El Miedo a lo Inofensivo

Otro blog de insectos.

Es que en esta ciudad la naturaleza es muy variada. La población realmente ama a todo tipo de bicho y animalito de la creación.

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Happy dog in Lazy Dog Restaurant & Bar @Mission Valley, San Diego Ca.

No solo los perros pueden entrar a los supermercados y a los restaurants, sino que la empatía que muestran los que viven en San Diego por los insectos es muy peculiar.

En la alberca de los depas donde vivo, por ejemplo, estaba una abeja muy enfadosa. De esas que vuela bien pegada a tu cara como sabiendo que te pones nervioso.

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Mis hijos y sobrinos mejor se iban a nadar al otro lado de la alberca (no por miedo sino puritita precaución).

Yo como que ya me comenzaba a estresar y me quedaba muy lejos la chancla para eliminarla.

(Cálmenla todos, sé que las abejas son bien importantes para que la naturaleza y todas las cadenas alimenticias funcionen pero NO quería que me picara. Disculpen mi egoismo).

Mi hermana es igual. Ella me hubiera dicho “Mátala”. Mi mamá ya la hubiera matado y le hubiera hecho autopsia (porque le encanta a mi madre descuartizar insectos).

Por todos lados hay animalitos. Lagartijas multicolores, cadenas de hormiguitas en los parques y bichos voladores de colores.

En las mañanas, cuando voy a dejar a mis hijos a su escuela (6:30am), las flores a lo largo de la banqueta está llena de colibríes. Mueven sus alas tan de prisa que pareciera que no tuvieran y sólo flotaran. Me gusta que vengan a estos jardines. Nos ponen muy feliz.

Hemos descubierto parques, muchos de ellos, porque estoy decidida a descubrir el lado ‘gratis’ de San Diego. Ese lado que no tiene nada que ver con ir a restaurants caros a orillas del Océano Pacífico. Ese lado que no es ir a los parques de diversiones como Sea World, Legoland, San Diego Zoo, etc. Tampoco el lado de las tiendas de Fashion Valley donde ni siquiera tienen precios las cosas porque se supone que las puedes pagar, cueste lo que cueste.. (Buenooo, nomás de vez en cuando iremos a todo eso).

Mi hermana y yo nos hemos dedicado a buscar parques y cosas padres que descubrir. Cosas “no turísticas” y hay mucho que hacer!

Una de las cosas más padres es ir a la playa. Siempre es gratis. Siempre está abierto y ya es tu decisión comer en algun lugar de allí ó llegar por un bote de Kentucky Fried Chicken. Es decir, uno gasta dependiendo del presupuesto. Habrá días en que si podamos ir a un George’s at the Cove (en La Jolla) y tambien habrá días en que podremos ir a la playa con una pizza de $5.00 del Little Caesar’s. (A todo se adapta uno, la verdad).

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El lúnes, al recoger a los niños de la escuela, nos fuimos a Belmont Park y comimos allí unos hot dogs deliciosos. Nos tendimos en la playa. Estaba muy nublado y por primera vez en estas casi 3 semanas que tengo aquí me dió frío.

Los mas chiquitos se metieron a la playa.

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Estábamos Luisa Fda mi hija, mi hermana Michele y yo muy agusto en unas sillas playeras chaparras en la arena fresca.

De pronto en mi cabeza oigo un zumbido..  bzzzzz!

No le hice caso pensando que se iría pronto ese ruido.

Pero seguía hasta que mi hermana me grita, “Un Mayate!”

Brincamos las tres.

Efectivamente era un mayate. Grandote. Gigantesco.

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Mayate, nombre náhuatl que significa NEGRO, describe lo que es un escarabajo pero de diferentes colores.

Su verde metálico lo hacía verse más lindo.

El mayate nos correteaba. Realmente corría y el mayate atrás de mi. Ya sólo me correteaba a mi.

Mi hermana y mi hija ya estaban riéndose. Corrían tambien pero veían que el mayate a la que buscaba era a mi.

Las demás personas a nuestro alrededor ni se movían ni se estresaban. Más bien no entendían cual era la tragedia.

“Oh, its a green figbeetle”, decían con cariño a la cosa esa. (Figbeetle es que come higos).

Por fin se estacionó en la toalla blanca de un gringo. Se quedó allí toda la tarde.

Nosotros tambien toda la tarde vimos el Océano Pacífico con un ojo y con el otro vigilamos al mayate.

¿Porqué me daba miedo?

O sea, miedo de  hasta correr casi bichi en la playa por tal de que no se me pare en la piel.

Yo se que es un animal inofensivo.

Sé que no hace nada, solo vibra y suena mucho al volar.

Desde que eramos niñas, nuestros tíos nos enseñaron a amarrarle un hilo y hacerlo volar mientras vibraba. Era el entretenimiento en aquellos días hasta que llegó el Atari.

Yo se que es inofensivo pero aún así me da ‘cosa’ que se me trepe ó que se enrede en mi cabello.

¿Porqué le tememos a lo inofensivo? Una vez hice un blog de fobias sobre como la gente le teme a cosas raras no necesariamente dañinas.

Ese temor es lo que nos hace quedarnos estancados en una misma vida miserable. Ese miedo a lo inofensivo que tememos nomás porque si.

Tal vez, más que miedo es un disgusto.

No me gusta como se sienten las patitas pegajositas en mi brazo.

No me gusta el ruido que hace al volar. Ese zumbido tan recio.

El color verde metálico me hace sentir que es un super villano que sólo Spiderman puede detener.

Yo se que hay cosas que no me hacen daño y sin embargo prefiero evitarlas.

Así hay personas, situaciones y circunstancias.

Son como ‘mayates’ inofensivos. Zumban y andan volando haciendo ruido. Se ven como que atacan pero no hacen nada.

A veces nada mas no te gustan.

A veces nada mas te gusta verlas de lejos.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂

 

 

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