No les voy a platicar de Disney y su magia, ni como 4 juegos se descompusieron conmigo arriba, ni como el desfile se atoró enfrente de mi. Tampoco les hablaré de princesas ni nada.
Les voy a platicar de lo siguiente.
Llegué con un miedo al hotel, despues de andar todo el día en Disneylandia, porque no me quería quitar los tenis. No es que me apesten ni mucho menos. Lo que pasa es que me acordé de lo que le pasó a mi abuela Gloria (materna) hace muchos muchos años cuando iba con nosotros a Disneylandia.
Hace mil años, (tal vez unos 30 años), mi abuela nos acompañó a Disney a los nietos y a las hijas.
Como era de esperarse, las filas, la caminada y estar parados hicieron que el cansancio incomparable llegara a nosotros.
Mi abuela era una señora que SIEMPRE usó faja con liguero de resorte para detener las pantimedias.
No me acuerdo de mi abuela sin medias.
Esa vez que fuimos a Disney, al llegar al hotel todos cansadísimos, recuerdo el grito de mi abuela cuando se quitó las medias.
Se las quitó con todos y un par de uñas de los pies.
La risa de todos al imaginarnos a mi abuela, tan sangrona, sin uñas por cansancio.
Desde entonces me da un miedo espantoso cansarme demás.
Ahorita asi estoy. En un cuarto de hotel aqui, llegando de Disney y con los calcetines puestos porque me da mucho miedo quitármelos con todo y uñas.
La verdad es que de nada sirve tener condición física. El cansancio de Disney es único.
Me hizo pensar que este lugar mágico tambien te enseña muchas cosas.
En sus canciones te invita a creer, amar, soñar, imaginar.
Nadie te dice nada de las enormes filas de los juegos.
Esa es mi reflexión el día de hoy.
Esas interminables filas de gente en cada juego de Disney.
En esos juegos que no tienes el llamado “Pase Rápido” o FASTPASS, te tienes que aventar la fila que en estas fechas oscilaban entre 1 y 1.5 horas de espera.
Muy chistoso porque llegábamos al juego y veíamos como se veía que la gente estaba cerca de la entrada.
Al formarnos nos dábamos cuenta que la fila era un laberinto escondido que daba vueltas y vueltas y vueltas.
Lo que tu veías como que YA MERITO llegas era en realidad una ilusión óptica.
Phhfffttt!!! Tanto esperar en las filas me hizo reflexionar que DISNEY te enseña a tener paciencia.
Uno hace la fila paciente, cantando, comiendo churros de $6dlls. y vas sonriendo.
Nada te molesta, te adaptas a hacer fila y tratas de pasar el tiempo de la mejor manera.
Nadie dice nada. Se forman y ya.
¿Porqué para la vida real no somos así de pacientes?
Si yo misma tuviera la actitud para mi vida diaria como la que adopto cuando estoy haciendo filas en Disney, creo que sería mucho mas feliz.
Tengo que intentarlo.
Tengo que formarme en mis planes, pacientemente hacer fila y aunque vea que YA MERITO llego, saber que tal vez haya un laberinto de desviación que haga mas larga la espera.
Pero al final, se llega al juego/atracción.
Esa sensación de llegar a sentarte al carrito del juego despues de una muy larga espera…esa sensación única, es la que estoy deseando sentir en muchos aspectos de mi vida.
Esa sensación de satisfacción, de logro y de “woohoo, ahora si viene lo padre”.
Ya merito.
Mientras tanto, a formarnos y esperar. Cantemos en el camino. A ponernos orejitas de Mickey Mouse. A ir poco a poco.
Ya merito llegaremos.
NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂