Me pregunto, casi a diario, ¿cómo llegamos a esto?
“¿A qué?“, te has de preguntar.
Pues a esto. A todo lo que se lee a diario en las noticias y redes sociales.
Los que están a favor y en contra. De todo y de nada. Porque sí ó porque no. Abrimos ó cerramos negocios. Nos metemos ó salimos. Me cuido ó me vale. Los que creen y los que piensan que todo es un plan malévolo de los poderes mundiales.
Vivir en medio de dos países me hace sentir una terrible angustia por ambos lados de la frontera. Me preocupa mi México. Me estresa Estados Unidos.
Vemos tantas cosas que están pasado. Tanto odio y tanta división, muchas de las veces peleamos por cosas que ni nos afectan.
Vienen elecciones en el país estadounidense, así que ya se han de imaginar todo lo que se lee. Se avecinan crisis económicas en ambos países y en el mundo entero ya que nos van alcanzar los meses en cuarentena.
Mi hijo ya está en su tercer semana de clases en línea, mi hija no se podrá ir a su universidad hasta enero (si bien nos va) y yo no he visto a mi mamá desde febrero porque no quiero ser la que le lleve el virus. (Que se contagie en el Oxxo ó con el Dr. Simi, pero no quiero eso en mi conciencia, jejeje).
Las playas aquí en San Diego están llenas. La gente con sus tapabocas en los codos, en la frente, de mascada y para detener el cabello.. en todos lados menos en la boca y nariz.
Ya no se guardan esos 6ft de distancia, la gente se abraza, sale a restaurants (aunque nos sienten afuera), se sigue lavando las manos pero poco a poco se ha ido perdiendo ese nervio del COVID19. Los contagios siguen a la alza pero la taza de mortandad es menor ya. Como que todo mundo está ya relajado de que la elección del que se enferme sea de la naturaleza. Nadie hace caso, mucho menos las generaciones jóvenes.
Mientras me preocupaba por la vida y por problemas ajenos y lejanos, vi una publicación anónima que me llamó mucho la atención.
Era un cuadro negro con letras blancas y decía:
“Si el COVID-19 afectara principalmente a los niños y jóvenes, todos los adultos estaríamos haciendo hasta lo imposible por cuidarlos y acabar con esta pandemia”.

Me congelé a analizar lo que leía.
Mi piel se erizó en un instante.
Me puse a imaginarme a nuestro mundo si la situación fuera al revés.
Imagínate que el COVID-19 atacara de manera agresiva a niños y jóvenes. Imagina saber que si sales a la tienda, a comer a un restaurant, a trabajar sin tomar las medidas de precaución para no obtener el virus, vas a llegar a tu casa y tus hijos, bebés y niños se pueden contagiar.
Imagina a esos niños con la vida truncada, atados a una cama de hospital y con tubos de oxígeno mientras los doctores los tienen en un coma inducido para que puedan recuperarse de mejor manera.
Imagina tu impotencia como padre de familia, como madre, como tía, abuela… ver a los menores de las familias morir ó enfermar gravemente y quedar lastimados de por vida.
¿Saldríamos de igual manera?
Yo no estoy criticando a los que han salido. YO he salido y mucho. (Creo que psicológicamente estoy retando al virus porque no entiendo como es que no me he contagiado. Pero ese es otro tema)
Yo creo que si el virus atacara a los menores y no a los adultos mayores, nosotros los “viejos” estaríamos haciendo hasta lo imposible por parar el virus.
Haríamos lo que fuera por protegerlos.
Tendríamos a las madres de familia con todos los sentidos puestos en que ningún virus ataque a la familia. No estaríamos pensando “a dónde ir” de vacaciones aunque sea un día y guardando la sana distancia.
No estaríamos ni pensando en lo difícil que es darles clases en línea con la ayuda de sus escuelas.
No estaríamos traumadas que las señoras que nos ayudan en la casa no pudieran venir a trabajar.
Estaríamos completamente entregadas a ver la manera de erradicar el virus, de seguir las instrucciones de los médicos y gobiernos, de obedecer para que esto pasara rápido.
Imagina el miedo de vivir en un mundo donde tus hijos y bebés pueden morir por negligencia propia, por pensar que “ay, no pasa nada”, “estamos vitaminados”, “es que ya no podemos estar encerrados ni un momento más”.

¿Porqué no hemos cuidado a nuestros adultos mayores de igual manera?
No, jóvenes. Estamos mal. (Me incluyo en la juventud, al menos mentalmente).
No podemos ser tan egoístas, tan “ay whatever”.
Es mucha la gente que ha fallecido por el COVID19. Mucha gente conocida, sin importar su status económico ni social.
Creo que este blog me hace pensar en algo muy profundo:
¿A qué edad le dejamos de importar al mundo?
NOS VEMOS LA PROXIMA SEMANA 🙂