Era una tarde cualquiera, viendo la televisión despues de comer. Estábamos los tres sentados, relajados, tomando un descanso de nuestras tareas del día.
Mis hijos y yo veíamos “Seinfeld”, el programa cómico de los noventas. La puerta de nuestra casa estaba abierta porque había hecho una salsa tatemada y el olor a chile nos estaba ahogando.
Yo cerraba los ojos, casi para quedarme dormida, pero en realidad me encontraba en un estado de relajación muy profundo.
De pronto, como en cámara lenta, vimos como se metía una abeja adentro de la casa. Yo la ví, medio dormida y sólo pude decir “¡yyyyyyyyyyy!”, suspirando hacia adentro como tragándome la voz (No se porque paniquea tanto cuando una mamá dice eso).
Mi hijo Coco fue el primero en brincar del sofá. Luisa Fernanda, mi hija, tambien se levantó.
Pude ver el miedo en ambos y automáticamente me contagiaron.
“¿Qué hacemos?” me preguntaban.
Gracias a tantos documentales ecológicos, mi cerebro me decía que no la podíamos matar. Por todos lados leemos el “Salven a las abejas” así que teníamos que sacarla por la misma puerta que entró sin dañarla.
La abeja ya volaba más apresurada, como que se dió cuenta que estaba adentro de un edificio. Chocaba contra la pared y contra mis cuadros de animales que cuelgan de las paredes de la sala.

El Coco ya tenía en la mano un zapato. Luisa Fda en el pasillo tambien pensando como hacerle.
Pude ver la melisofobia que tenemos los tres. Melisofobia ó apifobia es el miedo que se le tiene a las abejas. Realmente yo me estaba sintiendo estresada por una abejita. Mis hijos estaban peor que yo.
“No la podemos matar”. En eso si estábamos de acuerdo los tres. La abeja tenía que regresar a la naturaleza sin lastimarse.
Yo traía una cobija en la mano, de esas chicas con las que me tapo los pies viendo la tele. La usaba como escudo porque les puedo jurar que la abeja me vió a los ojos y me comenzaba a seguir.
Con la cobija la medio empujaba hacia la puerta mientras mis hijos me gritaban cosas que por los nervios no les entendí.
Kiara, mi perrita, ladraba mucho. Creo que podía sentir nuestra adrenalina y nuestra ansiedad y no entendía que pasaba.
Como pude atravesé de una pared a otra, custodiada por la cobija, y prendí el abanico. Para mi mala suerte, las aspas del abanico daban para el lado contrario a la puerta y la abeja fue lanzada hacia donde estaban mis hijos.
Los gritos de los 3 han de haber asustado a los vecinos. Era un terror inexplicable. Luisa medio cuidaba que no se fuera a las recámaras mientras que el Coco, con el zapato en la mano, no se atrevía a acercarse a matarla.
En eso, como que la abeja nos ve y se viene hacia nosotros. Luisa F y el Coco salieron corriendo. Luisa Fda se encerró en mi cuarto dejando a su hermano fuera. (Creo que nunca se lo va a perdonar. Dejarlo para morir en el pasillo. NO es de hermanos, dijo mi hijo).
Yo apagué el abanico y me fui moviendo la cobija como bandera. “Mamá, te va a atacar porque va a pensar que la quieres matar”, me decía Luisa Fda.
“No. Sí podemos hacer esto, cómo de que no”, les decía a mis hijos ya grandulones y muertos de stress.
Poco a poco la abeja fue viendo hacia donde ir. Yo parecía ese señor de los aeropuertos que dirijen el tráfico de aviones. Se van a reír pero estaba funcionando.
Tardamos un ratito pero en eso la abeja vió la puerta abierta y salió a toda velocidad.
Nos quedamos totalmente agotados pero al mismo tiempo nos felicitamos de que la abeja se fue sin daño alguno. Espero que ese karma se nos regrese y no nos pique nunca una. Nos dió risa que acabábamos de decir que Jerry Seinfeld es la voz de la abejita de THE BEE MOVIE, cuando apareció la abeja. De esas casualidades y coincidencias.
Ya que pasó todo, me puse a pensar en el porqué nos dió tanto miedo.

¿Acaso somos melisofóbicos?
A mi siempre me han dado miedito pero me gustan mucho las abejas. Se me hacen un ser excepcional, trabajador y organizado.
No se si haya sido que estábamos en la comodidad de nuestra casa, en estas paredes donde nos sentimos tan seguros desde hace casi 4 años ya. No nos gustó que esta abejita viniera a quitarnos la paz de una tarde cálida en nuestro hogar dulce hogar.
El miedo a las abejas pudo ser desarrollado por una experiencia pasada, aprendizaje adquirido (tal vez imitando a los padres) ó realmente somos 3 personas mucho más nerviosas que otras.
Me puse a investigar acerca del miedo a las abejas y la verdad no estamos tan peor. No nos mareamos, ni nos desmayamos. El corazón si se nos aceleraba pero creo que era porque estábamos en total reposo y tuvimos que brincotear. El internet me dice que necesitamos terapia psiquiátrica, jajajaja. No pues, tampoco creo que sea para tanto.
Tambien te recomiendan sedantes para los nervios y medicamento para la alta presión.
¡¡¡Ay no!!! Con razón mi hermana me tiene prohibido ‘googlear’ mis síntomas porque siempre termino despidiendome de mi familia porque todo acaba en muerte.
Lo que sí les voy a confesar es que si en lugar de una abeja hubiera sido un alacrán ó tarántula, este blog no hubiera sido escrito y muy probablemente estaría sedada en un hospital.
El alacrán y la tarántula hubieran muerto aunque hubiera sido lo último logrado en mi vida.
La aracnofobia sí es más fuerte que yo.
Y esa fue la anécdota de la abejita en la casa.
Les quedo debiendo otra cuando se nos metió una abeja al carro. Ibamos mi hermana, el Coco, mi sobrino Damián que la traía pegada en el pantalón y yo manejando en el freeway de San Diego con las ventanas cerradas. No se como manejé a 75 millas por hora con gritos y manotazos volando.
Ahora que me acuerdo creo que somos super mega melisofóbicos en mi familia.
NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂

Bello tema, bella abjita; una “sacerdotiza” de la madre naturaleza es una bendición. El piquete es algo doloroso pero no para tanto. Se desinflama el tercer dia….Saludos, Gina.
Saludos.
Sitios: https://nstitutodeperson.net/ https://luis-molina-canales.net/
Me has dado remordimiento, el verano pasado en similar situacion, la maté. Keo