Hielo delgadito

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Siempre he querido experimentar la adrenalina de caminar por un lago congelado y saber que el hielo debajo de mis pies cualquier momento puede tronar y yo me ahogo.

Imagínate la experiencia. Caminar en agua apenas congelada que por el cambio de temperatura puede hacer que rompa y caigas dentro del lago de agua fría.

Lo peligroso es que ese agujero por el que caes se vuelve a congelar y quedas atrapado entre una capa de hielo delgadito y un mundo de agua muy fría que puede congelar tu cuerpo y llevarte a la hipotermia.

¿Porqué me gustaría hacerlo?

No sé. Quizá para sentirme muy valiente, como todas esas dinámicas hoy en día en las que los grandes mandos de las corporaciones se atreven a caminar por unos metros de brasas ardiendo para probar su concentración y valor.

Obviamente esto que les digo no es más que una metáfora de lo que todos los días vivimos.

No pueden mentirme y decirme que todo es perfecto en su vida. Cada uno de ustedes sabe que situación es para ustedes un hielo delgadito. Y tal vez no la platican al mundo entero. A lo mejor es su más grande secreto. Quizá es su más grande temor.

Hielo delgadito, frágil, momentáneo.

Todos estamos en situaciones así. Unos peligran más que otro por el tamaño del problema, pero al final, todos tenemos esa situación, problema ó dilema que estamos esquivando ó evitando pisar para que no se nos rompa nuestro mundo.

Yo en lo personal acabo de captar que uno a veces anda por la vida en puro hielo delicado y frágil. Y no nos damos cuenta.

Vamos por la vida corriendo, brincando… pisando fuerte y nunca se nos ocurre pensar que vamos por un piso que en cualquier momento nos hace caer.

Corremos de prisa, nos deslizamos… es más, muchas veces hasta cargamos peso adicional de cosas y problemas que tal vez no nos correspondan pero le “hacemos el paro” a terceros. Ayudamos con la carga.

Y vamos y venimos, siempre por ese hielo frágil.

Somos felices y nos creemos invencibles.

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Hasta que ves en la orilla a tus seres queridos, amigos, compañeros de trabajo, familia, jefes, sociedad en sí. Te saludan, te cantan sus porras de apoyo.

Y saludas, y le sigues en el lago congelado, brincando y corriendo. La vida se disfruta al 100.

Pero en eso, alguien que está con todos te señala. Te apunta y luego apunta el piso en el que estás.

Te acercas para ver si logras entender lo que te dice.

“¿Qué dices?”, le tratas de decir con señas.

Esa persona sigue apuntando el piso en el que estás.

Vuelves a voltear a ver a la persona y se tapa la cara, como que no quiere ver lo que te pasa.

Y en eso tropiezas en tu caminar por el hielo y sientes un tronido debajo de tus pies.

Algo suena.

Entiendes entonces que lo que te dice esa persona en el público es que no vas a poder. Que lo que haces es peligroso. Que vas a fracasar. NO VAS A PODER.

La mayoría de la gente sigue echándote porras y son feliz por ti y todo tu logro en tu caminar, porque saben que siempre has peligrado pero curiosamente nunca te ha pasado nada de gravedad.

Y sonríes pero sigues viendo a esa única persona que te está desanimando a que no intentes seguir. Que te detengas. “Te vas a hundir”….

No sabes qué hacer ya. Estás congelado en medio caminar.

Toda la confianza en tí mismo se esfuma. Piensas que todos los que te echan porras no saben del peligro en el que estas.

Le crees a la única persona que te desanima.

El hielo cada vez es mas delgado y truena mas.

Antes en tu andar ya habías escuchado algo similar pero lo habías librado bien. Pero ahora esa persona que te dice que te va a pasar algo porque no vas a poder salir bien de tu caminar te tiene asustado.

Y te quedas estacionado sin moverte. No puedes moverte más.

El hielo truena cada vez más y sabes que te vas a hundir en medio del lago.

Las porras cambian. Ya no te animan con felicidad. Ahora te gritan que te muevas, que salgas, que hagas algo.

La persona que te dijo que no podías ya no está. Sólo vino a decirte que no podías caminar en hielo delgado y se fue.

El hielo rompe y sientes uno de tus pies entrar al agua congelada. Te duele como si fueran alfileres.

Tu respiración se corta.

La gente que te apoya ahora está preocupada y ves como comienzan a hacer una “mano cadena” hasta llegar a ti.

Se rompe otro pedazo de hielo.

Sabes que vas a caer de cuerpo completo dentro del lago congelado.

Estas hasta la cintura y tus piernas no te obedecen. Comienzas a hundirte. Te dejas ir. Te das por vencido.

“Ya no puedo”, te dices a ti mismo.

Y en eso sientes una mano que te saca con fuerzas de ese hoyo congelado y oscuro. No sabes quien es ni cómo, pero te saca.

“¿Qué te pasó?”, te preguntan.

“Me dijeron que no podía y me detuve”, les explicas.

“Esa persona te quiso detener para que permanecieras en ese hielo delgado hasta caer. Nosotros te decíamos que te movieras, que siguieras sin miedo”, decían molestos.

“Perdón”, te disculpas con todos pero principalmente contigo mismo.

Te quedas solo mientras vuelves al lago congelado…. Tienes que seguir caminando.

Que nadie te detenga. Que nadie te diga que no puedes. Que nadie te haga dudar de lo que haces.

Si te detienes en el hielo delgado, se rompe y caes.

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Avanza.

Esa es la lección.

Avanza.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Billar

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Billar. ¿Deporte, pasatiempo ó metáfora?

El sábado pasado, en la primera comunión de Regina, había una mesa de billar en la fiesta.

Mi hijo el Coco me retó a jugar.

Soy super maleta pero si me retan, le entro.

Le mesa estaba exquisita. La madera y el trabajo carpintero me llamaron la atención.

La tela de feltro no era el verde bandera tradicional sino un cafécito claro, como café con leche. (Así le llamo al café casi beige, porque es igual que el café de mi taza cuando le echo leche de clavel).

Me gustó la mesa porque se me hizo original. Su color, su estructura. Dominaban tambien algunos tonos rojizos.

El Coco le ponía gis a su taco. “Esto es la clave”, me decía muy sabiondo.

“Tu quiebra las bolas mamá”, me decía mientras acomodaba el triángulo.

No se porqué me puse nerviosa.

Quizá me acordé una vez que estaba en Los Angeles, con mi hermana en casa de un jefe de mi papá. Su hijo y su novia nos invitaron a jugar billar a un barecito. Era por Melrose Place y nos dejaron entrar sin pedir ID (teníamos mucho menos de 21 años).

“¿Juegan billar?”, nos pregunta la gringuita.

NO me pregunten porqué pero se me ocurre abrir la boca y decir, “Soy campeona”.

Mi hermana me voltea a ver en cámara lenta. No sabe si atacarse de la risa ó preocuparse por mi gran mentira que ni al caso.

“Wow! Entonces ustedes las hermanitas contra nosotros”, nos dice el muchacho. “Pero nosotros no jugamos tan bien”.

Y que comienzan. Tiros perfectos, tiros de aturdimiento, tiros de stop. Por arriba, por abajo.

Yo me quería morir. No quería seguir.

Llegó mi turno y me tardé años. Parecía el Quico del Chavo del 8, cuando se está preparando para jugar y se pone hasta baba en las orejas.

Le pegué y fatal.

Mi hermana se quería meter debajo de la silla.

Lo bueno fue que no dijeron nada. Captaron que era una mentirosa y nos dieron una paliza.

Lección aprendida!

En fin, volviendo ya al juego con mi hijo el Coco este pasado fin de semana, centré la bola blanca para darle bien recio a las bolas y lograr que entraran a las bolsas.

Me acomodé y le dí según yo muy fuerte. La pelota blanca apenas y llegó y las bolas solo se desacomodaron.

Mi hijo me puso cara de “Bruh!”.

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“Es que me da miedo mi fuerza y pegarle demasiado fuerte”, le dije.

“Simón”, me dijo el sope.

Jugamos 5 juegos. Siempre me tocaba ser las bolas sólidas.

En el último juego me faltaba sólo echar el número 8, la bola negra.

Al Coco le quedaban 6 bolas rayadas.

Fácil le iba a ganar.

Y me empecé a emocionar. Y fallaba cada vez.

El Coco metía una y yo fallaba otra.

Otra adentro de mi hijo y yo fallaba.

Me alcanzó y me ganó de la manera mas espantosa que se puedan imaginar. Me regresé a aquella vez en Los Angeles. 😛

Me puse triste la verdad. Me vi bien loser.

Mientras jugaba mi mente volaba y se comenzaba a inspirar para este blog.

Me identificaba con el billar. Mucho.

Llegué a la conclusión que metafóricamente, el billar era mi vida.

Las 15 bolas eran:

  1. La FE
  2. La familia
  3. Trabajo
  4. Salud
  5. Estabilidad económica
  6. Amistades
  7. Aceptación de la realidad
  8. INSEGURIDAD
  9. El pasado que duele
  10. El presente que se nos olvida vivir
  11. El futuro incierto
  12. Toma de decisiones
  13. Educación
  14. Quien está apoyándote
  15. Quien te deja morir

BOLA BLANCA: La determinación.

No se si esté muy simple mi relación con mi vida, pero así se me presentó en la mente.

Al estar acomodando la bolas en el triángulo para romperlas, me decía el Coco, “No importa el órden, pero que no esten todas las sólidas juntas. Que se vea mezclado todo. Y siempre el 8 negro enmedio de todas”.

Si no saben como se juega, cada jugador trata de echar las bolas en las bolsas de los lados de la mesa de billar.

Si echas primero una bola sólida de color, entonces sólo te concentras en echar las de color sólido y tu oponente las de color rayado y viceversa.

La última que debe caer en las bolsas es la NEGRA, ya que si cae pierdes todo automáticamente.

Si cae la bola blanca, el oponente la saca y la puede colocar a su favor.

Así que usen su imaginación…

En la vida, uno usa la determinación para lograr las cosas y ‘echarlas’ en la bolsa. A veces tu tino y determinación no son tan precisos y no puedes lograr que ‘caigan’ ó se cumpla todo.

A veces estar muy determinada es contraproducente y no caen porque rebotan.

A veces la falta de determinación ni siquiera hace que se mueva un centímetro cada bola.

A veces por estar concentrado en una bola, no ves otra y empujas la negra con el 8 hasta que cae antes que nada.

Esa bola 8 que para mi representa la INSEGURIDAD y que está siempre en medio de todas las demás es muy hábil y parece ponerse siempre cerca de las bolsas para hacerte perder.

Estoy jugando un buen billar. La riego a veces y meto la bola blanca pero mis oponentes en este caso son mis aliados. Y ellos sacan esa bola blanca y me ayudan a meter las demás.

Tengo contados los que están conmigo, pero son los que tienen que estar.

Seguiremos jugando este billar, bola por bola.

Cuando se logre todo en cierta etapa, se vuelven a acomodar todas las “bolas” y se comienza un nuevo juego.

Y sí, el juego pasado, ya sea perdido ó ganado ya no cuenta. Llega el momento en que ni te acuerdas como estuvieron las jugadas.

Tienes que concentrarte en tu actual juego de billar.

Pegar con la precisión requerida, usando estrategias. A veces sacrificas golpes para acercarte a tu misión.

Porque el juego mas importante es el que se juega en el presente. Y ya.

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NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂

 

Confirmar

Confirmar es una palabra que tienes varios sinónimos según el Diccionario de la Lengua Española.

Estos sinónimos son: asegurar, aseverar, comprobar, convalidar, corroborar, ratificar, revalidar.

Eso significa CONFIRMAR.

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El sábado pasado mi hija se Confirmó en la fé católica que le impusimos nosotros como padres y sus padrinos de bautizo.

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Ella a sus 16 años quiso asegurar sus creencias en esta fé y la verdad estamos muy contentos. Su hermosa madrina, mi nueva comadre, Maritza Rodriguez la acompañó.

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Eso es confirmarse. Es sólo una manera de decir “Ah, OK. La fe que me presentaron de bebé es la que quiero continuar”.

Desconozco otras religiones (aunque siempre he querido estudiar mas teología y ver las creencias que hay en todo el mundo. Se me hace algo fascinante como el ser humano puede ser tan distinto pero al mismo tiempo tan igual).

No se si las otras religiones tambien tengan una ‘confirmación’ a cierta edad. Pero es algo que debo averiguar porque ya se me metió la duda! 🙂

No voy a hablar mucho de religión porque respeto todas las creencias de la gente que me lee. 😉

De lo que les voy a hablar es de como en esta vida últimamente se tiene que CONFIRMAR.

Es bien chistoso.

Cuando uno tiene que confirmar algo, es porque la verdad no estas al 100% seguro.

Por ejemplo, a mi cuando me dicen “Gina, ¿qué teléfono tiene el taquero a domicilio?”, les digo el número que me acuerdo pero de volada digo “Pero dejenme confirmarlo”.

¿Porqué necesitaremos hoy en día confirmar todo?

A veces me siento que todo tengo que confirmar para estar segura. Ya nada se hace al “ahi se va”.

Tenemos que confirmar:

Reservaciones a cenar

Vuelos agendados

Reservaciones de hoteles

Asistencia a Eventos (aunque casi nadie le hace caso al RSVP mas que en Estados Unidos).

Amistades porque son muy escasas

El amor, porque somos muy inseguros cuando se trata del corazón.

Que se haya recibido un documento importante

En el correo nos dan numero de guía para ver hasta que llegue al destino un paquete

Tambien tiempos de entrega

Firmas al calce de contratos

A la mitad de la horneada de un pastel, vas a ver que vaya bien

Etc.

Tenemos que CONFIRMAR todo lo que hacemos.

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¿Porqué creen que asi sea?

A veces pensaba que era debido a una gran inseguridad por parte mía. Como siempre ando pensando en mil cosas a la vez, soy insegura cuando tomo decisiones en ‘automático’.

Ultimamente, cuando confirmo cosas, me entra la duda si en realidad es inseguridad de mi misma, ó de otra gente.

Es que la verdad, todos hacemos las cosas muy a la ligera. Por prisa, por falta de timpo, por falta de interés.

No le tenemos fe a los demás.

No es suficiente ya la palabra de la gente, tenemos que tener las cosas por escrito para poder ‘confirmar’ algo.

Si alguien nos dice algo, no creemos a la primera. Nos da miedo CONFIAR.

Aqui entramos a una DESCONFIANZA enorme hacia los demas.

No se a que se deba. Quizá a experiencias negativas que tuvimos.

A lo mejor por ser perfeccionistas.

Tristemente no creemos a la primera ciertas cosas. Tenemos que CONFIRMAR que es verdad.

En el trabajo tal vez sea entendible. En mi caso, como agente de bienes raíces, es imperdonable no CONFIRMAR datos, fechas, firmas en los contratos.

Estamos sujetos a demandas y el nosotros CONFIRMAR que todo está en orden es simplemente una seguridad extra de que las cosas estan bien.

Vivimos tan de prisa que hacemos las cosas de tal manera que tenemos la seguridad que ‘alguien mas’ lo va a revisar.

Es como un escudo que tenemos de hacer las cosas mediocremente, sabiendo que alguien mas va a revisar y CONFIRMAR que lo hicimos bien.

Si me piden mi opinión, creo que nos complicamos mucho la vida viviendo tan de prisa. No queremos perder tiempo y las cosas las hacemos muy rápidamente. Al hacer todo rápido, nos equivocamos mas.

Ya no leemos instrucciones de principio a fin.

Ya no hacemos caso a las letras chiquitas de lo que firmamos.

Estamos seguros que alguien mas va a confirmar nuestras preguntas.

CONFIRMAR… con firmeza… Quiere decir, “Ok, ya lo volví a revisar y así está bien.”

Pero tambien hay unas CONFIRMACIONES que sólo las puede hacer uno mismo. Nadie mas puede verificar la certeza de algo.

Es cuando CONFIRMAR se convierte en un pendiente mas. Si tu mismo tienes que CONFIRMAR tus actos, te entra la duda de “¿y si me equivoco dos veces?”

Mejor CONFIEMOS mas.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂