El Viaje del Caracol

Estaba platicando una mañana con mi hijo Nicolás en la cocina. Él se servía café mientras yo tomaba mis cosas para ya irme a la oficina.

Muy serio me ve y me dice “¿Te puedo platicar algo muy triste que me pasó?”

Me congelé.

Él no es así. Cuando tiene un problema me lo dice inmediatamente.

“¿Qué pasó?”, le pregunté preocupada.

“Me fui a la escuela ayer en la mañana. Al llegar al estacionamiento, vi que desde la casa iba pegado un caracol en la puerta de mi carro.”

Yo para esto ya estaba menos preocupada pero muy atenta a la historia.

“¿Y luego?”, le preguntaba.

Y el continuaba su historia.

“Pues al salir de clases vi que el caracol ya no estaba y no lo encontré. Mamá, le cambié la vida al caracol”.

Y yo toda confundida “¿qué, Nicolas?”

Me explicaba:

“Ese caracol vivía en el jardín de la casa y hoy se pegó a mi carro y se bajó a más de 20 millas de su habitat. No sabe ni donde está ni que hay alrededor ni nada. Capaz que lo andan buscando sus familiares. Me traumé en serio”.

No pude más que reírme y luego simpatizar con él en la tragedia.

“Ay, Coco. Si es cierto. Pobre caracol. No va a saber ni que pasó”.

Se me hizo muy chistoso que mi hijo ya grande de 19 años tuviera ese sentimiento.

Pero tenía razón. A ese caracol le cambió la vida. Jamás va a llegar a su casa de regreso.

Es como un “Finding Nemo” de la vida real. (se la voy a vender a Pixar/Disney).

Nos reímos, pero luego platicábamos del paradero del caracol.

Tal vez eso nos pasa a todos en la vida real. Nos “agarramos” de un carro y cuando menos pensamos estamos en otro lugar donde no nos queda otra mas que comenzar de nuevo una vida.

Aunque parezca ‘tragedia’ lo que le hizo el Coco al caracol, al final a lo mejor fue por su bien.

Muchas veces nos tienen que pasar cosas drásticas para cambiar de vida y mejorar. No necesariamente el alejarte de tu pasado y de la gente que te rodea es malo. A veces es necesario.

Yo no se si ese caracol ya se acomodó en Kearny Mesa. Yo no se si extraña Chula Vista. Ignoro si dejó familia o si lo están buscando.

Los cambios en la vida son difíciles pero muchas veces son inevitables.

A lo mejor mi hijo en su subconsiente trae eso de cambiar de vida. Lo están aceptando universidades ya para terminar su carrera y significa que se tiene que ir lejos.

Tal vez este exagerando con esta metáfora y tal vez me digan “la Bradshaw” que todo quiere profundizar al escribir, pero algo me dice que tengo un poco de razón.

Lo único que espero es que mi caracolito al irse lejos se acuerde como llegar de regreso.

Y quien sabe. Tal vez el caracol que se fue ese día pegado al carro de mi hijo ahorita está en una mansión en La Jolla, frente al mar, y ni se acuerda de sus parientes del sur de San Diego.

Uno nunca sabe.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 😊

Soy Más Grande que mi Papá

No sé qué fue lo que me pasó ayer cuando me etiquetaron en una foto en Facebook.

Era una foto que yo había subido hace mucho a mis redes sociales y ahora había vuelto a resurgir porque la volvieron a compartir.

La foto era de mi papá, mi tío Richie, el Alex y el Tury (amigos de la juventud). Me imagino que era una reunión en La Barra de Los Pobres del Casino de Mexicali por los años 90s.

Esa foto me da risa porque para empezar mi tío y mi papá eran los señores y se estaban juntando con los muchachos casi de mi edad.

Pero eso no fue lo que me sacudió.

Lo que me puso ansiosa, triste y medio nerviosa fue que en esa foto mi papá y mi tío deben de tener unos 48 años. Ambos murieron el mismo año (1995) y los dos tenían 49 años.

La razón de mi trauma no fue que ya casi se me olvidó como era el tono de voz de ambos y que mis recuerdos a veces los confundo porque cada vez que se cuentan las historias de ellos se les cambia o se les omiten detalles.

El principal motivo de mi gran trauma es que yo ya soy mayor que ambos. Yo tengo 50 y mi papá y mi tío solo llegaron a los 49.

Soy mayor que mi papá.

Soy la primera que pasa por esto en la familia. A mi hermana, mi primo Cachas, Vero y Norma María todavía les faltan unos años para sentir esto que siento yo.

Hoy puedo darme cuenta de que eran muy jóvenes cuando murieron. Bueno, todavía tenían muchas cosas que hacer.

Tengo ya 50 y ellos nunca llegaron a cumplirlos.

¡Ahora entiendo porque eran tan vagos y se la pasaban tan suave!

Entiendo también, como cabeza de familia, el stress por el que pasaban para sacarnos adelante. Aunque mi situación es muy diferente a ellos, puedo comprender por lo que pasaban para poder “corretear la chuleta” y alcanzarla.

Por eso siempre andaban de party, de pachanga en pachanga, agarrando curada. Eran jóvenes y hoy que es abril del 2023 me ha pegado mucho eso.

Soy mayor que mi papá y mi cerebro no lo logra concebir, descifrar y aceptar.

Es cuando te das cuenta de que los padres y madres no deben morir jóvenes. Se desalinean los chacras de los hijos pues.

Me pone a pensar que esta edad es muy peligrosa. Te sientes de 20 pero tu cuerpo tiene 50. Eres lo suficientemente joven para saber que pasa por la mente de tus hijos que se creen más sabios que tú, pero al mismo tiempo ya no aguantas la carrilla ni la resaca después de una fiesta.

El stress en el trabajo está el lo mas alto de la cima y pues se supone que en los próximos 10 años ese stress comienza a bajar de intensidad.

Soy mas grande que mi papá y la verdad no me quiero morir todavía.

Por primera vez en mucho tiempo estoy bien con mi presente. Ya no me importa el ayer ni lo que tuve que dejar para llegar a lo que tengo ahorita.

Me estresa el futuro porque no quiero que sea menos bueno que mi presente.

Estoy muy bien ahorita, con todo y el cansancio y las largas jornadas de trabajo.

Soy mas grande que mi papá y eso me vino a desequilibrar a mi persona.

Soy mas grande que mi papá y ahora me toca a mi vivir los años que ni él ni mi tío Richie vivieron.

Lo repito porque me cuesta trabajo entenderlo: Soy más grande que mi papá.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂

Si te da flojera leerme, óyeme.

Decisiones

Yo no soy científica (por si no se habían dado cuenta). Pero soy una persona que tiene una manera de narrar sus opiniones describiendo lo que pienso, tal cual.                                   

Y últimamente me tiene muy pensativa lo que son las decisiones, la toma de decisiones y lo difícil que es decidir.

Todo en esta vida es una decisión.

Decides:

  • A qué hora despertarte
  • Qué te vas a poner de ropa
  • Cómo vas a tomar tu café o desayuno
  • Por qué camino te vas a ir a la oficina
  • Qué correo vas a contestar primero
  • Qué juntas y reuniones vas a ir en persona y cuales por Zoom
  • Etc.

Decides por tus hijos cuando están pequeños: a qué escuela los vas a meter; de qué va a ser la piñata de su cumpleaños; dónde vas a vacacionar.

Al contraer matrimonio decides entre un simple SI y un NO, cuando te preguntan con un anillo de diamante enfrente. (Muchas veces decidimos esto basados en expectativas de cuentos de hadas y que la mayoría de las veces nos preguntan cuando estamos muy inmaduros y jóvenes para saber lo que estamos decidiendo)

Rechazar un trabajo o aceptarlo es una decisión.

Dónde vivir, cuánto ahorrar, qué decir en público y que filtro usar para tu foto de perfil de Facebook.

A veces decidimos por instinto, como los animales, que lo hacen en base a memoria y un ligero aprendizaje.

Otras veces decidimos sin pensarlo, pero para ya quitarnos el pendiente. A veces nos equivocamos y a veces le acertamos.

Vivimos en democracias donde votamos decidiendo quienes son nuestros gobernantes.

La decisión es la culminación de un razonamiento. Es la respuesta a una serie de pasos que vamos acomodando en nuestro cerebro y nos llevan a una finalidad.

Si o no. Mal o bien. Arriba o abajo. Norte o Sur. Seguir o Parar.

Me he dado cuenta también que todas las decisiones se conforman de un NO, un NO a medias y varios SI.

Me explico:

¿Vas a expandir tu negocio a la costa este?

Decisiones posibles:

  1. NO
  2. La sigo pensando (puede ser SI o NO)
  3. Es probable pero no sé cuándo (SI, pero indeterminado)
  4. Si, pero a largo plazo (Si con el tiempo determinado)
  5. Definitivamente SI.

Se que hay más variedades, pero me he dado cuenta de que NO es NO y hay SI que pueden ser NO.

Todo es decisión:

  • Hablar mal de alguien o defenderlo
  • El amor es una decisión
  • Creer es una decisión
  • La felicidad es una decisión
  • Sonreír o andar con cara enojada

Todas las decisiones de mi vida las he tomado pensando bien, sin pensarlo y arriesgándome. Unas me han salido super bien, otras mas o menos y otras si me he arrepentido un poco.

La única decisión que a mis 50 años nomás no puedo tomar fácilmente es cuando me preguntan:

¿Dónde quieres ir a comer? Tu escoge.

Me pongo en modo de pánico. Me angustio. Me estresa y se me olvidan todos los restaurants que conozco.

Allí si definitivamente necesito ayuda. No se porque me cuesta tanto decidir eso. ¿Será algo psicológico?

Nos vemos el próximo miércoles 😊

La Dismorfia

Manejaba de Los Angeles a San Diego. Venía sola, escuchando música pero sin cantar. El freeway 5 no estaba lleno como de costumbre, sino que pude avanzar a  buena velocidad sin detenerme.

Pensaba en todo lo que tengo que hacer este mes de abril. Por decisiones corporativas, duplicamos las responsabilidades, pero era la única manera de realmente crecer y aventarnos con el proyecto.

Todos mis pendientes laborales tienen remedio. Solo es cuestión de hacerlos (lo más difícil porque mi pasatiempo favorito es procrastinar).

Cuando mi mente se satura de pensamientos y pendientes, para evitar la ansiedad, me pongo a pensar en todo menos en lo que me estresa. Y fue así que mi cerebro cambió de giro mental y puso en mis pensamientos algo que leí hace un tiempo:

“Nunca vamos a saber como somos realmente porque solo conocemos nuestro cara por foto o por espejos”.

Y así, como por arte de magia, toda mi atención y todas mis neuronas se concentraron en eso. NUNCA vamos a saber como somos realmente, físicamente.

Los espejos mienten. Los espejos dicen la verdad.

¿Cuál es lo correcto?

Todos tenemos en nuestras casas un espejo que nos gusta y otro espejo que odiamos.

Yo por ejemplo tengo en mi baño un espejo que no hace nada de favor. No se si es la luz o realmente es la luna del espejo lo que lo hace que uno se vea raro, pálido y con sombras en la cara y cuerpo que no son favorecedoras.

Lo mismo pasa con los espejos de las tiendas departamentales en los vestidores donde te pruebas la ropa que vas a comprar. Nunca te ves bien en un espejo de una tienda. No se que sea, pero te arriesgas a comprarlo porque dices “En realidad no debo de verme tan mal”.

Si. Todo eso pasaba por mi mente mientras yo pasaba por San Clemente. Casi me distraigo de mi tema de los espejos porque comenzaba a cantar la de Camelia la Texana.

Regresaba a mi pensamiento “mata-neuronas” sobre los reflejos de la realidad de uno.

No se si los espejos mienten o realmente reflejan lo que somos.

Luego pensaba que la otra manera que sabemos como somos es por medio de las fotografías.

Hoy en día sabemos que todo tiene filtro. Los mismos lentes de las cámaras de los teléfonos ya te dan una “ayudadita” para que no salgas tan feo en una foto.

Es muy peligroso eso. Te llegas a creer que tu cutis es de porcelana, que tus ojos están perfectamente delineados y que tu boca es perfectamente sensual.

Luego te ven en persona y no te reconocen.

Todo esto pasaba por mi mente mientras manejaba.

Soy una persona que tiene dismorfia corporal (al menos eso creo) y nunca me gusto en las fotos, ni en los espejos y es lo único que tenemos para saber como somos.

La juventud ya casi es inexistente en mi. Voy a tener que ser buena gente para que me vean linda. Tan buena gente que no sepan si mi foto tiene filtro o no de lo bien que les voy a caer.

Y eso pensé en una hora cuarenta de camino de LA a mi casa.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 😊