No, gracias.

“No, gracias”.

Para todo mi sobrina Olivia usa esas palabras. Su voz tan tierna al decirlas.

“Olivia, ¿quieres un chicle?”

Y ella dice siempre, “No, gracias”. (quizá sí quiere, pero esa costumbre de decir NO GRACIAS para ser educada).

No se porque nos educan a negarnos muchas veces cosas que nos hacen feliz.

No es el caso de mi Olivia, pero su manera de decir “No, gracias” me hace pensar en esa analogìa.

Muchas veces tenemos la costumbre de ver que todo a nuestro alrededor esté bien. Eso significa un sacrificio personal para que esto se logre.

Nos acostumbramos a decir “no, gracias” a situaciones porque interfieren con el balance de nuestro entorno.

Son innumerables las veces que uno deja pasar oportunidades por no incomodar la paz de los que nos rodean.

Ahora que lees esto, estoy segura que se te viene a la mente algo a lo que le tuviste que decir “No, gracias”, aunque lo querías ó necesitabas con todo el alma.

A lo mejor alguna oportunidad de trabajo que tuviste que decir “No, gracias” porque en el momento significaba sacrificar otras cosas personales.

No sé, tal vez el miedo a el cambio te hizo tomar esa decisión.

Me pongo a pensar en HUBIERA, aunque no exista siempre se manifiesta.

“Hubiera aceptado la oferta”. “Hubiera acomodado todo para poder hacer esos viajes de trabajo”. “No me HUBIERA dado miedo”.

Y pasan así las cosas hasta que un momento menos esperado ves que las oportunidades se las comienzan a brindar a todos, menos a tí. Tú estás conforme, gris sin problemas. Tus superiores saben que si van contigo les puedes decir “No, gracias” y la verdad les da ya flojera tomarse el tiempo para “ver” qué decidirás.

No hay nada más fácil que quedarse en la plataforma de la comodidad donde nunca pasa nada. No me malinterpreten. A veces necesitamos esa plataforma de seguridad para sacar adelante otros proyectos.

Lo que digo es que no nos debemos estacionar por miedo a que pase.

En el amor es lo mismo. Amor de pareja, amor de padres, hermanos y amigos.

¿Cuántas veces decimos ‘no gracias’ para darle prioridad a los demás?

Como mamá, creo que está en nuestra esencia el ‘sacrificio’ involuntario. Ejemplos tan simples como desayunar lo que sobra de los platos de los niños en lugar de sentarte a la mesa y disfrutar con ellos.

Sacrificios de no poder hacer algo el fin de semana porque está como prioridad los deportes y sus actividades.

“No, gracias” a eventos con los compadres y/o amigos.

“Phhhhftttt, nunca pueden”. Es la voz colectiva de todos los que ven que nunca puedes.

Te acostumbras a no salir. A estar de sacrificada porque pues es para tus hijos.

Pero un día crecen y ellos seguirán sus caminos.

Y es cuando te cae el veinte de que dijiste muchas veces “No, gracias” en lugar de tratar de balancear para que todos tuvieran lo justo.

En el amor, a veces sacrificamos mucho pensando que así la relación dura para siempre. Tanto hombres y mujeres dicen muchas veces “No, gracias” para no incomodar ó meterse en un problema.

No hablo simplemente de tentaciones, ni de nada así.

Hablo de sacrificios simples como “¿a dónde vamos?” “¿qué película vemos?”…

Creo que ambos debemos decir “No, gracias”, así no se carga la balanza a un solo lado. Porque por más que aguante alguien, siempre llega el momento en que uno capta de todo lo que dejó pasar.

Pero la vida es muy curiosa y aunque parece patético, todo lo que te sucede te está preparando para lo que viene.

A veces llegan las mejores oportunidades cuando estás cansada de decir “NO, gracias” y le das un “SI” tan esperado que captas que era como tenía que ser.

Llegan oportunidades que te dictan tu valor porque con tanto decir “No, gracias” se te ha olvidado lo que te mereces.

Espera esa oportunidad. Cuando menos piensas te comienzan a tratar como la persona que se avienta a todo. Que corre el riesgo sin miedo. Que ama sin presiones. Que ya no dice “No, gracias”. Que dice SI. Que vive.

 

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂

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