Indispensable

En uno de los vuelos hacia la boda de la Latosetung (mi amiga Laurelena) con Raúl, se sentó una señora de Mexicali enseguida de mi.

Su nombre era Carolina y viajaba a bucear a Cozumel junto con su marido. Los que me conocen saben que toda la vida hablo hasta con las piedras y este vuelo no iba a ser la excepción.

Contadora como profesión e intentando bucear por hobby platicábamos de Mexicali, su esposo bombero de la CFE en Cerro Prieto me expresaba su frustración con los Aguilas de Mexicali en el béisbol de la Liga del Pacífico.

Compartimos unos Takis que compré a la señorita de Volaris y ellos habían subido hamburguesas del Burger King.

En la plática, Carolina me platicaba de su trabajo y cómo estaba nerviosa de haber dejado tantos días su chamba.

“¿Y si hay un problema y no me pueden contactar?”, me preguntaba.

Y yo, mientras me chupaba los dedos por el chilito de los Takis le decía, “Supongamos que si te localizan. ¿Qué puedes hacer a 4000 kilómetros de distancia? Más un ferry.”

“Pues sí, ¿verdad?”, me contestaba mientras mordía su Whopper del Burger King. (que se me antojó mucho).

Me tomaba mi agua y sentía que le tenía que seguir dando consejos a mi ‘Sweet Caroline’…

“Y ¿te digo algo?”, continuaba sin que nadie me pidiera hablar, “Uno siempre piensa que ser indispensable en un trabajo es seguridad de que siempre nos van a necesitar. Lo que aprendí un día fue que si en mi trabajo nadie más puede hacer lo que yo hago, me hace estancarme allí para siempre”.

“Pues eso es bueno, ¿qué no? Ser indispensable para que uno siempre tenga trabajo”, mientras le ponía ketchup a sus papitas fritas.

“Eso pensaba yo tambien”, le explicaba. “Pero un día aprendí mi lección. En una empresa donde trabajaba se había abierto un puesto a nivel gerencial. Mi jefe americano me habla y me dice que si quién de mis asistentes puede subir a ese nivel. Despues de analizarlo sugerí que Laurita era la más preparada aunque eso significara que mi departamento iba a sufir una pérdida por lo eficiente que ella era en lo que hacía”.

“¿Y entonces?”, me preguntaba Carolina ya muy atenta a lo que le decía.

“Pues que mis jefes superiores no quisieron hacer ningún cambio con ella. Era ‘indispensable’ para mi departamento y que mejor escogerían a alguien que no lo fuera”, le dije mientras me abrochaba de nuevo el cinturón del avión porque había un poco de turbulencia.

Carolina se quedó pensativa. Yo tambien me quedé pensativa porque eso era algo que había aprendido ese día. No es bueno ser indispensable. En realidad nadie lo es del todo. Pero tambien ser indispensable, mientras te asegura tu lugar en una empresa, tambien te limita a que te consideren para superarte.

Ahora bien, uno como madre se siente muy indispensable con los hijos, tengan la edad que tengan. Es una costumbre rara de pensar que sin nosotras el mundo de ellos se derrumba, ó se mueren de hambre.

Como mamá es difícil dejar todo en órden para que tus hijos sigan sus vidas como si estuvieras allí. Es coordinar desde antes invitaciones a comer, raites, dejarles dinero, pendientes resueltos.

Pero no somos indispensables. Lo pude comprobar. Por primera vez en mucho tiempo me sentí avanzando en una libertad deseada.

No soy INDISPENSABLE y no saben el gusto que me da.

INDISPENSABLE era faltar a la boda de mi amiga Laurelena y de Raúl. No podía haber excusa alguna que fuera válida.

Gracias a que soy NO INDISPENSABLE pude disfrutar de lo siguiente:

  1. Viajar con la Silvia M. como si fueramos THELMA & LOUISE
  2. Escuchar el inglés de los pilotos de Volaris
  3. Ver millones de personas en el AICM que pudieran ser los dopplegangers de todos mis conocidos.
  4. Probar la sopa de tortilla (sopa azteca) más rica del mundo en un restaurant llamado FOGONCITO.
  5. Viajar en Premium todos los vuelos por el increíble precio de $2000 pesos redondo Mexicali-Cancún.
  6. Aprender que si te sientas en donde son las salidas de emergencia (en medio) donde salen los toboganes en caso de una emergencia, como ayudantes somos los últimos pasajeros en salir del avión, antes que los de Volaris. O sea ayudamos a todos salirse. (a la hora de la hora creo que les diría, “ahi se ven” y brincaría)
  7. Sentir el golpecito de humedad al salir del avión.
  8. Tardar horas en encontrar al chofer que pensaba que eramos internacionales.
  9. Pedirle de favor al chofer del taxi rumbo al hotel que si me podía llevar a la farmacia por bloqueador solar y productos para poderme peinar. Y nos lleva a una farmacia local que tenía absolutamente todo.
  10. Llegar al hotel y que el guardia del estacionamiento no nos deje pasar porque no estamos registradas.
  11. La cena en el restaurant Ritratto D’Italia del hotel. Deliciosa.
  12. La botella de Barbera Sto Tomás 2015 (que no estaba incluída pero con todo el gusto la pagamos y la disfrutamos)
  13. Los mapaches en los jardines y en los cuartos del hotel
  14. Desvelarnos en el lobby del hotel con Lidia y Pepe y una plática que sigue pendiente de lo agusto que la pasamos.
  15. Absolut all inclusive
  16. Ver el sol salir del mar y no de montañas.
  17. El café en la terraza del cuarto rodeada de paisaje paradisiaco
  18. La playa caribeña y sus leyendas de piratas
  19. Perdernos el desayuno y conocer a Roberto, el mesero de uno de los restaurants que viene al Valle de Guadalupe a recorrer viñedos. (tambien le hicimos plática)
  20. Intentar peinar mi trasquilado cabello
  21. Pagar $150 pesos al taxi por llevarnos a donde sería la boda y que los Velez llegaran por la playa gratis
  22. Madrugar al evento y sentarnos en una salita de la entrada donde veíamos pasar a todos por detras de las puertas de cristal.
  23. Saludar a tanta gente conocida
  24. Ver a la novia espectacular (la felicidad es el mejor accesorio, no cabe duda)
  25. Participar en la celebración maya
  26. Dudar de lo que el humo del chamán contenía (como que todos nos pusimos muy contentos)
  27. Quitarnos los zapatos para ir a la playa a seguir la ceremonia con el miedo de que los zapatos no volvieran a quedar bien (todo bien, jejeje)
  28. La hamaca y las fotos
  29. Ver en acción a uno de los mejores fotógrafos que conozco (Jose Arce, @Josejacobo en Instagram)
  30. El baile de los novios y la lloradera de todos emocionados (Otras Vidas con Carlos Rivera) ♪No se si yo te encontré, ó si me encontraste tú♫
  31. El buffet yucateco, Sopa de Lima, Panuchos, Empanadas de Queso, Pescado en Achiote, Cochinita Pibil, Frijoles Negros, Arroz Blanco… me enchilé con una salsa verde que pensé que era guacamole y pues era puro chile.
  32. La Mesa 10 (Juan, Laura, Silvia, Lydia, Pepe, Grace, Efraín, Zuta, Karla, Gaby, Rury, Natalia, Lauro, el Mesero Ariel y yo)
  33. El Tempranillo de Santo Tomás
  34. El DJ que ponía todas las canciones que le pedimos.
  35. El vlog de las Cuarentonas y Felices de Normita Escandón
  36. La influencer GRACE y sus fotos maravillosas
  37. La familia del novio (el papá, la mamá hermosa, los hijos, Juan Carlos y Erika y Mara guapísima)
  38. Lo blanco de nuestras ropas vs  la nutela de las Marquesitas
  39. La madre de la novia (beautiful mother of the bride tia!) las hijas Arantxa y Mariana y los hermanos de la Novia Paulina y JoséLauro… un gusto verlos, así como a toda la familia.
  40. El atardecer en el mar sin ver como se metía el sol
  41. El brindis del padrino Victor.
  42. El agradecimiento del novio (sigo llorando)
  43. El agradecimiento de la novia
  44. Mis etapas juntas (faltó el Tuti)
  45. El cafecito CONTENTILLO (Letty, Erika, Ale, Gabriela, Norma, Carmen, Vero, Edith, Karla) sus amigas de toda la vida.
  46. Los bailables de la Laurita y Karla
  47. Lydia y sus bailes de la porra del Salva
  48. Natalia y la letra de todas las canciones
  49. Los bailes de Menudo, Caballo Dorado, Vaselina, Timbiriche (cuidándonos la ciática, los dolores de espalda y la presión arterial… y otros achaques de cuarentonas)
  50. Sobrevivir 12 horas de fiesta
  51. La hora extra de música cortesía del hermano del novio
  52. Los celulares extraviados
  53. Las flores que repartía Lucio
  54. Bailar descalza mientras Laurita movía el abanico estilo Locomía
  55. Las hamburguesas a las 4:30am en el restaurant Route66
  56. La cama deliciosa del hotel
  57. El café con Pepe Arce
  58. Despedirnos de los Cachanillas
  59. Mi voz norteña que asustaba al del Taxi
  60. Las 60 horas de felicidad que viví

Gracias por invitarme a otro evento importante de tu vida Laurelena…

Me encantó dejarte hasta la otra punta del país de la mano de el hombre que era para tí…

Los quiero.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂