Atravesando el tiempo

Las puertas están ya cerradas. La perrita Kiara está intentando dormir aunque creo que no tiene sueño.

Los platos quedan estilando porque no tengo la energía de guardarlos. Es noche y sólo quiero dormirme ya.

Apago luces, mis hijos están ya con las puertas cerradas de sus cuartos. Quiero pensar que sus teléfonos ya están apagados y están muy dormidos para que descansen.

Con toda la flojera del mundo me voy a mi cuarto, hago pipí y comienzo a despintarme con un poco de aceite de almendras (la mejor manera natural de mantener mi cara sin arrugas a esta edad).

Me lavo los dientes y veo en el espejo a una mujer que ya no tiene veinte años. Me acerco al espejo para ver de cerca una mancha de sol que me salió y se me nota cuando no traigo maquillaje (ni filtros).

Me cepillo los tres cabellos maltratados que me quedan por tanto desgaste físico y hormonal y me aviento de la puerta del baño hacia mi cama (para no poner mis pies cerca de la cama por si hay algo abajo que me asuste. Ya se. Traumas de Poltergeist que me contagió mi hermana y hasta ahora de vieja me vuelven a dar miedito).

Estoy en mi cama. Me doy cuenta que la ventana está abierta pero ya no me quiero levantar. Se que tendré frío pero decido aguantarme.

Quiero dormirme rápido. Son casi las 11pm y a las 5:30 suena mi despertador todos los días.

Esa noche me pude dormir profundamente. No se si era el cansancio ó simplemente ya me tocaba descansar porque nunca duermo bien.

Desperté sin saber que seguía dormida.

Fue tan real y rápido todo que no supe cómo pasó.

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Abrí los ojos y sentía mucho frío. Me sentía desnuda, pero en realidad es que llevaba puesto un camisón de la Rosita Fresita. Se me había enredado hasta arriba por eso se colaba el aire en mis piernas.

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Mis piernas eran las mías pero 38 años más jóvenes. Me comencé a asustar. Estaba en una cama twin, en un cuarto azul decorado de Mickey Mouse. Veía en las paredes los estantes con las Barbies.

Estaba en la recámara de mi hermana. La podía ver dormida en la cama individual de enseguida. Me levanté para despertarla pero no me salía la voz. Y era ella, muy pequeña, de unos 4 añitos. No me sentía ni me escuchaba.

Estaba en casa de mis papás en Nogales. Era 1979 y en verdad despertaba de una manera real.

Olía la casa a mi niñez.

Estaban las botas de mi papá tiradas en la sala donde veía la TV. Me imagino que mi mamá le dijo mil veces que no las dejara allí. 🙂

La cocina de mi mami, los aparatos electrodomésticos verdes y la mesa café de madera antigua en el desayunador me ponían triste.

Estaba realmente despierta, ó al menos eso sentía.

 

Me encontré a mi papá sentado en la sala formal, la cual era prohibido usar para jugar. Nomás las visitas podían entrar, jajaja..

“Papá. ¿Qué edad tengo?”, le dije, corriendo a darle un abrazo.

“45. Estás en un sueño”, me decía.

“¿Y mi hermana también está soñando? Es que la traté de despertar y no me hace caso”, le preguntaba preocupada.

“No, mi hijita. Ni ella ni tu mamá te van a poder ver ni escuchar. A mi si puedes porque tu sabes que ya no estoy vivo”, me explicaba mientras me tomaba las manos.

Sus manos, tan limpias y olorosas. Las quería besar. Las quería poner en mi cara para sentirme protegida por el.

“Papi, ¿ya vienes por mi?”. La verdad le preguntaba con miedo a que me dijera que sí.

Soltó su carcajada tan única y me dijo, “No, miedosa! Aunque no está tan gacho morirte, eh!”

Lo abrazaba y lo podía sentir tan real.

Se me hacía tan jóven! Creo que es porque lo dejé de ver cuando él tenía 49 y hoy en día tengo amigos que son mucho mayor que eso.

“Yo se que te hago falta pero quiero que sepas que vas muy bien”, me dijo sonriendo.

Obviamente mi sueño es producto de lo que necesito escuchar y ver. Mi cerebro es raro y complejo y piensa de una manera muy peculiar (si no me creen, pregúntenle a mi mamá y a mi hermana).

Algo raro comenzaba a sentir, como que ya iba a despertar y no quería.

“Papá, no quiero despertarme todavía”, le dije con la esperanza de que él tuviera algún poder de alargar el tiempo.

“No te despiertes aún. Es más, si quieres, puedo lograr que despiertes en otra etapa de tu vida. Tu ahorita despertaste en un tiempo que para ti fue de los más bonitos de tu vida. Estamos los 4 feliz. Tu jugabas con tu hermana hasta que terminaban dormidas con las muñecas en las manos. Tu subconsciente quiso volver a ese tiempo y lo pudo hacer solo por este sueño”.

“No quiero otra etapa. Quiero quedarme aquí más rato”, le decía.

“A ver mi hijita, ¿Tan fea es tu vida que no quieres despertar en otra etapa? ¿Y la familia que formaste? ¿Y todos aquellos momentos vividos en Hermosillo, Mexicali, Cd. Juárez, El Paso y ahora San Diego? Dime, antes de que te vayas a despertar, ¿a qué etapa de tu vida te gustaría volver? Atraviesa el tiempo y regresa a donde quieras estar un rato”.

Me da un abrazo que tengo deseando desde hace casi 23 años y no quiero soltarlo. Por un momento le quiero decir que me lleve con el.

En eso suena mi celular con la alarma que marcan las 5:30am.

Estoy en mi depa en San Diego. Congelada porque no cerré la ventana y no soporto dormir con calcetines. Puedo escuchar a la Kiara ya lloriqueando porque nos quiere despertar. La casa ya huele a café porque la programo que prenda a las meras 5:25am.

No logro despertar del todo. Siento que sigo soñando pero no. He vuelto a la realidad.

Mi duda a toda esta historia del blog de hoy es:

¿Le pediría a mi papá despertar en esta época, en mi realidad, en mi actualidad? ¿Quiere decir que mi HOY es lo que me hace feliz? (entonces estoy muy bien psicológicamente, jajaja)

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Y si no,

¿Cuál época vale la pena revivir en mi vida?

Tú, ¿cuál época quieres visitar si pudieras atravesar el tiempo?

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Piénsale y me dices.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂