y no me da miedo.

Les confieso que si me ha costado un poco físicamente y emocionalmente adaptarme a que todos los días son diferentes. Pero ¿saben qué? Ya no quiero volver a esos días exactamente iguales que solía vivir. (Aunque mi hermana, mis hijos y mi Kiara extrañen que siempre esté disponible).

Todo iba bien hasta allí  pero de pronto tuve una corazonada. Estoy trabajando mucho junto a mi nuevo equipo de trabajo para lanzar un proyecto que cruzará fronteras. Y me di cuenta que lo que estamos haciendo es trabajar sin parar para que un día todo quede en automático y podamos disfrutar de otras cosas como empresa.

Es decir, todo este trabajo diferente cada día es para lograr una estabilidad uniforme un día. Y no he podido dejar de pensar entonces ¿estamos los seres humanos condenados a querer ser rutinarios para tener paz emocional, física y mental?

En todo el internet hay artículos que te dicen “cómo salir de la rutina” y sin embargo siento que lo que estoy haciendo es para crear una rutina para que funcione el proyecto. (¿Me contradigo?)

Sea lo que sea, voy a vivir el hoy porque estoy segura que será totalmente diferente a todos los demás días que viva.

Lo único que se es que si esta plenitud en todos los niveles de mi ser se hace rutinaria, la acepto con brazos abiertos.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂

Motivos de Disciplina

“La motivación es lo más importante”, nos dicen los Coach de Vida.

Coach de vida. Conozco a muchos. Unos mejores que otros pero al final todos con la intención de enseñarnos a reconectarnos con nuestro más íntimo YO y ver como logramos motivarnos para salir adelante.

Basta abrir cualquier red social para leer una frase motivadora para que nos de esa fuerza de seguir adelante.

“La vida es una, vívela”, nos grita la pantalla del computador cuando abrimos PINTEREST.

Todos tratamos de ser positivos, de siempre verle el lado amable a las cosas, de estar motivados a seguir adelante a pesar de tener muchos motivos para rendirse.

Supongamos que todos estamos motivados por algo. Pueden ser tantas cosas las que nos motiven. Es más, sobran las motivaciones.

Si todos estamos motivados, con la idea clara de lo que queremos y sabemos como lo tenemos que lograr, ¿porqué entonces a veces nos sentimos derrotados, desganados y con intenciones de rendirnos?

La respuesta es sencilla: No tenemos la disciplina para seguir el plan.

Se los explico en el siguiente ejemplo para que visualicen:

Mary compró un bikini, de esos muy pequeñitos donde apenas le va a cubrir lo que debe cubrir. Ella sabe que ahorita no le queda bien porque la pandemia la hizo subir unos kilos. Mary está motivada porque se quiere poner ese bikini en el verano. Ella tiene el plan alimenticio que le dió su nutrióloga y tiene tambien esa membresía del gym para combinar unas rutinas y bajar ese peso.

Anita supo que Mary compró un bikini y se le hizo muy padre hacer lo mismo. “Así nos motivamos las dos”, convencía Anita a Mary cuando le platicó el plan.

Las dos amigas motivadas comenzaron muy bien. Anita un día no fue al gym porque tuvo trabajo a deshoras. Mary no fallaba al gym y cuando no comía lo debido, duplicaba su tiempo en el gimnasio. Anita fallaba seguido y las comidas de negocios interrumpían su dieta. Tenía días que se abstenía de comer totalmente para recompensar sus fallas en dieta y rutina de ejercicios.

Mary en las comidas de negocios se cuidaba y si no podía, buscaba la manera de hacer más ejercicio para quemar las calorías extras.

Anita no bajaba nada aún cuando duraba días sin comer. Mary iba bien, comenzaba a notarse su esfuerzo, dedicación y disciplina.

Tal vez muy nulo el ejemplo pero fue lo único que se me ocurrió para transmitir lo que yo visualizo cuando me dicen que la falta de motivación lleva al fracaso. Yo digo que es la falta de disciplina lo que no nos permite avanzar.

Por más que deseamos algo, queremos lograr algo y estamos totalmente motivados, si no tenemos una disciplina para lograrlo, vamos a fracasar.

Anita nunca se desmotivó. Se sentía con todas las ganas de lograr su objetivo. No es que Anita la tuvo más difícil. Es que Mary supo como esquivar las trabas para no descarrilarse de su plan a lograr el objetivo. Su disciplina fue más fuerte que su motivación.

Ahora bien, ¿qué pasa si somos muy disciplinados y hacemos las cosas bien en algo que no nos gusta hacer?

A lo largo de mi vida he conocido personas tan disciplinadas, tan metódicas que hacen todo perfecto en su area de trabajo. Nunca se equivocan, lo hacen “con los ojos cerrados”.

Esas personas, aún disciplinadas, carecen de motivación porque están en un lugar diferente al de sus sueños. Yo he sido de esas personas muchas veces en muchas ocasiones. Estoy haciendo las cosas muy bien pero no tengo motivación para hacerlo. Me da lo mismo.

Esto tambien lleva al fracaso de los proyectos. Nadie quiere dedicarse a algo que no le gusta hacer.

¿Cuántas veces has tenido un trabajo/proyecto que no te gusta, te cansa pero tienes obligaciones que cumplir y no hay más? Seguir allí te hace disciplinado para poder cubrir los gastos que con ese trabajo logras pagar. Pero no estas motivado y cualquier rato truenas. Pasa y con justa razón.

No podemos avanzar si no balanceamos motivación con disciplina.

Dejemos de decir “Ay, mañana lo hago” y hagamos una lista de pendientes para llegar a un objetivo. La satisfacción de ir tachando la lista es motivación suficiente para seguirle.

Ponte metas diarias, semanales y mensuales. Paso a paso. Día a día. Motívate a que hoy sea mejor que ayer. Al principio se siente como si fuera mucho trabajo pero despues de unos días, la disciplina es espontánea y natural.

Así que ya saben. Háganle caso a sus coach de vidas y tambien a sus mentores que siempre tienen todas las herramientas para disciplinarte fácilmente.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂