¿Se acuerdan cuando por fin te tocaba entrar a una clase muy “divertida” en la secundaria ó prepa? No sé, tipo ‘arte’ ó ‘diseño gráfico’ ó algo por el estilo.
Yo me acuerdo perfecto que escogí como clase ‘electiva’ cuando estaba en el CETYS Prepa en Mexicali la clase de diseño gráfico. Tenía 16 años.
Nos pidieron una listota de material que comprar que en aquel entonces lo encontrabas nada mas en una tiendita para ‘arquitectos’ y que todo era muy caro. No había tantas opciones de lugares donde comprar las cosas, al menos que fueras a San Diego, California.
Compré mi cuaderno de hoja grande para diseño, unos lápices de colores (de esos que tienen dos colores, uno de cada punta), un exacto (que hasta ese día supimos que era una navaja), unos colores pastel (que eran unas ceras que manchaban nomas las veías), tijeras de verdad (no las del kinder pues), lápiz adhesivo resistol (pega todo todo todo a todo dar!), mochila especial, etc.
Se llega el primer día de la clase y toda la noche anterior estuve acomodando el material, sacando punta a los lápices, poniendo el nombre a mis cosas y guardando todo en el morral para que nada me faltara.
Llegamos al salón y se presenta el maestro escribiendo su nombre en el pizarrón verde con gis blanco.
“Bienvenidos a su clase de diseño gráfico. Aquí nadie reprueba porque el arte no se califica. Nomás no vayan a faltar porque la asistencia lo es todo. Ahora les voy a pasar unos libros de texto que usaremos durante todo el semestre”, nos explicaba el maestro.
“¿Libros de texto?”, pensaba en silencio. “¿Para qué?”
Estaba sentada en mi asiento tipo restirador, hagan de cuenta que cada quien tenía un escritorio de arquitecto.
Yo ya tenía acomodado todo, con el cuaderno en la primer hoja grande en blanco. Con mis lápices listos para darle vuelo a mi imaginación, aunque ni idea tenía de lo que haría.
“Abran el libro de texto a la página número 3. Introducción al arte, lean en silencio la primera unidad”, nos indicaba el maestro.
Yo tenía mi cara de “What?”, esa que no puedo disimular cuando veo algo que no me checa, saca de onda ó me sorprende divinamente. 😉
Me ponía a leer muy a fuerzas, ya que todos estaban haciendo lo mismo sin respingar.
La unidad hablaba de lo que es arte, sus inicios, como las pinturas rupestres fueron las primeras expresiones de arte en la historia de la tierra.
Tuvimos nuestras ‘dudas y respuestas’ despues de leer. Cuando menos pensé ya era hora de irnos de la clase.
Guardé toodoooo el material que había acomodado y me fuí media decepcionada de la clase.
‘De seguro la próxima es diferente‘, pensé.
A los tres días volví a tener esa clase y mi ritual fue el mismo. Llegué, acomodé todo el material y estaba lista para comenzar a pintar el cuaderno en blanco.
Pero NO! Otra vez, para mi sorpresa, el maestro nos hizo leer en el libro de texto. Ni siquiera nos dejaba usar un ‘highlighter’, de esos marcadores fosforescentes para subrayar el libro de texto.
‘Grrr! Que clase tan chafa!‘ , pensaba.
Así estuvimos varias semanas, con pura teoría. Sí estaba interesante aprender de donde se originaban cada tendencia de arte através de la historia. Ver los audiovisuales con filminas de obras de arte me hicieron querer verlas un día en persona. (La Maja Desnuda, el Autoretrato de Van Gogh, los relojes de Dalí, el Chef de Picasso, etc.)
Teoría y mas teoría.
Pero se llegó el día esperado, al fin!
Yo no había vuelto a sacar nada de los materiales, ni me emocionaba en acomodarlos. Mi mochila pateada debajo de la mesa de arquitecto. Sentada callada esperando que nueva unidad seguía de leer (ah, porque el maestro no se iba en orden, se brincaba unidades y luego nos regresaba, nos adelantaba, y así).
“Saquen su material y acomódenlo en su escritorio”, indicaba el maestro.
La verdad se oyía hasta musiquita de “taraáán!!” y clarito podía sentir que estaba como que iluminada de emoción.
Inmediatamente me aventé del banco (muy incómodo, por cierto) hasta el piso y me puse a acomodar todo. Casi creo que bailaba de la emoción al hacerlo.
Estaba mas que lista!
Era hora de poner a la práctica tanta teoría, obviamente combinada con la propia imaginación.
🙂
Esa es una de tantas historias que tengo donde me entra la desesperación de estar atorada nomás en la teoría.
¿No se siente así a veces?
Pasan los días y es pura teoría, puro leer y prepararse, por decirlo así.
Ya sabes mucho, tal vez hasta mas que todos. Estas lista para poner todo el conocimiento a la práctica pero no has tenido oportunidad de hacerlo.
A veces se cansa uno de esperar, de saber ya como hacerlo pero que el destino te indica que todavía no es tiempo.
Entiendo claramente que el conocer de la parte teórica de todo hace que la práctica sea casi perfecta, ó al menos, si no está perfecta, se tenga el conocimiento de como hacerlo lo mejor posible.
Tengo listo todo el material, acomodado, lápices con punta recien sacada. Me sé la teoría de memoria.
Es hora de poner todo esto a la práctica.
Ya no mas planeación.
Es hora de hacerlo.
Así de fácil. Así de simple.
Comencemos!
NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂