Dos Años

Hace dos años ya.

DOS AÑOS.

Todavía recuerdo lo que sentía cuando empacaba una vida entera en unas cuantas cajas que había comprado en LOWES.

Me acuerdo andar como aturdida, como esa sensación que da cuando se te tapan los oídos en las alturas. Escuchaba todo pero no entendía nada.

Con el dolor de perder a mis mejores amigos que no supieron estar conmigo cuando más los necesité y ese sentimiento tan feo de despedirme de la familia que en un total de 18 años fui adoptando y amando. Esos amigos que fueron más que amistad y se conviertieron en verdaderos lazos.

Ese momento de libertad tan llena de peso y miedo.

Empaqué mis mejores recuerdos y dejé en Texas todo lo que me hizo llorar un día. Sin rencor, sin malos pensamientos y decidida llegué a San Diego.

san diego at night

La ciudad que desde que era muy chiquita pensaba “un día viviré aquí”.

San Diego.

Hace dos años me decían muchos “no te va a alcanzar”, “tan caro que es”, “mejor vete a otra ciudad”, como si me fueran a mantener opinaban como tratando de convencerme que no debía estar en San Diego.

Hace dos años llegué, exactamente el 17 de julio del 2017.

Llena de miedo, de incertidumbre, con la cabeza llena de sentimientos encontrados de tanta gente que me decía que me equivocaba y opinaba sin que les hubiera yo pedido consejos.

Hace dos años me dieron la llave de mi departamento que había rentado por internet, a ciegas, sin ver como era y con la tranquilidad que donde fuera que estuviera estaríamos bien.

Desempacaba pocas cosas en mi nueva casa que hasta la fecha se siente como un resort en el cual estoy de vacaciones a pesar de que pago la luz, renta, cable, agua todos los meses.

En estos dos años he desempacado poco a poco a la Gina Dewar que ha quedado atrapada en los escombros del tiempo, la presión del autoestima y la exigencia propia de ser mejor cada día.

Creció en este tiempo mi obsesión por la mujer maravilla, no porque me sienta la Wonder Woman, pero me recuerda que cada quien es su propio héroe.

En estos dos años me siento cada día más libre, más ligera (aunque la cheve artesanal y tanta comida rica me hagan pesada, jeje) y por primera vez puedo decir que no tengo miedo.

No tengo miedo.

No tengo plan, ni nada es seguro pero ya no tengo miedo.

En estos dos años he aprendido el valor del dinero y como hacerlo rendir.

Cliente frecuente de las “thrift shops” y doñita de cupones manejo y domino los supermecados.

Experta en saber donde hay “happy hour” de comidas y bebidas en todos los barrios de San Diego me han permitido vivir al máximo la experiencia en esta ciudad que es cara por ser turística.

No tengo plan y aún sigo cayendo en ese clavado que me aventé.

Pero ya no me da miedo.

Mis hijos comienzan a volar y van lejos. Van llenos de oportunidades y sueños por cumplir, apoyados por tantas cosas que la ciudad y el estado (California) les ofrece.

Yo tengo desarrollando en estos dos años muchos proyectos. Y ¿saben qué? Los estoy cumpliendo poco a poco. Ahi la llevo.

Antes me detenía el miedo.

En estos dos años he llorado, reído, disfrutado, descubierto, convivido, aprendido, me he desesperado, me he deprimido, he caído y me he levantado.

No sé cuánto dure en esta ciudad. No se qué hay para mí en mi futuro. Quizá muera aquí, quizá en un tiempo me vaya a otro lugar a buscar nuevas aventuras. Estoy en manos de Dios y Su plan.

Pero ya no me da miedo.

Hace dos años muchas cosas que creía imposibles me han pasado y he logrado.

Aprendí en el camino que visualizar lo que uno quiere es la clave de lograrlo.

Dos años ya.

“Como has cambiado”, me dijeron… y hasta la fecha creo que ha sido el mejor cumplido que he recibido.

GRACIAS POR SEGUIR LEYENDOME CADA SEMANA..

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂

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