La Mesa y sus Invitados

Cuando uno invita a cenar a su casa, hace todo lo posible por dejar una mesa bien servida.

La combinación de colores, el pensar donde acomodar a cada invitado, el centro de mesa, las velas, la vajilla y la cristalería para los vinos y tragos limpia y brillante.

Manteles largos (ó no), con vajilla de Raynaud Duchesse ó de la Wal*mart, acomodas todo para recibir en tu casa a tus seres queridos ó conocidos, planeando que su velada sea linda.

Planeas el menú, los vinos, aperitivos, entremeses y postres. Buscas en tu selección musical qué tocar mientras están tus invitados comiendo y conviviendo.

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Llegan tus invitados y sonríes mientras te dicen lo bonito que está la mesa y lo rico de las botanitas.

Tu los atiendes y te gusta tenerlos en casa.

Se sientan todos y conviven.

Y en eso llega, tarde, pero llega tu invitado JUDAS.

Sabes que es Judas porque lo conoces de toda la vida. Todos lo saludan y dudas si en realidad saben quién es. Todos piensan que es tu amigo.

Es muy curiosa la vibra que sientes al estar sirviendo a tus invitados. Nadie nota esa vibra negativa más que tú y sabes que no puedes bajar la guardia.

Convives con Judas, lo sabes llevar aunque dudes de tu inteligencia con lo que dice y hace que tambien quieras levantarlo de la mesa en cualquier momento.

Pero no lo haces.

Logras que todos se la pasen bien en tu cena, en tu mesa, sin sospechar que estaba Judas en la mesa con todos.

Sé que al leer esto se te vino a la mente alguien cercano a ti. Un familiar, un conocido, un compañero de trabajo, un compadre, un amigo.

Has cenado seguido con tu Judas y lo haces bien, “sin que te robe la paz”.

La pregunta de todos cuando se enteran es “¿Porqué invitas a Judas a tu mesa?”

La respuesta a esa pregunta es muy diversa.

Hay diferentes razones por la que uno invita a su mesa a su Judas.

Es un “compromiso social”, es un “mejor llevo la fiesta en paz”, es un “prefiero tenerlo cerca que lejos”, “nunca lo veo”, “puedo con el”.

Muchas veces tu Judas es alguien cercano lo que hace que la traición duela más.

¿Traición?

Pues sí, Judas representa la traición más vil donde un “mejor amigo”, “hermano” entrega a su Mesías para ser encarcelado, juzgado y crucificado.

Pfftttt… Si eso le pasó a Jesús, ¿qué podemos hacer nosotros los mortales?

Nada. Aprender a convivir con Judas sin que nos robe la paz.

Con esa frase anterior fue con lo que me inspiré a escribir el día de hoy. Mi amiga Kora y mi amigo Gigio publicaron en sus redes sociales lo siguiente:

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Y, al igual que a ti, se me vinieron tantos nombres a la cabeza.

Esta vida está llena de personas (personas cercanas a ti) que te pueden traicionar (no de la manera que Judas lo hizo a Jesús), pero si de otras maneras.

Un JUDAS es:

Un amigo que no te defiende cuando hablan a tus espaldas….

Un compañero de trabajo que toma crédito por algo que tú hiciste…

La comadre que te critica “por tu bien”

La señora que te roba la ayuda doméstica por unos pesos más

La mala amiga que te da un mal consejo

Todo el que te dice que “no vas a poder”

El que te deja sin energía de una manera inexplicable

El que se alegra con tus derrotas y no te dice nada por tus triunfos

etc

Judas ha existido toda la vida, unos peores que otros.

La importancia es aprender a llevarlos, a no alterarlos y sobre todo que no sepan que sabes de sus intenciones traicioneras.

Tenemos que seguir conviviendo a veces con ellos, por el día a día, siempre y cuando no nos afecten psicológicamente y no nos quiten la paz.

La mesa se sirve a todos, Judas incluído.

Eso sí, no dejes que te bese.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂

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