La Barrida

No me gusta barrer ni trapear pero pues es algo que se tiene que hacer. No es el hecho de hacerlo sino tal vez es que me quita tiempo de mi día y últimamente traigo los segundos contados.

La otra vez, decidí barrer un día antes, ya en la noche. En mi cerebro, yo pensaba que así adelantaría mucho si barría la casa entera y hasta el otro día ponerme a trapear con Fabuloso morado.

Eso hice. Moví muebles, quité tapetes y barrí super bien. Hasta me felicité yo misma. Es impresionante la cantidad de polvo y papelitos que se juntan y que a simple vista no se pueden ver. (Tanto que me dicen que en San Diego no hay polvo. Pues sí hay).

Me dormí contenta de mi nueva manera de organizar la limpiada de la casa.

El día siguiente, preparé la cubeta con el agua y el Fabuloso. Kiara, mi perrita, al ver el trapeador, salió corriendo a esconderse. Todavía no sé qué experiencia tuvo con el trapeador pero le tiene mucho miedo.

Comencé en el pasillo cerca de las recámaras de mis hijos. Me fuí trapeando y quedaba como que con marcas el piso. Por más que quise, mi piso no estaba quedando como siempre.

En eso capté. El piso tenía polvo de nuevo. En solo unas horas, mi piso y mi casa ya tenían una ligera capita de polvo otra vez. Yo digo que es porque siempre tengo ventanas abiertas para que circule el aire (aunque tambien se presta a que entre polvito).

Ugh. De nada había servido la barrida que dí un día antes. Al ir trapeando, se iba haciendo lodito. Decidí mejor volver a barrer y despues ya trapear. Fue una pérdida de tiempo doble pero bueno, ya no me vuelve a pasar.

Mientras trapeaba y resongaba y cantaba las canciones en un playlist de Spotify llamado “Canciones para limpiar la Casa” (no es broma, sí las escuchamos mis hijos y yo cuando nos ponemos a limpiar toda la casa), me puse a reflexionar sobre esta experiencia.

¡Qué importante es primero barrer y luego trapear!

No puede uno brincarse pasos ó cometemos la falta de perder tiempo en retrabajo.

No puede uno ‘trapear’ encimita de la tierra porque hacemos un batidero.

Barrer.

Tan simple verbo pero que al final significa mucho.

Barrer (en su significado mas simple) no es mas que arrastrar hasta eliminar lo que no sirve de una superficie para poder dejarla lista para otra cosa.

Es un paso tan sencillo y necesario para seguir con la limpieza.

Si no se hace bien, es contraproducente trapear.

Lo mismo pasa si aplicamos esto a la vida real.

¿Cuántas veces se comienza una relación amorosa nueva sin antes barrer bien el corazón? Las personas tendemos a trapear un corazón lleno de polvo y basura de una relación anterior con un ‘fabuloso’ ser nuevo. Por eso sentimos que no funciona, porque no era el tiempo todavía. No habíamos barrido.

Lo mismo pasa cuando queremos comenzar un proyecto laboral nuevo. Esa mala costumbre que tenemos de querer hacer todo a la de “YA” sin tomarnos el tiempo de prepararnos. Nos ponemos a trapear nuestro proyecto sin antes barrer bien todas las dudas que se puedan tener en el planeamiento del mismo. Despues ya metidos en el compromiso del proyecto vemos un lodazal que tenemos que estar limpiando causando pérdida de tiempo y por consiguiente dinero.

Con los hijos al educarlos; nosotros mismos cuando hemos estudiado; con amistades que hemos abandonado… se nos olvida ‘barrer’ antes cualquier basurita y pretendemos ahorrarnos tiempo trapeando sin hacerlo y es por eso que a veces no funcionan algunas cosas.

Barrer antes de trapear debe de ser siempre nuestra filosofía para no brincarnos pasos de procesos perfectos.

No podemos contentarnos sin pedir primero disculpas (luego quedan resentimientos)

No podemos gastarnos el dinero sin antes ganarlo (luego uno se endeuda)

No podemos pintarnos las uñas sin quitar el esmalte anterior (luego quedan todas feas)

No podemos operarnos sin hacernos análisis clínicos generales (luego nos morimos en la plancha del quirófano)

No podemos entender el final de un cuento sin leer su principio ni mitad (luego nos perdemos de toda la trama)

Todo esto me vino a recordar la importancia de la secuencia en nuestras vidas. Es algo tan simple que lo aprendemos desde que estamos en el kinder.

Recuerdo perfectamente enseñar las secuencias de varias tareas a mis alumnos de 4 años cuando era maestra de PreKinder. Secuencias que por ‘lógica’ se podían resolver. Mis alumnos lo captaban muy rápido porque era lo que hacían en sus vidas, sin ninguna otra distracción.

Las secuencias: algo tan importante y sin embargo tan simple que se nos olvida practicarlo.

Si todos analizáramos la secuencia de nuestros actos antes de hacerlos, quizá toda consecuencia sería positiva al primer intento.

Pero olvidamos las bases de todos nuestros conocimientos porque nos creemos los muy ‘capaces’ a nuestra manera.

“Sí podemos”

“Soy muy aventado”

“Diremos que SI, ya despues vemos el COMO”.

Y a veces, una simple barrida sin secuencia de la trapeada nos aterriza a que despues de barrer se trapea inmediatamente, pero nunca jamas se puede trapear sin barrer.

Así que pensemos un poco más acerca de las secuencias de nuestros actos en diversas partes de nuestras vidas.

Vamos a barrer. Barrer bien.

Ya despues, trapeamos.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂