Cuando todo se da

No es fácil empacar una maleta e irte, así nada más, porque se te da la gana. No, viajar es muy estresante, al menos para algunas personas.

No me mal interpreten. Me encanta hacerlo cuando se puede. Pero cuando uno es una mamá y mujer que trabaja, para poder escaparte unos días, todo tiene que estar calculado, desde dejar en orden la oficina, saber que esos días los clientes no te van a buscar, suficiente comida y dinero para tus hijos (y un extra para emergencias) y que todo lo mencionado tambien esté perfecto para la persona que va contigo.

En esta ocasión, fue mi hermana Michele.

Es muy curioso. Es la primera vez en nuestras vidas que viajamos solas. Siempre de niñas viajamos en compañía de nuestros padres. De jóvenes tal vez preferíamos pasarla con amigas. Ya casadas y con hijos viajábamos en familia. Siempre. Y hemos disfrutado mucho eso, no lo negamos ni lo cambiamos por nada.

Pero esta vez, todo se dió para que pudieramos coinicidir. Por primera vez en años pudimos acomodarlo todo de una manera perfecta, como si fuera un juego de tetris donde todos los bloques tienen que quedar perfectamente acomodados para el triunfo.

Es la primera vez que ninguna de las dos está embarazada, ó con bebés. Es la primera vez que tenemos una cierta flexibilidad en nuestros trabajos que nos permite usar unos días para nosotras mismas. Es la primera vez que tenemos todas las maneras de podernos ir, por un fin de semana largo, a algun lugar solas. No había que coincidir con vacaciones de los niños ni que pudieran acomodarse las clases. Todo estaba perfecto para irnos.

El plan original era otro destino. Hotel y avión ya pagados y planes de visitar algunas personas para combinar el viaje con negocio. Por cosas de la pandemia, me hablaron del aeropuerto para explicarme la situación grave todavía y sin pensarla mucho, mejor cancelé todo.

Me sentí tan mal y tan triste. No supe que hacer mas que hablarle a mi hermana y decirle la mala noticia. Me regresaron todo el dinero del hotel y el avión quedó abierto para las dos (woohoo, viaje 2).

“¿Y Las Vegas?”, me dice mi hermana por Whatsapp. “Y manejamos para evitar aeropuertos”.

Sin pensarla mucho, agendamos el hotel PARK MGM y seguimos con el plan.

No sé explicarles el alboroto que traíamos. Era como miedo y emoción de que todo se lograra.

El jueves temprano salí en carro por mi hermana a Calexico, CA para de allí subir y manejar hasta Las Vegas. La nevada en la Jacumba no me detuvo, ni tampoco la larga fila de carros para cruzar que tuvo que hacer mi hermana de Mexicali a Calexico.

Dejamos su carro en casa de nuestra amiga Ana Gabriela Rodriguez y nos fuimos las dos.

Mi copiloto me fue guiando por todas las zigzagueadas de carreteras hasta llegar a Needles. Pasamos por sembradíos, dunas y nos llovió la mayor parte del camino. Nos fuimos botaneando los Doritos y tés que nos empacó la Ana G. y coincidimos que cenaríamos hasta llegar a LV.

Las Vegas es Las Vegas.

No tengo nada emocionante que platicarles ni tampoco puedo decir que nos ganamos mucho dinero.

Lo que yo les quiero platicar es la manera tan maravillosa que pude gozar de la compañía de mi hermana. Las dos acopladas a todo. De acuerdo en todo, en las comidas, horarios y lugares donde ir.

Estar en el cuarto de hotel (cuando nos ibamos a descansar un rato), en piyamas, tomando vinito y viendo FRIENDS era como estar en aquel RANCHO RELAXO de la Marge Simpson, al cual se va para desestresarse de Homer Simpson (No es tu caso, eh cuñado Sergio? jajajaja)

Saber que no había nada que atender, nada que verificar, ningún perrito que sacar a hacer pipí y que podíamos dormirnos sin preocupaciones fueron el ‘highlight’ del viaje.

En este viaje compusimos el mundo, lloramos tambien. Nos reímos de la gente rara que andaba en Las Vegas. Comimos lo que nos dió la gana y tomamos lo que se nos antojó.

Hicimos todo lo que quisimos hacer. Gastamos poco y ganamos poco. Nos cansamos y descansamos mucho.

Nos compramos unas pulseras con nuestros nombres. Y a las dos horas, yo la perdí. Me subí al carro y no la traía.

Me puse la enmulada del año. Y mi hermana se reía y yo llorando le decía que no se podía reír. Por fin fui por otra pulsera y ya se me pasó la tristeza y coraje.

Disfrutamos lo italiano del Eataly, en especial una ensalada de betabel con burrata; los chicken Mcnuggets del Mcdonalds (si, Mcdonalds porque se nos antojó. ¿Y qué tiene? Nadie nos pudo decir nada); la coliflor y shishitos del Pub en las Crystal Shops; los Cosmopolitans, Moscow Mules y Vodka Tonics… nos reímos de la gente del Freemont Street en el downtown viejo de Las Vegas; comimos un BBQ delicioso en el Whiskey Licker Up y cenamos en el Paris Mon Ami Gabi un filete de res viendo de frente las fuentes del Bellagio. Probamos un sashimi de salmón en el Sushisamba que nos encantó; nos congelamos en el -5 Icebar donde brindamos con un Frangelico en un vaso de hielo (se me pegó la lengua un rato); nos tomamos un capuccino con un rol de canela en el Bellagio y ese domingo quisimos cenar como a las 9:30pm y todos los restaurants cerrados en los hoteles.

Nos tuvimos que ir en carro a buscar algún restaurant abierto y dimos por fin despues de varios fracasos, con un Jack In the Box cerca de la Universidad de Nevada Las Vegas. Pudimos ver el estadio de los Raiders de Nevada y conocer un poco mas todo lo que hay fuera del strip.

Las Vegas siempre ha estado en nuestras vidas. Desde chiquitas nos llevaban nuestros papás y no hemos dejado de ir con familia, pero es la primera vez que la disfruto de otra manera. Sin ningún tipo de contratiempo, sin stress, solo disfrutamos absolutamente todo lo que nos pasó. Y, aunque no lo crean, descansamos mucho.

Se nos hizo muy extraño andar en Las Vegas y no ver mexicanos. Nunca había ido sin encontrarme a alguien conocido. Faltan los latinos para completar Las Vegas.

Lo raro del viaje fue: al llegar a casa de la Ana Gabriela por el carro de mi hermana, salió quién sabe de donde, la pulsera original que había perdido. Así es, ahora tengo dos… jajajaja.

La verdad deseo que todas nuestras carcajadas sean igual de efectivas que hacer un millón de abdominales.

Gracias Michele Dewar por ser mi Brada Guit Bubs y ayudarme a solucionar el mundo.

Me sigo riendo. Vamos agendando el Stressfreetrip Part 2 y que todo se acomode para poder volvernos a escapar. Gracias a todos los que de alguna manera lo hicieron posible, en especial a nuestros hijos, a mi mamá y a mi cuñado.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂

3 thoughts on “Cuando todo se da

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