Mariana Eres encendía un cigarrillo con una vela aromática en el consultorio de su doctor.
“Mariana, no puedes fumar aquí’, le decía su doctor.
Mariana estaba molesta y se portaba cortante con su médico.
“¿Y qué quieres que te diga, Alonso?”.
Alonso era el médico de Mariana desde que ella estaba jovencita. Era su primo y de toda la confianza de Mariana. Alonso era considerado uno de los psiquiatras más poderosos de todo el sur de México.
Mariana tenía días con problemas no físicos sino mentales. Ataques de ansiedad, indiferencia y rasgos de depresión. No era nada nuevo en la vida de Mariana el estar luchando a diario con problemas mentales.
“No te dije nada fuera del otro mundo Mariana, pero como médico tengo que decirte que los resultados de todos los estudios me indican que eres alexitímica.”
Alexitimia es un transtorno mental donde la persona es incapaz de hacer ó corresponder emociones.
“Alonso, no pueden estar bien esos estudios. Yo soy una persona que puede demostrar afecto, soy muy sentimental. Es más, soy demasiado sentimental y me conoces desde niña. ¿Cómo es posible que me digas que padezco de alexitimia?”.
Mariana revisaba su celular como enojada, queriendo escaparse de una realidad en ese consultorio.
“Es verdad Mariana. Tu eres una persona que sabe expresar sus emociones. Eres fuerte y eres sentimiental. Estoy de acuerdo contigo pero…”, decía el doctor mientras le mostraba la pantalla de su Mac.
“¿Pero qué Alonso? No manches, me estás haciendo dudar de ti como médico”. Se encontraba nerviosa y frustrada que su consulta de rutina estaba resultando tan molesta.
“Uno de los síntomas de la alexitimia es tambien la tendencia a recurrir a la acción para evitar y solucionar conflictos”, leía el doctor mientras le señalaba en la computadora donde decía exactamente eso.
Mariana manejaba en su carro despues de la consulta. Fumaba nerviosa, un vicio que había retomado últimamente despues de haber encontrado a su pareja en brazos de Trini la secretaria de confianza de la empresa.
“Soy alexitímica”, suspiraba mientras lloraba.
Mariana no podía negar que todo lo explicado en ese consultorio médico de cierta manera era verdad.
Ella era una mujer que todos la describían como la “No paras. Todo haces. En todos lados estás. Descansa un rato. A todo dices que SI.”
Mariana siempre buscaba cualquier pretexto para salir, para emprender un negocio nuevo, para estar en las juntas de los padres de familia de todas las escuelas de los hijos. Mariana en todo estaba porque era la manera que ella escapaba de una realidad.
Todos los traumas en su niñez se fueron acumulando de tal manera que ahora de adulto su mente comenzó a enfatizar los síntomas.
Hay un dicho muy común que dice “Hay que tener la mente ocupada para no tenerla deteriorada” pero cuando el estar mental y físicamente ocupada se convierte en obsesión, entonces es cuando ya es un transtorno de la mente y debe de atenderse.
Mariana iba hacia su casa, a continuar con todos los pendientes que le quedaban en el día.
“Siri, llama a la oficina”, le dictaba a su carro.
Cris, su asistente, contestaba el teléfono.
“Cris, vamos a tener que reacomodar mi agenda de las próximas 10 semanas. Necesitas encontrar 3 horas libres en cada semana, sin quitarme tiempo con mi familia. Cuando las encuentres, me mandas el calendario y le marcas al Dr. Alonso para que el agende ese tiempo con el. Gracias Cris. No voy a la oficina hasta mañana”.
Terapia. No había de otra. Mariana tenía que ver de dónde venía ese transtorno de querer distraerse para no vivir en la realidad. Tenía que sanar su pasado.
Mariana se tenía que perdonar.
Hace mucho tiempo que no escribía de Mariana Eres. Me gusta cuando lo hago. Todos somos Mariana. En una de sus historias te puedes identificar. Gracias por leerme hoy.
NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂
