Procrastinar

Me da risa esta palabra porque es un verbo que jamás digo pero lo practico cada vez más y más. No siempre soy así pero últimamente me pasa.

Procastrinar: significa ‘dejar para mañana’.

Suelo ser muy organizada en todo. Si no lo hago, al menos en mi cabeza tengo una idea de la secuencia que van a tener algunas cosas, desde mi negocio de bienes raíces hasta qué voy a cocinar en la semana. Mi cerebro es un calendario que manejo a la perfección… (aunque ya se me andan olvidando unas cosas y tengo que usar mi libretita y pluma).

Procrastinar: “todo dejan a última hora”; “hasta que ya no hay más tiempo se ponen las pilas”; “todo para el final”; “aplazar hasta otro día”. Ugh. Todos lo hemos hecho.

Quizá pienses que procrastinar se deba a que se es flojo (holgazanería, dirían los que hablan bien este idioma). Pero no, no es flojera ni holgazanería. Descubrí en unos libros que el procrastinar es un problema emocional.

Estudié en la prepa etimologías grecolatinas y creo que eso me ha ayudado a mi a entender las palabras y enamorarme de ellas. Rápidamente busqué la raíz de donde viene la palabra PROCRASTINAR. En latín viene de “pro hacia – crastinus mañana” “postergar hasta mañana”, lo cual todos sabemos que es su verdadero signficado. Sin embargo, si nos vamos al griego, viene de “akrasia“, que no es más que atentar contra nuestro mejor juicio (o sea, hacer algo que sabemos que no es correcto de manera voluntaria).

Dejar las cosas hasta el último momento obviamente no es bueno y lo peor del caso es que ¡lo sabemos! Sabemos que esa tarea se tiene que entregar; sabemos que esa orden se tiene que enviar; sabemos que esa licencia se tiene que renovar; sabemos que la renta se tiene que pagar; etc.

Sabemos que si no lo hacemos algo negativo nos sucede pero de todos modos, no lo hacemos (sino hasta que ya de plano no hay de otra).

Procrastinar se ha vuelto el verbo favorito de los niños y jóvenes que han tenido que estudiar de manera virtual sin un maestro frente a ellos. Se ha perdido la emoción de ir a la escuela y aprender en grupo, rodeado de amigos y presumiendo la mochila y plumitas de colores nueva.

Aburrimiento, ansiedad, inseguridad, frustración, resentimiento… todo esto ha traído el 2020 y su encierro a tantas personas, en especial a todos los estudiantes de todas las edades. Al mismo tiempo se ha creado un círculo vicioso entre maestros y alumnos y entre alumnos y padres de familia. La maestra misma ha de procrastinar en dar una lección, el alumno hasta el último momento comienza a hacer un trabajo y los padres de familia no se atreven a ver cómo van los niños porque saben que nada en este año escolar es normal.

Tengo días tratando de decifrar porque en lo personal no me alcanzan las horas del día. De hecho se lo he comentado a nuestro mentor de negocios Sr. Luis Molina que necesito (necesitamos) un buen manejo del tiempo. Nos ha dado herramientas en las cuales ennumeras las prioridades y ha sido de mucha utilidad.

Lo que ahora estoy descubriendo es que no es que no maneje bien mis tiempos sino que no he podido manejar bien mis emociones en cuanto a muchas cosas y eso me desequilibra todo plan de acción.

Mi conclusión para este blog, el cual estoy escribiendo a última hora del martes, es que el procrastinar me brinda a mi (hablo de mi punto de vista) una satisfacción inmediata.

Tratando de balancear mi pluma en mi nariz,
en lugar de escribir este blog

Por ejemplo: Tengo que dedicarme todo un día a acomodar mi closet y guardar toda la ropa de invierno y dejar la ropa de primavera y verano. Es algo que tengo que hacer y me da la verdad mucha flojera. Pero mucha.

Voy al closet, entro en el y me siento en la alfombra. Acomodo 3 pares de zapatos, me paro, apago la luz y cierro la puerta. Suspendo la tarea aburrida y eso me trae un consuelo y una satisfacción inmediata. Se siente muy bien decir “a la fregada, no lo quiero hacer”. Sé que lo voy a hacer porque uno de estos días me voy a levantar a eso nada mas, siempre es así.

Así hay días, semanas, meses, en los cuales son muy pocas las cosas que te gusta hacer. Luego se pasa y todo vuelve a la normalidad. Realmente el procrastinar es un círculo vicioso.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂

La Barrida

No me gusta barrer ni trapear pero pues es algo que se tiene que hacer. No es el hecho de hacerlo sino tal vez es que me quita tiempo de mi día y últimamente traigo los segundos contados.

La otra vez, decidí barrer un día antes, ya en la noche. En mi cerebro, yo pensaba que así adelantaría mucho si barría la casa entera y hasta el otro día ponerme a trapear con Fabuloso morado.

Eso hice. Moví muebles, quité tapetes y barrí super bien. Hasta me felicité yo misma. Es impresionante la cantidad de polvo y papelitos que se juntan y que a simple vista no se pueden ver. (Tanto que me dicen que en San Diego no hay polvo. Pues sí hay).

Me dormí contenta de mi nueva manera de organizar la limpiada de la casa.

El día siguiente, preparé la cubeta con el agua y el Fabuloso. Kiara, mi perrita, al ver el trapeador, salió corriendo a esconderse. Todavía no sé qué experiencia tuvo con el trapeador pero le tiene mucho miedo.

Comencé en el pasillo cerca de las recámaras de mis hijos. Me fuí trapeando y quedaba como que con marcas el piso. Por más que quise, mi piso no estaba quedando como siempre.

En eso capté. El piso tenía polvo de nuevo. En solo unas horas, mi piso y mi casa ya tenían una ligera capita de polvo otra vez. Yo digo que es porque siempre tengo ventanas abiertas para que circule el aire (aunque tambien se presta a que entre polvito).

Ugh. De nada había servido la barrida que dí un día antes. Al ir trapeando, se iba haciendo lodito. Decidí mejor volver a barrer y despues ya trapear. Fue una pérdida de tiempo doble pero bueno, ya no me vuelve a pasar.

Mientras trapeaba y resongaba y cantaba las canciones en un playlist de Spotify llamado “Canciones para limpiar la Casa” (no es broma, sí las escuchamos mis hijos y yo cuando nos ponemos a limpiar toda la casa), me puse a reflexionar sobre esta experiencia.

¡Qué importante es primero barrer y luego trapear!

No puede uno brincarse pasos ó cometemos la falta de perder tiempo en retrabajo.

No puede uno ‘trapear’ encimita de la tierra porque hacemos un batidero.

Barrer.

Tan simple verbo pero que al final significa mucho.

Barrer (en su significado mas simple) no es mas que arrastrar hasta eliminar lo que no sirve de una superficie para poder dejarla lista para otra cosa.

Es un paso tan sencillo y necesario para seguir con la limpieza.

Si no se hace bien, es contraproducente trapear.

Lo mismo pasa si aplicamos esto a la vida real.

¿Cuántas veces se comienza una relación amorosa nueva sin antes barrer bien el corazón? Las personas tendemos a trapear un corazón lleno de polvo y basura de una relación anterior con un ‘fabuloso’ ser nuevo. Por eso sentimos que no funciona, porque no era el tiempo todavía. No habíamos barrido.

Lo mismo pasa cuando queremos comenzar un proyecto laboral nuevo. Esa mala costumbre que tenemos de querer hacer todo a la de “YA” sin tomarnos el tiempo de prepararnos. Nos ponemos a trapear nuestro proyecto sin antes barrer bien todas las dudas que se puedan tener en el planeamiento del mismo. Despues ya metidos en el compromiso del proyecto vemos un lodazal que tenemos que estar limpiando causando pérdida de tiempo y por consiguiente dinero.

Con los hijos al educarlos; nosotros mismos cuando hemos estudiado; con amistades que hemos abandonado… se nos olvida ‘barrer’ antes cualquier basurita y pretendemos ahorrarnos tiempo trapeando sin hacerlo y es por eso que a veces no funcionan algunas cosas.

Barrer antes de trapear debe de ser siempre nuestra filosofía para no brincarnos pasos de procesos perfectos.

No podemos contentarnos sin pedir primero disculpas (luego quedan resentimientos)

No podemos gastarnos el dinero sin antes ganarlo (luego uno se endeuda)

No podemos pintarnos las uñas sin quitar el esmalte anterior (luego quedan todas feas)

No podemos operarnos sin hacernos análisis clínicos generales (luego nos morimos en la plancha del quirófano)

No podemos entender el final de un cuento sin leer su principio ni mitad (luego nos perdemos de toda la trama)

Todo esto me vino a recordar la importancia de la secuencia en nuestras vidas. Es algo tan simple que lo aprendemos desde que estamos en el kinder.

Recuerdo perfectamente enseñar las secuencias de varias tareas a mis alumnos de 4 años cuando era maestra de PreKinder. Secuencias que por ‘lógica’ se podían resolver. Mis alumnos lo captaban muy rápido porque era lo que hacían en sus vidas, sin ninguna otra distracción.

Las secuencias: algo tan importante y sin embargo tan simple que se nos olvida practicarlo.

Si todos analizáramos la secuencia de nuestros actos antes de hacerlos, quizá toda consecuencia sería positiva al primer intento.

Pero olvidamos las bases de todos nuestros conocimientos porque nos creemos los muy ‘capaces’ a nuestra manera.

“Sí podemos”

“Soy muy aventado”

“Diremos que SI, ya despues vemos el COMO”.

Y a veces, una simple barrida sin secuencia de la trapeada nos aterriza a que despues de barrer se trapea inmediatamente, pero nunca jamas se puede trapear sin barrer.

Así que pensemos un poco más acerca de las secuencias de nuestros actos en diversas partes de nuestras vidas.

Vamos a barrer. Barrer bien.

Ya despues, trapeamos.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂

Cuando todo se da

No es fácil empacar una maleta e irte, así nada más, porque se te da la gana. No, viajar es muy estresante, al menos para algunas personas.

No me mal interpreten. Me encanta hacerlo cuando se puede. Pero cuando uno es una mamá y mujer que trabaja, para poder escaparte unos días, todo tiene que estar calculado, desde dejar en orden la oficina, saber que esos días los clientes no te van a buscar, suficiente comida y dinero para tus hijos (y un extra para emergencias) y que todo lo mencionado tambien esté perfecto para la persona que va contigo.

En esta ocasión, fue mi hermana Michele.

Es muy curioso. Es la primera vez en nuestras vidas que viajamos solas. Siempre de niñas viajamos en compañía de nuestros padres. De jóvenes tal vez preferíamos pasarla con amigas. Ya casadas y con hijos viajábamos en familia. Siempre. Y hemos disfrutado mucho eso, no lo negamos ni lo cambiamos por nada.

Pero esta vez, todo se dió para que pudieramos coinicidir. Por primera vez en años pudimos acomodarlo todo de una manera perfecta, como si fuera un juego de tetris donde todos los bloques tienen que quedar perfectamente acomodados para el triunfo.

Es la primera vez que ninguna de las dos está embarazada, ó con bebés. Es la primera vez que tenemos una cierta flexibilidad en nuestros trabajos que nos permite usar unos días para nosotras mismas. Es la primera vez que tenemos todas las maneras de podernos ir, por un fin de semana largo, a algun lugar solas. No había que coincidir con vacaciones de los niños ni que pudieran acomodarse las clases. Todo estaba perfecto para irnos.

El plan original era otro destino. Hotel y avión ya pagados y planes de visitar algunas personas para combinar el viaje con negocio. Por cosas de la pandemia, me hablaron del aeropuerto para explicarme la situación grave todavía y sin pensarla mucho, mejor cancelé todo.

Me sentí tan mal y tan triste. No supe que hacer mas que hablarle a mi hermana y decirle la mala noticia. Me regresaron todo el dinero del hotel y el avión quedó abierto para las dos (woohoo, viaje 2).

“¿Y Las Vegas?”, me dice mi hermana por Whatsapp. “Y manejamos para evitar aeropuertos”.

Sin pensarla mucho, agendamos el hotel PARK MGM y seguimos con el plan.

No sé explicarles el alboroto que traíamos. Era como miedo y emoción de que todo se lograra.

El jueves temprano salí en carro por mi hermana a Calexico, CA para de allí subir y manejar hasta Las Vegas. La nevada en la Jacumba no me detuvo, ni tampoco la larga fila de carros para cruzar que tuvo que hacer mi hermana de Mexicali a Calexico.

Dejamos su carro en casa de nuestra amiga Ana Gabriela Rodriguez y nos fuimos las dos.

Mi copiloto me fue guiando por todas las zigzagueadas de carreteras hasta llegar a Needles. Pasamos por sembradíos, dunas y nos llovió la mayor parte del camino. Nos fuimos botaneando los Doritos y tés que nos empacó la Ana G. y coincidimos que cenaríamos hasta llegar a LV.

Las Vegas es Las Vegas.

No tengo nada emocionante que platicarles ni tampoco puedo decir que nos ganamos mucho dinero.

Lo que yo les quiero platicar es la manera tan maravillosa que pude gozar de la compañía de mi hermana. Las dos acopladas a todo. De acuerdo en todo, en las comidas, horarios y lugares donde ir.

Estar en el cuarto de hotel (cuando nos ibamos a descansar un rato), en piyamas, tomando vinito y viendo FRIENDS era como estar en aquel RANCHO RELAXO de la Marge Simpson, al cual se va para desestresarse de Homer Simpson (No es tu caso, eh cuñado Sergio? jajajaja)

Saber que no había nada que atender, nada que verificar, ningún perrito que sacar a hacer pipí y que podíamos dormirnos sin preocupaciones fueron el ‘highlight’ del viaje.

En este viaje compusimos el mundo, lloramos tambien. Nos reímos de la gente rara que andaba en Las Vegas. Comimos lo que nos dió la gana y tomamos lo que se nos antojó.

Hicimos todo lo que quisimos hacer. Gastamos poco y ganamos poco. Nos cansamos y descansamos mucho.

Nos compramos unas pulseras con nuestros nombres. Y a las dos horas, yo la perdí. Me subí al carro y no la traía.

Me puse la enmulada del año. Y mi hermana se reía y yo llorando le decía que no se podía reír. Por fin fui por otra pulsera y ya se me pasó la tristeza y coraje.

Disfrutamos lo italiano del Eataly, en especial una ensalada de betabel con burrata; los chicken Mcnuggets del Mcdonalds (si, Mcdonalds porque se nos antojó. ¿Y qué tiene? Nadie nos pudo decir nada); la coliflor y shishitos del Pub en las Crystal Shops; los Cosmopolitans, Moscow Mules y Vodka Tonics… nos reímos de la gente del Freemont Street en el downtown viejo de Las Vegas; comimos un BBQ delicioso en el Whiskey Licker Up y cenamos en el Paris Mon Ami Gabi un filete de res viendo de frente las fuentes del Bellagio. Probamos un sashimi de salmón en el Sushisamba que nos encantó; nos congelamos en el -5 Icebar donde brindamos con un Frangelico en un vaso de hielo (se me pegó la lengua un rato); nos tomamos un capuccino con un rol de canela en el Bellagio y ese domingo quisimos cenar como a las 9:30pm y todos los restaurants cerrados en los hoteles.

Nos tuvimos que ir en carro a buscar algún restaurant abierto y dimos por fin despues de varios fracasos, con un Jack In the Box cerca de la Universidad de Nevada Las Vegas. Pudimos ver el estadio de los Raiders de Nevada y conocer un poco mas todo lo que hay fuera del strip.

Las Vegas siempre ha estado en nuestras vidas. Desde chiquitas nos llevaban nuestros papás y no hemos dejado de ir con familia, pero es la primera vez que la disfruto de otra manera. Sin ningún tipo de contratiempo, sin stress, solo disfrutamos absolutamente todo lo que nos pasó. Y, aunque no lo crean, descansamos mucho.

Se nos hizo muy extraño andar en Las Vegas y no ver mexicanos. Nunca había ido sin encontrarme a alguien conocido. Faltan los latinos para completar Las Vegas.

Lo raro del viaje fue: al llegar a casa de la Ana Gabriela por el carro de mi hermana, salió quién sabe de donde, la pulsera original que había perdido. Así es, ahora tengo dos… jajajaja.

La verdad deseo que todas nuestras carcajadas sean igual de efectivas que hacer un millón de abdominales.

Gracias Michele Dewar por ser mi Brada Guit Bubs y ayudarme a solucionar el mundo.

Me sigo riendo. Vamos agendando el Stressfreetrip Part 2 y que todo se acomode para poder volvernos a escapar. Gracias a todos los que de alguna manera lo hicieron posible, en especial a nuestros hijos, a mi mamá y a mi cuñado.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂

Los Días “NO”

El 8 de marzo fue día internacional de la mujer y no se porqué desde que amaneció sentí el día triste, como melancólico. Quizá fueron esas nubes que llegaron de la nada al cielo que contemplaba mientras me tomaba una taza de cafecito.

Me dolió la muerte de Cepillín, el payasito de la tele con el que crecimos tantos. No sólo era un payaso, era un ser humano íntegro y de buen corazón. Descansa en paz, Cepillín.

Me llenaba de sonrisas y al mismo tiempo nostalgia recibir los recaditos de tanta gente felicitándome por ser mujer. No es mucho lo que me esfuerzo en serlo.

Soy. Y ya.

Mujer apasionada en todo lo que hace y dice.

Porque, si se hace sin pasión ¿qué chiste tiene?

Subí de nuevo mi video tan criticado por una persona que leía ó lee este blog. Aquel video blanco y negro donde puse a mis mujeres hermosas que han tocado de alguna manera mi vida. Faltaron muchas pero el video lo hice hace más de siete meses y eran las fotos que tenía. No sé porqué sentía unas ganas enormes de llorar al verlo. Y como buena masoquista, lo veía y lo veía. Era una combinación de tristeza y orgullo de conocerlas.

Mujer. Tan orgullosa que me siento de serlo. Haber nacido rodeada del color de rosa (aunque no les guste a las nuevas generaciones el que un color defina nuestro género).

Mujer que lo que más difícil se le ha hecho es ser mamá, por miedo a no ser lo suficientemente buena para ellos.

Mi día se ponía triste cuando comenzaba a ver los destrozos en las ciudades importantes de México porque las mujeres se unieron para protestar de manera violenta. No me importa mucho el daño físico a edificios que tienen remedio sino la razón por la que lo hacen. Nombres de mujeres, escritos y gritados, me ponían la piel chinita.

Me dormí, sólo para tener un insomnio a partir de las 12am. Mi día 9 de marzo comenzaba con una negación al descanso. Mi cerebro quería seguir pensando en tontadas. Por fin pude quedarme dormida un par de horas.

Al despertar supe que sería un día NO. ¿Saben de qué tipo de día les hablo?

Los días NO es cuando todo lo que piensas, dices y planeas es negativo, negado ó cancelado. Un día donde todo lo que piensas que vas a hacer no se hace.

Comencé cancelando un viaje por causas de fuerza mayor que no vale la pena escribirlo. Busqué todas las opciones para poder convertirlo en un SI, pero el destino, las opiniones y sobre todo mi sexto sentido me dijo NO. Cancelé todo.

Mi arreglo personal ese día era un rotundo NO. Mi cabello peor que nunca (todos saben que soy lo peor para peinarme yo sola), no pude secarlo ni plancharlo como yo quería. Quise encontrar una diadema para disimularlo pero NO encontré la que quería.

Mi maquillaje era un NO total. No se si sea que mi piel a veces amanece fresca y otros días, cuando no tomo suficiente agua, amanece seca y sin brillo. Súmenle a eso que NO veo bien a la hora de maquillarme (uso lentes, graduación 1.0 pero es para ver celular y computadora y en este caso mis ojos al pintarlos). No podía dejar mis ojos simétricos. Uno se veía mucho más grande que el otro. Trataba de emparejarlo y lo empeoraba. Era un día NO.

Más tarde, Facebook me mandó un recado donde me decía que 4 de mis comentarios hechos durante el día NO cumplían con las reglas de la comunidad de la red social. Me traumé porque la verdad no supe ni cuales fueron ni sé qué hice. Creo que fue por compartir el link de la revista Gente Bonita en grupos donde son medio especiales y no dejan. No creo que mis comentarios sean para ofender a nadie ni mucho menos pero pues tambien para Facebook, NO era lo que me tenía que decir.

Traté de llenar unas formas en internet, ahora que andamos en temas de impuestos, y todo parecía bien hasta que quise volver a entrar a mi cuenta y no pude. Me dictaba un recuadro que mi cuenta tenía problemas. El acceso negado. Era un NO para poder usarla.

Mi día “NO”, había estado muy complicado. Me tenía totalmente cansada física y mentalmente.

Mas tarde, tuve que ser yo la que gritara mentalmente NO… al enterarme de un caso de abuso de un doctor a una paciente. Ni voy a entrar en detalles ni pienso usar mi blog para discutirlo pero me dió tanta rabia. Cierto ó no, falso ó verdadero, lo que me impresionó fue ver la cantidad de confesiones de otras muchachitas que han sido víctimas de casos similares. Yo pasé por algo similar, con un conocido doctor, que no llegó a ser muy grave pero si me hizo sentir tan incómoda.

Mi mamá, mi hermana, mis amigas…. todas tenemos una historia que contar acerca de un abuso. Un incidente que nos hizo gritar NO. Lo hicimos calladitas. Y no, no es porque así era antes. Es porque no estábamos bendecidas (ó condenadas) con la tecnología y medios de comunicación de hoy en día. Esos “screenshots”.. te salvan ó te matan. Yo pienso que la tecnología nos hubiera dado ese valor de poder platicar un abuso.

Así fue mi día NO.

NO en una situación con un cliente de bienes raíces que me dejó triste.

NO estaban listos los aguacates para la comida.

NO. NO y NO.

Hace mucho que no tenía uno. Ya que pasó, lo solté y al mismo tiempo me relajé para podérselos platicar.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES. 🙂

Melisofóbicos

Era una tarde cualquiera, viendo la televisión despues de comer. Estábamos los tres sentados, relajados, tomando un descanso de nuestras tareas del día.

Mis hijos y yo veíamos “Seinfeld”, el programa cómico de los noventas. La puerta de nuestra casa estaba abierta porque había hecho una salsa tatemada y el olor a chile nos estaba ahogando.

Yo cerraba los ojos, casi para quedarme dormida, pero en realidad me encontraba en un estado de relajación muy profundo.

De pronto, como en cámara lenta, vimos como se metía una abeja adentro de la casa. Yo la ví, medio dormida y sólo pude decir “¡yyyyyyyyyyy!”, suspirando hacia adentro como tragándome la voz (No se porque paniquea tanto cuando una mamá dice eso).

Mi hijo Coco fue el primero en brincar del sofá. Luisa Fernanda, mi hija, tambien se levantó.

Pude ver el miedo en ambos y automáticamente me contagiaron.

“¿Qué hacemos?” me preguntaban.

Gracias a tantos documentales ecológicos, mi cerebro me decía que no la podíamos matar. Por todos lados leemos el “Salven a las abejas” así que teníamos que sacarla por la misma puerta que entró sin dañarla.

La abeja ya volaba más apresurada, como que se dió cuenta que estaba adentro de un edificio. Chocaba contra la pared y contra mis cuadros de animales que cuelgan de las paredes de la sala.

El Coco ya tenía en la mano un zapato. Luisa Fda en el pasillo tambien pensando como hacerle.

Pude ver la melisofobia que tenemos los tres. Melisofobia ó apifobia es el miedo que se le tiene a las abejas. Realmente yo me estaba sintiendo estresada por una abejita. Mis hijos estaban peor que yo.

“No la podemos matar”. En eso si estábamos de acuerdo los tres. La abeja tenía que regresar a la naturaleza sin lastimarse.

Yo traía una cobija en la mano, de esas chicas con las que me tapo los pies viendo la tele. La usaba como escudo porque les puedo jurar que la abeja me vió a los ojos y me comenzaba a seguir.

Con la cobija la medio empujaba hacia la puerta mientras mis hijos me gritaban cosas que por los nervios no les entendí.

Kiara, mi perrita, ladraba mucho. Creo que podía sentir nuestra adrenalina y nuestra ansiedad y no entendía que pasaba.

Como pude atravesé de una pared a otra, custodiada por la cobija, y prendí el abanico. Para mi mala suerte, las aspas del abanico daban para el lado contrario a la puerta y la abeja fue lanzada hacia donde estaban mis hijos.

Los gritos de los 3 han de haber asustado a los vecinos. Era un terror inexplicable. Luisa medio cuidaba que no se fuera a las recámaras mientras que el Coco, con el zapato en la mano, no se atrevía a acercarse a matarla.

En eso, como que la abeja nos ve y se viene hacia nosotros. Luisa F y el Coco salieron corriendo. Luisa Fda se encerró en mi cuarto dejando a su hermano fuera. (Creo que nunca se lo va a perdonar. Dejarlo para morir en el pasillo. NO es de hermanos, dijo mi hijo).

Yo apagué el abanico y me fui moviendo la cobija como bandera. “Mamá, te va a atacar porque va a pensar que la quieres matar”, me decía Luisa Fda.

“No. Sí podemos hacer esto, cómo de que no”, les decía a mis hijos ya grandulones y muertos de stress.

Poco a poco la abeja fue viendo hacia donde ir. Yo parecía ese señor de los aeropuertos que dirijen el tráfico de aviones. Se van a reír pero estaba funcionando.

Tardamos un ratito pero en eso la abeja vió la puerta abierta y salió a toda velocidad.

Nos quedamos totalmente agotados pero al mismo tiempo nos felicitamos de que la abeja se fue sin daño alguno. Espero que ese karma se nos regrese y no nos pique nunca una. Nos dió risa que acabábamos de decir que Jerry Seinfeld es la voz de la abejita de THE BEE MOVIE, cuando apareció la abeja. De esas casualidades y coincidencias.

Ya que pasó todo, me puse a pensar en el porqué nos dió tanto miedo.

¿Acaso somos melisofóbicos?

A mi siempre me han dado miedito pero me gustan mucho las abejas. Se me hacen un ser excepcional, trabajador y organizado.

No se si haya sido que estábamos en la comodidad de nuestra casa, en estas paredes donde nos sentimos tan seguros desde hace casi 4 años ya. No nos gustó que esta abejita viniera a quitarnos la paz de una tarde cálida en nuestro hogar dulce hogar.

El miedo a las abejas pudo ser desarrollado por una experiencia pasada, aprendizaje adquirido (tal vez imitando a los padres) ó realmente somos 3 personas mucho más nerviosas que otras.

Me puse a investigar acerca del miedo a las abejas y la verdad no estamos tan peor. No nos mareamos, ni nos desmayamos. El corazón si se nos aceleraba pero creo que era porque estábamos en total reposo y tuvimos que brincotear. El internet me dice que necesitamos terapia psiquiátrica, jajajaja. No pues, tampoco creo que sea para tanto.

Tambien te recomiendan sedantes para los nervios y medicamento para la alta presión.

¡¡¡Ay no!!! Con razón mi hermana me tiene prohibido ‘googlear’ mis síntomas porque siempre termino despidiendome de mi familia porque todo acaba en muerte.

Lo que sí les voy a confesar es que si en lugar de una abeja hubiera sido un alacrán ó tarántula, este blog no hubiera sido escrito y muy probablemente estaría sedada en un hospital.

El alacrán y la tarántula hubieran muerto aunque hubiera sido lo último logrado en mi vida.

La aracnofobia sí es más fuerte que yo.

Y esa fue la anécdota de la abejita en la casa.

Les quedo debiendo otra cuando se nos metió una abeja al carro. Ibamos mi hermana, el Coco, mi sobrino Damián que la traía pegada en el pantalón y yo manejando en el freeway de San Diego con las ventanas cerradas. No se como manejé a 75 millas por hora con gritos y manotazos volando.

Ahora que me acuerdo creo que somos super mega melisofóbicos en mi familia.

NOS VEMOS EL PROXIMO MIERCOLES 🙂