Cerré los ojos. No supe exactamente en que momento, pero estaba consciente de que los cerraba.
Los cerré y apagué mis sentidos. No puedo explicarlo, pero me desconecté.
Dejé de oír, de sentir, de estar.
Era una paz tan profunda. Solté todo el cuerpo.
Por primera vez en mucho tiempo (quizá años) yo cerré los ojos.

No sé si fue el cansancio físico, emocional ó mental lo que hizo que me detuviera.
Cerré los ojos y no tuve miedos ni preocupaciones.
Cerré los ojos y nada importaba. Todos los ruidos ambientales y de la gente a mi alrededor no existían.
Cerré los ojos y estoy segura que cerré todo a mi alrededor.
No sentía miedo ni tristeza ni angustia. Solo cerré mis ojos.
Me quedé dormida en un sofá, semi-sentada en medio de todos.
Cerré mis ojos y me regalé una siesta de unos cuantos minutos que, sin saberlo, mi cuerpo me pedía a gritos.
Los que me conocen saben que mi sueño es ligero y que cualquier ruido, luz ó movimiento me hace despertar. Todas las noches me duermo como “de a mentiritas”.
Pero esta tarde fue diferente.
Cerré los ojos superando cualquier ruido y obstáculo.
Los cerré aún con ruidos de mis sobrinos y mis hijos platicando.
Los cerré con los dos perritos encima de mi.
No sentí nada.
Fue una ‘power nap’, una pausa en mí muy necesaria.
No se porque me pasó esto pero lo disfruté.
Pude despegarme de mis actividades, de contestar recaditos, de agendar citas, de pensar en mis hijos, en la casa, en mi.
Cerré los ojos y me gustó no sentir nada. No podía abrirlos. Es más, no quería hacerlo.
Creo que fueron unos 12 minutos los que estuve totalmente dormida.
Al abrirlos exclamé, “Creo que me dormí”.
Nunca había descansado así de esa manera.
Al abrirlos me sentí nueva, llena de pilas para seguirle en el día.
No entendí porque estuvo tan perfecta la siesta en tan poquitos minutos.
Es cuando comprendí lo de “No importa la cantidad sino la calidad”.
Nos enfocamos siempre en la cantidad mensurable que olvidamos que lo que importa realmente es la calidad. (Aplica a todo lo que hacemos).
Esa cerrada de ojos me hizo ver aunque me contradiga en esta frase.
Me hizo apreciar la calidad y no la cantidad.
Me puso a pensar que debo de aplicar eso en todo lo que me rodea.
Preferible tener pocos amigos pero fieles.
Es mejor tener poca familia pero sincera.
En el trabajo, prefiero tener 3 buenos clientes a 30 que no me harán avanzar.
Cerré los ojos y llegó un momento en que no los quise volver a abrir.
Me sentía tan a gusto.
“Ya estoy vieja”, pensaba cuando me levantaba de ese sofá despues de mi ‘power nap’.
Tal vez.
O realmente estoy joven aún pero con muchas ganas de cerrar los ojos momentáneamente, con calidad, para reponer esa energía que se me escapa en el día a día.
Cerré los ojos y me sentí muy bien.
No se cuando mi cuerpo vuelva a regalarme una siesta igual. De todos modos le voy a echar ganas para tener de nuevo una experiencia así.
Cerraré los ojos pero esta vez quiero soñar con lucidez para así descansar dentro de una fantasía.
NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂
Muy buena, hazlo regularmente para mantenerte joven y bonita. Keo