Hace 20 años

Para ti, Luisa Fernanda, que cumples años mañana.

Mi niña Luisa Fernanda,

Hace 20 años también me encontraba en San Diego al igual que hoy. Estaba en una cama de hospital con un suero en la mano izquierda, un monitor en mi mano derecha y un cinto que iba midiendo como mi cuerpo se contraía y se relajaba a un ritmo tan perfecto que sólo puede ser obra de Dios.

Exactamente el 7 de Noviembre, a las 11:45pm llegaste a este mundo.

Nunca voy a olvidar el frío que sentí cuando salías de mi cuerpo. Realmente era una parte de mi que se desprendía mediante el corte frío del cordón umbilical.

¡Qué sensación tan rara! Emoción, miedo, confusión, responsabilidad y mucho frío.

Por nueve meses te llevé dentro de mi, horneándote como si fueras un pastelito delicioso y de pronto ya estabas en mis brazos.

Estabas tan pequeñita, rosita y sin ningún cabello. Tu nariz y tu boca tan delineadas que parecían dibujadas y hechas a mano.

Tus pestañas largas y tu cuerpecito que no llenaba la ropita rosa que te había comprado tu papá ese mismo día.

Nos hiciste papás. ¿Sabes lo que es eso? Tú veniste a revolucionar a toda la familia que acababa de perder a tantos seres queridos. Llegaste a traernos luz y esperanza, y aunque te choca que los colores sean de géneros, tú nos pintaste la vida de rosa.

Luisa Fernanda. ¡Qué rápido han pasado estos 20 años!

Te veo cómo vas luchando día a día para lograr tus sueños. Ese carácter tan determinante que nadie hace que cambies de opinión es algo que respeto tanto de ti.

Mi niña, contigo aprendo todos los días a ser mamá y eso puede ser difícil para la primogénita. Te lo digo porque yo también fuí la primera hija y nieta.

Me acuerdo que en todo mi embarazo, no quisimos saber si eras niño ó niña. Y cuando el doctor al recibirte dice, “It is a beautiful girl!”, algo en mí supo que ya nunca jamás estaría sola en el mundo. Una niña. Una preciosa niña que iba a revolucionar mi vida.

Mi niña, qué difícil mundo nos ha tocado vivir juntas, ¿verdad?

Cuando te oigo hablar de tu pasión por la ley y los derechos humanos no puedo dejar de sentirme orgullosa de tí y de cómo ves el mundo.

Tus metas las tienes tan fijas que ahora soy yo la que aprende de tí. Me enseñas lo fuerte que podemos ser las mujeres a pesar de a veces tener obstáculos.

Me has enseñado el significado de luchar y de no vencerte.

Me llenas de orgullo cuando veo que cada día logras metas y te acercas más a cumplir tus sueños.

Sí, soy una mamá muy ‘jodona’ (para los sonorenses no es mala palabra), mal hablada, resongona, regañona, gritona y enfadosa.

Con el tiempo te vas a parecer a mí (aunque te traumes, así será, jajaja. Ley de la vida).

Me encanta la manera que tienes de defender a los que reciben injusticias de la vida ó de la sociedad. Tu amor al prójimo, sin importar de donde vienen, su color de piel, su personalidad ó vida me llenan de orgullo de ser tu mamá.

Hay días en que te veo llorar ó te veo estresada y quisiera tener el poder de quitarte todas tus angustias para que no sufras.

Pero luego veo como las superas y te conviertes en una mujer más fuerte cada vez.

Gracias por mantenerme joven compartiendo tu gusto por la música, por tenerme al tanto de lo que se usa, de lo que se habla en las redes sociales, por reírte de mis selfies y de mis publicaciones de cervezas y vinos.

Nunca le hagas caso a todos los que te digan “no vas a poder” “es muy difícil” “¿vas a poder?” porque tu vas a poder todo lo que te propongas.

Cuando ví que fuiste una niña, se me vino a la mente muñecas, vestidos, moños y pleitos porque te ibas a poner mis accesorios. Lo que me enseñaste tú siendo niña fue esa fuerza de mujer maravilla que todas tenemos dentro y que tardamos en encontrar. Tú la usas desde que naciste. Desde niña sabes que ser mujer es tu súper poder y me encanta como defiendes las injusticias.

20 años.

VEINTE.

Y recuerdo cada uno perfectamente.

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Feliz cumpleaños mi amor.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂