A veces se pierde:
- La razón
- El rumbo
- La dignidad
- El trabajo
- El vuelo
- La oportunidad
- La vista
- La identidad
- La virginidad
- El control
- Peso
- Las esperanzas
- El ritmo
- Un ser querido
- en el juego
- en el amor
- en la guerra
- etc
Pero hoy les voy a hablar de lo que perdí esta semana: la paciencia y todo.
Primero les voy a platicar como perdí la paciencia.
Fuí al aeropuerto de la ciudad de Mexicali por mis hijos que llegaban de Chihuahua. Todo iba perfecto.
El camino sin tráfico, yo con muy buen tiempo para llegar a estacionarme y bajarme por un café a esperarlos y todavía no estaba espantoso el calor.
Llego y me formo en la fila para ingresar al estacionamiento. Presiono el botón, tomo el boleto y luego ingreso a buscar un lugar.
Busco y busco.
Nada.
Ni un solo estacionamiento y luego me doy cuenta que detrás de mi hay 10 carros buscando igual.
Decido salirme del estacionamiento porque no hay nada. Llego a la salida donde estan las barras automáticas e ingreso el boleto (yo suponiendo que no debo nada porque estuve menos de 10 minutos dentro del estacionamiento).
$40 pesos
Eso dice la máquina que debo. Nomás volteo los ojos porque se me hace injusto el monto cuando veo que no se puede pagar afuera. No hay donde meter monedas ni tarjetas.
Como puedo doy un reversazo con la suerte de que nadie estaba detrás de mi y me encuentro a un señor con uniforme del aeropuerto.
Bajo la ventana de mi carro, le bajo a la música de Elton John que venía oyendo y le digo, “Oiga, buenos días. ¿Cómo le hago para salir?”
El señor se estaba terminando un ‘taco de hielera’, de esos burritos de tortilla de harina delgadita.
Hace bola el papel aluminio donde estaba su taco y va hacia mi carro.
“No, pues tiene que pagar su boleto señito”, me dice mientras se limpia los bigotes con la manga de su camisa.
“Pues ya sé”, le digo todavía con voz calmada, “¿dónde pago?”
Y el señor, “Pues adentro están las máquinas para pagar. En cuanto pueda se estaciona, paga y se puede ir”.
Me quedé viendo el horizonte un buen rato. Se baja un señor que venía detrás de mi tambien y me toca la ventana.
“¿Qué le dice el señor? ¿Dónde pagamos?”, pregunta ya medio desesperado.
“Pues dice que adentro. O sea, para poder salir tenemos que estacionarnos, bajarnos, pagar y luego salirnos. Estacionarnos por fuera y luego caminar.” Me sentía muy tonta explicando lo inexplicable.
Estaba encerrada en un estacionamiento sin poder salir.
“Oiga, y si le doy dinero y mi boleto y me lo paga. ¿Me hace el favor?”, le suplico al señor del estacionamiento.
“No tengo autorización de hacer eso. Luego todos van a querer mandarme a hacer lo mismo”, me decía el señor mientras se tomaba una Pepsi de botella de plástico.
Comenzaba ya a PERDER la PACIENCIA.
No lograba entender el funcionamiento de un estacionamiento. Eramos como unos 15 carros dando vueltas sin salida en un estacionamiento totalmente lleno sin un solo lugar. Había carros hasta en huecos donde no se debían estacionar.
En eso veo que sale un carro de un lugar donde claramente no era estacionamiento legal pero el lo había adaptado como tal. Me esperé a que saliera y me metí yo despues. En eso recibo llamada de mis hijos que ya estaban esperandome.
Tenía 30 minutos ya dando vueltas buscando un estacionamiento que nunca llegó. Me metí corriendo a pagar y abrazar a mis hijos para ya poder salir.
Al salir el señor del estacionamiento estaba sentado cerca de la salida y solo me hace una seña con el dedo tipo “thumbs up” y muy sonriente como diciendo “¿Ya ve? Todo está bien calculado en este estacionamiento”…
Me fui de allí muy traumada con la administración. Perdí la PACIENCIA porque literalmente no podía creer la situación tan tonta en la que estaba… Como ratón en laberinto sin salida…
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Ahora les voy a platicar cuando perdí todo.
Despues de hacer un mini mandadito en Calimax, llego a la caja para pagar.
“Son $1250 pesos”, me dice la cajera muy amable mientras me da los boletos del Carrito Loco.
Abro mi cartera para sacar mi tarjeta de débito y NADA.
Estoy segura que mi corazón dejó de latir un rato.
Busqué por toda la bolsa, en todos los compartimentos y zippers escondidos. Nada.
No había ni tarjetas de crédito, ni de débito ni mi licencia. Ni siquiera la de la VONS con la cual me dan descuentos.
Por suerte, siempre traigo un “dinero escondido” para una emergencia.
Pagué con efectivo para salirme ya de la tienda y al ver a mi hermana le digo “Todo lo perdí”.
Ya sé. Falta música dramática en este momento para amenizar la lectura.
Llegando a la casa de mi hermana, vacié mi bolsa. (Qué cochinero se junta en un ratito. Papeles, recibos, chicles, monedas)
Nada, ni rastro de las tarjetas ni de la licencia.
Nos fuimos al carro y lo registramos todo.
Nada.
Era todo tan raro.
Me puse a hacer memoria de todos mis pasos ese día.
En el cine no había pagado nada porque mi hermana lo había hecho. No traía pesos y el acuerdo era que yo iba a cambiar unos dólares despues para pagarle mi parte del cine. (Llevamos a los niños a ver TOY STORY 4, que siguiendo el tema trata de ‘juguetes perdidos’)
Me fuí en el carro a la casa de cambio que había visitado. Ya estaba cerrada pero busqué en el estacionamiento y nada.
Hablamos al cine y no había nada en “artículos perdidos”.
Toda triste y sin explicarme qué había pasado, me puse a cancelar mis tarjetas. Revisé saldos en línea y todo parecía normal.
Me preocupaba mucho tener que manejar sin licencia hasta San Diego desde Mexicali pero pues ni modo.
Decidí no llorar ni traumarme. Ya había solucionado todo menos lo de la licencia pero tambien tenía arreglo fácil.
¡Qué gacho se siente cuando uno pierde cosas así! Papeles ó documentos de importancia.
Lo perdí todo.
Y no pasa nada. Creo que esto fue la más grande lección. Al final de cuentas, no pasa nada, solo son contratiempos y ya.
El día que me regresé, al subirme al carro, comencé a tirar papeles porque veía muy desorganizado todo.
Al meter la mano en un hueco de la puerta de donde manejo, sentí algo raro.
Así es. Eran todas mis tarjetas, licencia y hasta un dinero enrollado en un cupón.
Todo estaba allí.
NO me pregunten como apareció todo. Los rezos de mi madre, el “ánima de la basura” ó los “aluxes”, pero todo regresó y apareció en un lugar donde ya habíamos buscado mi hermana y yo.
No se si me sentí más bruta haber perdido todo ó haberlo encontrado cuando ya había cancelado todo.
Asi estuvo.
No me PIERDAN el respeto.
🙂 (ando distraída)
NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂
😍😍😍