Diferentes

Era 1985, por estas fechas de febrero, cuando llegué una mañana a mi salón de la secundaria. Iba muy nerviosa porque tenía examen de Ciencias Naturales y se me dificultaba mucho por la nomenclatura en español de toda la fotosíntesis de las plantas. Estaba en primero de secundaria, tenía 12 casi 13 y toda mi escuela primaria había sido en inglés.

Recuerdo que nos sentábamos por hileras y la maestra Obdulia entregaba los exámenes al principio de cada hilera y el primer alumno tomaba uno y pasaba el resto.

Vi el examen, le puse el nombre y comenzaba a leer las preguntas. Eran de opción múltiple A, B, C, D. (En mi mente me consolaba que tenía el 25% de probabilidad de atinarle a todas).

Recuerdo que quería llorar. Nunca antes había batallado en la escuela pero había algo en el vocabulario de Ciencias Naturales que nomás no se me pegaba bien y me sentía insegura.

Comenzaba el examen y no se me estaba haciendo tan difícil como creía. En eso mi compañero de enseguida me dice: “Gina, la primera no es C es A. La tienes mal. Hijole, la 2 y la 3 tambien”.

Me paralicé y sentía que no podía respirar. Me lo había dicho uno de mis compañeros más inteligentes para esa materia. Siempre sacaba 10.

Me las pasó todas y borré mi examen para poner sus respuestas. (Sí, ya sé).

En el recreo, todos platicamos del examen. “No puedo creer que la maestra hizo tantos examenes diferentes”, decía Katia.

Yo en ese momento supe que había reprobado el examen. Las respuestas tan diferentes era porque las preguntas estaban en otro orden ó eran diferentes.

Pasaron los días y efectivamente me entregaron un 3 de calificación (Le había atinado a una que otra por mera casualidad).

“¿Porqué borraste tus respuestas, Gina? Puedo ver que ibas bien en casi todas pero luego las cambiaste”, me explicaba la maestra despues de clases, porque fuí de las más burras.

Le confesé la verdad y creo que se apiadó de mi. Me hizo otro examen que me contaría máximo como un 8 y pude salvar mi promedio que casi iba perfecto en todas las materias. (Sí, muy nerd).

Me acordé de esta historia porque vi un meme que subió Chava Malo en su Facebook.

Como seres humanos tenemos la mala costumbre de siempre estar comparando lo que estamos haciendo con los demás. Siempre pidiendo opiniones, siempre consultando todo antes de nosotros hacerlo. Siempe inseguros.

No estoy diciendo que todo consejo es malo ó que averiguar bien antes de hacer algo sea negativo, pero muchas veces tomamos decisiones basadas en las opiniones personales de las personas a las que consultamos.

Muchas veces nos dan el consejo de acuerdo a como les fue a ellos en cierta situación.

Volviendo al tema del metiche de mi amiguito de la secundaria que volteó a ver mi examen y me dijo que estaba toda mal es un vivo ejemplo de que su situación era totalmente diferente a la mía.

En el meme de los dinosaurios, la situación para cada uno es totalmente distinta. Los puntos de vista son desde el que vive la experiencia nada más.

Comencé a ver la serie Euphoria y más que impresionarme, me puso triste. Me dió sentimiento ver los valores tan bajos que hay en la juventud norteamericana. Yo tengo dos hijos que crecieron y fueron educados en este país y me da pendiente que hayan estado expuestos a tantas cosas que platican en la serie.

No les cuento de qué se trata para que la vean, con toda la discreción del mundo ya que si el tema es muy explícito y para público con amplio criterio de madurez.

“Euphoria” y tambien “Elite” y “13 Reasons Why” son series basadas en una juventud moderna que vive presionada por la constante comparación que se hacen con los amigos que los rodean para poder evaluarse de como van en la vida.

Si le agregamos a esto la presión del internet y las redes sociales, puedo entender realmente cómo se han de sentir los niños de escuela preparatoria en estos tiempos.

El día que desde niños entendamos que cada uno de nosotros es un ser individual, la juventud dejará de estresarse tanto por “pertenecer”, por andar “in” y es entonces cuando cada uno va a disfrutar ser diferente. (Aunque no les guste a los diseñadores e influencers de moda).

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂

Resumen mental

Me pregunto, casi a diario, ¿cómo llegamos a esto?

¿A qué?“, te has de preguntar.

Pues a esto. A todo lo que se lee a diario en las noticias y redes sociales.

Los que están a favor y en contra. De todo y de nada. Porque sí ó porque no. Abrimos ó cerramos negocios. Nos metemos ó salimos. Me cuido ó me vale. Los que creen y los que piensan que todo es un plan malévolo de los poderes mundiales.

Vivir en medio de dos países me hace sentir una terrible angustia por ambos lados de la frontera. Me preocupa mi México. Me estresa Estados Unidos.

Vemos tantas cosas que están pasado. Tanto odio y tanta división, muchas de las veces peleamos por cosas que ni nos afectan.

Vienen elecciones en el país estadounidense, así que ya se han de imaginar todo lo que se lee. Se avecinan crisis económicas en ambos países y en el mundo entero ya que nos van alcanzar los meses en cuarentena.

Mi hijo ya está en su tercer semana de clases en línea, mi hija no se podrá ir a su universidad hasta enero (si bien nos va) y yo no he visto a mi mamá desde febrero porque no quiero ser la que le lleve el virus. (Que se contagie en el Oxxo ó con el Dr. Simi, pero no quiero eso en mi conciencia, jejeje).

Las playas aquí en San Diego están llenas. La gente con sus tapabocas en los codos, en la frente, de mascada y para detener el cabello.. en todos lados menos en la boca y nariz.

Ya no se guardan esos 6ft de distancia, la gente se abraza, sale a restaurants (aunque nos sienten afuera), se sigue lavando las manos pero poco a poco se ha ido perdiendo ese nervio del COVID19. Los contagios siguen a la alza pero la taza de mortandad es menor ya. Como que todo mundo está ya relajado de que la elección del que se enferme sea de la naturaleza. Nadie hace caso, mucho menos las generaciones jóvenes.

Mientras me preocupaba por la vida y por problemas ajenos y lejanos, vi una publicación anónima que me llamó mucho la atención.

Era un cuadro negro con letras blancas y decía:

“Si el COVID-19 afectara principalmente a los niños y jóvenes, todos los adultos estaríamos haciendo hasta lo imposible por cuidarlos y acabar con esta pandemia”.

Me congelé a analizar lo que leía.

Mi piel se erizó en un instante.

Me puse a imaginarme a nuestro mundo si la situación fuera al revés.

Imagínate que el COVID-19 atacara de manera agresiva a niños y jóvenes. Imagina saber que si sales a la tienda, a comer a un restaurant, a trabajar sin tomar las medidas de precaución para no obtener el virus, vas a llegar a tu casa y tus hijos, bebés y niños se pueden contagiar.

Imagina a esos niños con la vida truncada, atados a una cama de hospital y con tubos de oxígeno mientras los doctores los tienen en un coma inducido para que puedan recuperarse de mejor manera.

Imagina tu impotencia como padre de familia, como madre, como tía, abuela… ver a los menores de las familias morir ó enfermar gravemente y quedar lastimados de por vida.

¿Saldríamos de igual manera?

Yo no estoy criticando a los que han salido. YO he salido y mucho. (Creo que psicológicamente estoy retando al virus porque no entiendo como es que no me he contagiado. Pero ese es otro tema)

Yo creo que si el virus atacara a los menores y no a los adultos mayores, nosotros los “viejos” estaríamos haciendo hasta lo imposible por parar el virus.

Haríamos lo que fuera por protegerlos.

Tendríamos a las madres de familia con todos los sentidos puestos en que ningún virus ataque a la familia. No estaríamos pensando “a dónde ir” de vacaciones aunque sea un día y guardando la sana distancia.

No estaríamos ni pensando en lo difícil que es darles clases en línea con la ayuda de sus escuelas.

No estaríamos traumadas que las señoras que nos ayudan en la casa no pudieran venir a trabajar.

Estaríamos completamente entregadas a ver la manera de erradicar el virus, de seguir las instrucciones de los médicos y gobiernos, de obedecer para que esto pasara rápido.

Imagina el miedo de vivir en un mundo donde tus hijos y bebés pueden morir por negligencia propia, por pensar que “ay, no pasa nada”, “estamos vitaminados”, “es que ya no podemos estar encerrados ni un momento más”.

¿Porqué no hemos cuidado a nuestros adultos mayores de igual manera?

No, jóvenes. Estamos mal. (Me incluyo en la juventud, al menos mentalmente).

No podemos ser tan egoístas, tan “ay whatever”.

Es mucha la gente que ha fallecido por el COVID19. Mucha gente conocida, sin importar su status económico ni social.

Creo que este blog me hace pensar en algo muy profundo:

¿A qué edad le dejamos de importar al mundo?

NOS VEMOS LA PROXIMA SEMANA 🙂