Party Of One

El sábado pasado estuve totalmente sola en mi casa. Mi hija se fue a Chihuahua con su papá, mi hijo trabajó todo el día y mi perrita Kiara estaba en Mexicali con mi hermana.

No se como explicarles lo mucho que disfruté mi día. Sola. Dormí siestas. Jugué Wordle. Vi TikToks hasta que me volví a quedar dormida.

Acomodé mi closet y estoy muy orgullosa de mí. Por fin me deshice de vestidos y ropa que jamás iba a volver a usar pero que de alguna extraña manera todavía las sentía muy necesarias.

Regalé 4 bolsas negras con ropa y vestidos en excelente calidad todavía. Sentí muy raro despedirme de ropa que me recordaba épocas bonitas y otras épocas difíciles.

(Ahora mi problema es como voy a comprar ropa, jejeje).

Ya como a las 6pm me comenzó a dar hambre y decidí invitarme a cenar. Me arreglé, me quité los tenis y me puse tacones. Hasta me puse perfume.

Traía antojo de comida asiática. Un poke o sushi. Me decidí por un sushi en un restaurant japonés cerca de donde vivo.

Pedí mi Sapporo, que por cierto estaba muy fría y escarchaba el vaso cervecero en el cual me la sirvieron.

Me trajeron dos menús y dos vasos con agua.

“Disculpe”, le dije al mesero.

“Solo voy a cenar yo”, le explicaba mientras le daba el menú que sobraba.

El mesero era un jovencito de origen japonés. Me pregunta sorprendido: “¿Party of one?”

Me sonreí mientras recogía el lugar de la segunda persona.

Cené delicioso. Pedí el sushi que quise y nadie me pidió. Lo disfruté mucho.

Llegué a mi casa a disfrutar de la televisión. Me serví un vinito y seguí disfrutando de mi compañía hasta que llegó mi hijo del trabajo.

El día siguiente, me sentía empoderada de haber logrado salir conmigo misma. A mucha gente no le gusta comer sola y menos en un restaurant. Yo lo hice y lo disfruté mucho.

Ese domingo, mi hijo el Coco y yo nos preparamos para recibir a mi hermana y sobrinos que venían a pendientes médicos a San Diego.

Decidimos ir los dos a comer a un restaurant coreano, en el cual pides tu carne pero tu mismo la asas en tu mesa. Cada mesa tiene su propia plancha tipo teppanyaki, y cada uno cocina lo que pide.

Al llegar, en la puerta, vi un letrero que me puso medio triste:

¡No te atienden si vas solo!

Tan empoderada que andaba. La verdad si me hubiera puesto muy triste si lo hubiera visto un día antes o si se me hubiera antojado comer allí.

La verdad se me hizo mal el letrero. Es como un rechazo a ser soltero.

No se si exista el término, pero va junto con pegado con las personas que rechazan a los divorciados, separados o solteros.

En fin, no creo que todos los restaurants sean así. Solo tengo que acordarme de que cuando quiera ir a comer a Hanu Korean BBQ voy a invitar a uno de ustedes.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 😊

Auto-Terapia

Freeways. Avenidas llenas de carros que después del 2020 regresan al caos vial como novatos al volante.

Ir y venir. Clientes que quieren casas en todo California. Pendientes. Mandados. Ir manejando y pensando en soluciones a problemas.

Sacando cuentas en mi mente. Pensando qué hacer de comer. Que no se me olvide ir por más comida de la Kiara mi perrita. Acordándome de los pendientes e itinerarios de mis hijos mientras mi Whatsapp suena y suena con Zooms que he olvidado.

Cada día es diferente y es lo que me encanta de mi vida últimamente. En cada esquina hay una sorpresa. Una nueva cara llena de motivos; una oportunidad de negocio; amistades que se quedan y te lo comprueban.

Voy y vengo. Llevo y traigo.

Mi mente vuela a veces con la música ochentera que pongo en el Spotify mientras otras veces canto a todo pulmón esas de mujer despechada de Marisela.

Y en eso es hora de marcar vuelta para entrar al estacionamiento de donde vivo. A veces me estaciono afuera (y no en la cochera) porque de seguro tendré que volver a salir en la tarde.

Ultimamente me estaciono, y me quedo sentada con las dos manos en el volante, viendo para enfrente. Viendo la nada.

Apago el motor y solo se escucha alguna música que estaba oyendo ó también apago el radio y me quedo en un silencio total.

No sé qué significa psicológicamente esto pero he encontrado una paz mental, física, espiritual y muy escasa cuando me quedo sin movimiento dentro del mismo carro que me ha paseado por todo San Diego.

Me quedo sentada allí, a veces unos minutos y otras casi las horas. Sentada en una paz dentro de un carro. Me siento protegida y serena.

No se si el carro y su armazón simbolicen los abrazos que tanto necesito y son tan escasos en mi vida.

A veces lloro con una canción que me hizo recordar cosas lindas y me quedo a disfrutarla.

Sé que me tengo que bajar en algún momento del día pero no lo quiero hacer porque eso significa que tengo que seguir corriendo con tareas y pendientes.

Es un tiempo mío y quise compartirlo porque estoy casi segura que no soy la única que lo hace. Quedarme en mi carro ha sido de las mejores terapias.. Auto-terapia, literal.

A lo mejor eso es lo que todos los psicólgos, psiquiatras y mentores quieren decir cuando nos hablan de la autoterapia (terapia a uno mismo) y nunca habíamos captado que es por el AUTO.

Me siento en mi carrito que amo porque no me gasta gasolina (y ahorita en California está a casi $5dlls el galón), y veo a la gente pasar enseguida de mi. Me voltean a ver y yo nomás me quedo allí, como escena de película de suspenso.

Otras veces estoy hablando por teléfono con personas especiales. Me gusta hablar en el silencio de mi carro con ellas, donde nada nos interrumpe y me siento bien.

Si tuviera un bar en el compartimiento de enmedio de los asientos de enfrente, fuera el lugar perfecto para mi relajación total.

Me quedo en el carro y sé que me tengo que bajar (a veces me pesa más bajarme porque tengo en la cajuela bolsas del mandado que subir hasta el 3er piso).

Me gusta el olor de mi carro. Entre nuevo y el olor artificial que le ponen en el lavado de carros, como a frescura. Lo disfruto.

Mis vecinos creo que ya me conocen como “la doñita del carrito”.

Es muy curioso como un carro puede darte tantos sentimientos al mismo tiempo. De estrés por el tráfico, de coraje por el que se te mete de repente, de ansiedad por que se te hace tarde, de fastidio porque tienes que llevarlo al taller y luego, cuando menos lo piensas llegas a tu casa, te estacionas y te entregas en total relajación a esos momentos de auto-terapia, reales ó no, pero yo los estoy ya venerando.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂