Vivimos en un mundo tan lleno de información que si no lo leemos en las redes sociales ó en el internet, pues no pasó…
Déjenme les platico desde el principio lo que me inspiró a escribir de la obviedad.
Andaba en la WAL*MART, buscando una impresora de esas que son copiadoras y tambien puedes escanear documentos.
Los precios me sorprendieron. Pensé que eran mucho más caras y pues no. Han bajado mucho de precio desde la última vez que compré una.
Me llamó mucho la atención algo que decía una de las cajas de impresora. La caja venía con una foto de lo que es la impresora, y un teléfono celular, como que mostrando que del teléfono podías mandar a imprimir a la impresora por estar conectada al WI-FI.
La foto traía (en letras más pequeñas) la leyenda que decía “el teléfono no viene incluído”.
Me dió risa y al mismo tiempo me hizo pensar quién sería el menso que pensó que venía un teléfono con la impresora sólo porque estaba esa foto en la caja.
Me imagino que hubo una demanda a Hewlett Packard exigiendo lo que venía en la foto de la caja.
Para la mayoría de nosotros, es OBVIO que no viene ningún teléfono con la impresora y que la foto sólo indica la función que ofrece dicho producto.
Por eso fue que me inspiré a escribir sobre las obviedades de la vida cotidiana y cómo parecen estar en el olvido.
Es tan fácil hacerse el “yo no sabía” para lograr cosas (ó no hacerse responsables de las mismas).
Hoy en día, nada es obvio.
Es decir, como que necesitamos una afirmación secundaria. Una confirmación de lo que creemos obvio sí lo es en verdad.
¿A qué se debe tanta duda de lo que es obvio?
Estamos invadidos de una inseguridad que no creemos que existe, pero sí.
Lo obvio no debería de necesitarse explicar, pero estamos tan distraídos con tantas variantes que se ha hecho necesario hacerse.
“Te quiero” (¿sí me querrá?)
“Eres la mejor en lo que haces” (Nah, hay mejores)
“Qué delgada te ves” (Claro que no, estoy más gorda)
Esa inseguridad que tenemos cancela lo obvio muchas veces y nos hace dudar, por lo tanto involuntariamente dejamos esa obviedad en el olvido.
Investigando un poco acerca de ‘lo obvio’, psicólogos através del tiempo concuerdan que “lo obvio” es lo más difícil de ver muchas veces debido a que por lo mismo pasaba desapercibido.
Es decir, como humanos, nosotros percibimos las diferencias antes que nada.
Entonces, psicológicamente podemos afirmar:
“No me quiere porque me dejó de buscar”
“Si estoy adelgazando porque la ropa me queda grande”.
Lo obvio tuvo que ser comprobado por alguna diferencia. Si no, jamás lo notaríamos.
Sí, un poco ilógico esto. Pero eso dicen los estudios psicológicos.
Somos normales si no percibimos muchas veces lo obvio.
Somos una sociedad que despierta, se cambia, comienza sus quehaceres de manera rutinaria. Tomamos el café siempre igual, tal vez en el mismo lugar todos los días.
Nuestros rezos, mantras, rituales matutinos los hacemos ya sin pensar (ó pensando en muchas otras cosas a la vez)
Hemos tenido que aprender a comer sin saborear la comida, sin detenernos a disfrutar cada bocado. Obviamente sabe igual que siempre, pasa desapercibido.
El tráfico igual, los correos electrónicos tambien.
La rutina de la obviedad hace que la misma pase al olvido.
Ah, pero ¿qué pasa cuándo no suena el despertador a la hora que lo pusimos?
¿Qué pasa cuando no hay café ó no hay ya de la leche que nos gusta ponerle?
¿Qué hacemos cuando en nuestra ruta al trabajo, escuela, oficina hay un accidente con desviaciones?
Todo esto nos ‘despierta’ a tomar decisiones. Nos recuerda que lo obvio existe. Estas variantes que nos hicieron pensar diferente equivalen a esas letritas de la impresora que nos indica que obviamente el teléfono no lo incluye la caja.
Es la diferencia que vemos. La obviedad queda en el olvido, en nuestro lado ciego. Pues sí, lo obvio siempre está. Hasta el día en que no.
NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂